Hoy toca un post acerca de otro de McCoy que se lía con el principio de Pareto, adaptándolo al funcionamiento de la banca de una forma muy sui generis.
Ya desde el primer momento McCoy deja claro que no tiene muy claro el concepto; “Saben que hay un principio, el de Pareto, que es comúnmente usado a la hora de buscar eficiencias en cualquier organización”. Lo que está queriendo decir, en mi opinión, es que todo el mundo debe saber algo tan básico y conocido como el principio de Pareto; si no lo entiende o no lo conoce, no pregunte ni cuestione porque simplemente desconocerá algo que todo el mundo conoce.
Posteriormente aclara su idea del principio de Pareto en los siguientes términos:
“En esencia viene a decir que un colectivo menor –que el italiano que formuló la norma en su origen estimaba en el 20%– es responsable o dueño del 80% de los frutos de una actividad siendo por tanto menor o incluso marginal (20%) la contribución del resto (80%) a la propiedad o el rendimiento de la misma. De cumplirse esta regla, el foco se tendría que poner en el primero de los grupos, minimizando el esfuerzo dedicado al segundo.”
Voy a tratar de obviar un pequeño error en la exposición: norma no es lo mismo que principio. Y me voy a centrar en lo realmente importante que es el sentido del principio alegado.
En este principio, Pareto trata de introducir el concepto de diferenciación a la hora de analizar determinados aspectos. Por ejemplo; si analizamos la sociedad debemos tener en cuenta que un grupo reducido de personas tiene un porcentaje muy amplio de la renta. Pareto explica que no tener en cuenta este hecho es lo que está detrás de los fallos de las teorías económicas.
Es decir, del principio de Pareto no se puede inferir la recomendación de no poner el foco en el 80% de la población, tal y cómo, afirma McCoy. De hecho dice lo contrario.
El fallo se origina en otras aplicaciones del principio. Dado que existen puntos o grupos clave en casi todo, por un tema de economía y eficiencia se han de dedicar más recursos a determinados puntos críticos. En particular, los clientes de una empresa no son iguales; algunos son mucho más importantes que otros, por lo que los gestores de una empresa deben ocuparse de los importantes. Precisamente de aquí viene la confusión sobre el principio de Pareto, que es doble; por un lado este razonamiento es una aplicación del principio de Pareto, (y por tanto no atribuible a Pareto) y, por otro lado, resulta que una empresa no es una sociedad. Este último punto es importante porque sería totalmente inconcebible que se entendiese que Pareto estaba defendiendo, aunque fuese de forma lejana, que se ignorase o minimizase el esfuerzo al 80% de la población, por mucho que sólo tuviese el 20% de la renta.
En todo caso llama la atención un pequeño detalle. Un economista podría decir o sugerir que se pusiese el foco en el 20% más agraciado de la sociedad, minimizando el esfuerzo al 80% de las personas. No lo ha dicho. Pero la respuesta sería sencilla; esto va de ciudadanos y no de generadores de renta.
Porque al final esto es así de simple; ¿no?. Se trata de beneficiar al conjunto de la sociedad entendida como el conjunto de ciudadanos. Otros parece que buscan la mejor forma de beneficiar a determinados grupos clave. Pues bueno....
El resto del post de El Confidencial también tiene tela. Pero por hoy lo dejo aquí.