El “insigne doctor” Rallo nos da su “peculiar” visión sobre el caso de Volkswagen. De hecho, su argumentación no sorprende, ya que cuando se conoció que los bancos estaban manipulando el euribor, pasó del papelito de los bancos y cargó contra los reguladores.
Un liberal estaría echando pestes acerca de cualquier engaño. Un liberal de los de “liberalízate tú, que a mí no me viene bien” estaría mostrando su enfado en público, mientras por detrás estaría tratando de arreglarlo con el engañado (véanse las instituciones USA, Europeas y demás que “pasan” olímpicamente de revisar un motor adicional de cualquier empresa, no sea que se descubran más cosas). En referencia a esto, el papel de Alemania supera el surrealismo: el adalid de las privatizaciones es accionista relevante (a través del estado de Baja Sajonia) de una empresa automovilística que ha cometido un fraude ante el que se sienten muy ofendidos. De alguna forma, el gobierno alemán asume ahora el liderazgo de la investigación a su empresa (sin que los defensores de lo privado cuestionen absolutamente nada…) con el apoyo de otro gran demandante: Audi, filial y vendedora de los motores.
Y luego ya están los que llevan esta estrategia al extremo y llegan a decir:
si los presuntos fallos del mercado conducen a exigir menos mercado, los ciertos fallos del Estado deberían conducir a exigir menos Estado.
Tengo que aclarar que en este caso Rallo se lía un poco con el concepto “fallo de mercado”; él se refiere a la estafa de Volkswagen a sus clientes, que identifica indebidamente como un fallo de mercado (ya explicaré el porqué en otro post). Saco esta frase para aclarar un poco las cosas: Aquí todo es presunto pero, que yo sepa, el que ha reconocido la estafa es Volkswagen y no el estado. Por tanto, si nos queremos proteger deberíamos decir: “Si las prácticas fraudulentas confesas de una empresa conducen a exigir menos mercado, los presuntos fallos del estado deberían conducir a exigir menos estado”. Sigue siendo una soberana tontería, pero queda mejor explicado. En realidad, deberíamos decir: “Hay indicios abrumadores de que la empresa ha cometido un fraude y hay indicios abrumadores de que el estado ha sido extremadamente negligente, colaborando, ignorando, amparando, e incluso instigando el fraude”. Es decir, la empresa ha decidido explotar su poder (en este caso el “poder engañar”) para obtener un beneficio y el estado ha decidido no actuar.
Por supuesto, el problema ha sido el estado: ¿la solución debería ser eliminar el estado? Pues lo he dicho en muchas ocasiones: si en mi coche fallan los frenos (esas piezas de un coche que tienen una función específica), la solución no suele ser eliminarlos. Igual soy demasiado revolucionario: los fallos de mercado deberían conducir a exigir la eliminación de los fallos de mercado y los fallos del estado deberían conducir a exigir la eliminación de los fallos del estado.
El caso Volkswagen y el post de Rallo caen en todos los dogmas que nos estamos encontrando sobre los supuestos liberales y en uno que hasta ahora no se está mencionando. Para explicarlo mejor, me gustaría centrarme en su frase:
Dejando de lado el debate de si la regulación estatal que ha burlado Volkswagen era o no necesaria
Un liberal entendería perfectamente que el debate clave siempre es “si la regulación es o no necesaria” y nunca “si se debe cumplir o no”. Es decir, un liberal (y el que no lo sea) siempre discutirá sobre las leyes, qué es lo que hay que cambiar. Pero, en todo caso, siempre se defiende el imperio de la ley. Esta máxima nunca puede ser más apropiada.
Todo el mundo nos está planteando esto como un engaño de la compañía a los compradores de sus vehículos. A su vez todo el mundo está entendiendo que los engañados y perjudicados son estos últimos. Esto es completamente falso y supone no entender absolutamente nada. Es más, para entenderlo hay que tener en cuenta un concepto económico básico y clave: “las externalidades”. No es necesario volver desde el doctorado a primero de economía para entenderlo; llega con pasarse por la wiki:
“Una externalidad es aquella situación en la que los costos o beneficios de producción y/o consumo de algún bien o servicio no son reflejados en el precio de mercado de los mismos". En otras palabras, son externalidades aquellas "actividades que afectan a otros para mejorar o para empeorar, sin que éstos paguen por ellas o sean compensados”.
Extraña mucho que un economista se olvide de este término en este caso; de hecho, el ejemplo de la contaminación es el más utilizado en los manuales para explicar este concepto. En este caso la compañía mintió en un dato que es “emisiones de óxidos de nitrógeno”. En realidad, todas las compañías están mintiendo con esta información. ¿Cuál es el perjuicio para el comprador de un Volkswagen trucado? Pues prácticamente el mismo que tiene cualquier otra persona que no ha comprado el Volkswagen trucado. Por ahora, y a la espera de acontecimientos, los compradores de un coche trucado están emitiendo más contaminación y resulta que estos óxidos los respira el comprador y el que no.
¿Debe existir regulación sobre emisiones? Puede que esté atentando contra la libertad individual del comprador y del vendedor; pero es que hay que compaginar la libertad individual del comprador, del vendedor y de los terceros (que no están sentados negociando el precio). Una persona puede querer comprar una moto con escape libre porque le encanta sentir el ruido de un motor puro de forma totalmente libre (valga la redundancia), pero luego resultará que una tercera persona no podrá dormir porque el macarra se dedica a dar vueltas a la manzana a las tres de la mañana. A lo mejor estas personas también quieren disfrutar de su libertad y tranquilidad.
Por tanto, si queremos compaginar la libertad y derechos de todos, tendremos que tener en cuenta que no todos estamos sentados negociando las condiciones de la compraventa de cada coche.
Además, ninguno de nosotros podrá comprobar las emisiones. Yo reconozco que no tengo ni idea de las emisiones de mi coche; con algún esfuerzo podría llegar a estimarlas, pero sería absurdo. El problema de las emisiones de mi coche (y el de cualquiera) es muy relativo; existiendo 20.000.000 de coches en España está claro que el problema de medir algo invisible no puede estar en manos de cada uno de los 20.000.000 de vehículos. En consecuencia, la regulación parece absolutamente necesaria. Es decir, si cada uno es libre de reducir sus emisiones a sabiendas de que sus emisiones son ridículas en el conjunto, nadie querrá reducirlas; la conclusión es que todos tendríamos un problema.
Otra cosa es la discusión sobre los niveles de emisión, los medios de control y similares. Es decir, hay que compaginar (y nunca es sencillo) los intereses y las libertades de todos los ciudadanos. Unos pensarán que “la contaminación no existe” y otros pensarán que “los coches no deberían existir”. En mi opinión tenemos que poner unos límites de emisión razonables y que luego se cumplan estrictamente. Es decir; no tiene demasiado sentido que pongamos una ley que dice que las emisiones tienen que bajar el 80% respecto a un dato anterior y luego hacer trampas para reducirlas un 10%, pero que nos salga un papelito certificado y homologado que diga que se han bajado el 90%.
Rallo afirma que:
Y tan necesaria tutela de los derechos de las personas no tiene por qué efectuarse a través de órganos administrativos ad hoc que se inmiscuyan en todas las transacciones entre agentes privados, sino que basta con que los tribunales sancionen a los defraudadores y les obliguen a reparar el daño causado: no en vano, ya han comenzado a emerger por todo el mundo las demandas colectivas contra Volkswagen por parte de los usuarios engañados.
No tengo demasiado claro el órgano administrativo que ha sobrado en toda esta historia. Si alguna administración hubiese revisado algún motor de los 11.000.000 de vehículos que se han demostrado trucados no estaríamos así. El problema no ha sido el intervencionismo y, de hecho, no se me ocurre cómo pueden los estados intervenir menos.
Voy a poner un ejemplo que he estado utilizando con frecuencia estos días. La depuradora de Ferrol no funcionaba (demostrado) y la depuradora que estoy pagando yo “parece” que no está funcionando. Los engañados son los ferrolanos y el que está juntando letras en este post. ¿No? Pero, ¿qué perjuicio tengo yo? En realidad, mis necesidades básicas están generando un problema y, en consecuencia, tengo que asumir los gastos para paliarlo; pese a que estoy pagando resulta que mis residuos se van al mar de otro municipio. ¿Tengo que denunciar yo? ¿Soy yo el engañado o el conjunto de los ciudadanos?
Pero, independientemente de las demandas colectivas de los que contratan como única solución cuando los perjudicados son otros, hay un par de tonterías más en este argumento. Si no hay órganos administrativos verificando las emisiones ni hay normas de emisiones: ¿cómo vamos a los tribunales? En Europa no se ha verificado ni un solo motor; la conclusión es que se puede presumir de que se han bajado las emisiones de los vehículos un 80%. ¿Me quiere explicar alguien cómo se puede plantear una demanda por los perjuicios generales (que no individuales) causados por la mentira de una industria que afirma que las emisiones de algo que no podemos ver ni controlar están bajando si nadie lo controla y no existen límites?
Está claro que si no existiese un límite de emisiones no habría posibilidad ninguna de resarcir ningún perjuicio. Si la agencia de California no hubiese emitido esta nota, ningún cliente de Volkswagen sería perjudicado. ¿El plan es que cada persona que tenga motivos, más o menos fundados, para creer que el consumo del vehículo (o las emisiones de tal gas) no es el que la marca dice se meta en un juicio contra una compañía automovilística que tiene entre sus socios a un estado alemán?
Particularmente creo que existen más motores trucados; la compañía ha manifestado en Estados Unidos que se han trucado los motores equipados con Adblue. Las únicas pruebas que se han realizado en Estados Unidos son sobre motores equipados con Adblue (y ninguno de los vehículos la pasó), la única información oficial es que, tras la dosis inicial, el catalizador emitía descontroladamente óxidos de nitrógeno. Pues con todo esto tenemos a la compañía afirmando que en Europa el problema se refiere a los que no están equipados con dicho equipamiento. Las autoridades europeas están centrándose (sin cuestionar a quien acaba de reconocer un fraude) y creyéndose a pies juntillas lo que la compañía dice y nadie ha mirado absolutamente nada. La conclusión es que aquí se afirma que los motores con Adblue no plantean ningún problema.
Imaginemos (seguro que no cuesta demasiado) que no existen órganos administrativos (que yo no logro identificar) que se están inmiscuyendo, y que entiendo que existen indicios suficientes para determinar que los motores el grupo VW (y otros) están emitiendo más gases cancerígenos que el límite. ¿Qué hago? ¿Me compro un Audi 2.0 con Adblue, el equipamiento este de los gases y me pongo a hacer pruebas? Si me sale disparado ¿me compro otro, no sea que este tuviese algún problema particular? ¿Después me compro un Audi 3.0? Todo ello lo tendría que hacer además con todos los modelos (porque claro tendría que demostrar que son los A4, los A5, los A6, los A7…) Cuando acabe con los Audi empezaría con los Seat, los Skoda…; (recordemos que no me va a contaminar el que yo compre, sino el que cualquiera compre). Con todo esto tendría unas pruebas medianamente contundentes contra el grupo VW (entendiendo que existen unos límites y una regulación que han de cumplir, porque si las normas de emisión no existiesen se complicaría un poco el proceso).
Una vez acabado con el grupo VW me queda empezar con el grupo BMW, el grupo PSA…. Y con todo esto me tocarán hacer unos cuantos estudios médicos al por mayor para irme a un juzgado e iniciar una acción legal contra todas las marcas de coches. Sencillo ¿no? Estoy pensando en denunciar también a todos los que instalan dispositivos para puentear los sistemas de contaminación.
Como todo lo anterior es absurdo, debemos recapacitar y tener en cuenta que una cosa es entrometerse, o intervenir, y otra muy distinta es establecer unas reglas y obligar a que se cumplan. Una cosa es defender el libre mercado y otra muy distinta es defender que cada cual haga lo que le de la real gana.
Rallo afirma que el caso de Volkswagen refuerza el hecho de que el libre mercado degenera en la ley del más fuerte. Pues no señor, la ley de la selva degenera en la ley del más fuerte; y las tonterías y pijadas de indocumentados en contra de cualquier norma son las que se están cargando cualquier resquicio de libre mercado que pudiera existir en base a dicha ley de la selva.
En fin.., y aún me queda por explicar el tema de los fallos de mercado; que tampoco son lo que parece que entiende este personaje. Lo dejo para otra ocasión, pero el error tiene que ver con el tema de siempre: el mercado no es la empresa; ergo no es lo mismo un fallo de mercado que el fallo de una empresa. Es decir, un fraude no es un fallo de mercado. El hecho de que no se detecten, no se corrijan y no se penalicen sí que lo es.
Muchos se llevarán las manos a la cabeza (con toda la razón del mundo) si nos encontramos en una situación en la que unas pocas personas puedan conseguir todo el poder del mundo para acabar con la libertad de los ciudadanos. Lo realmente triste es que, en gran parte, será por que hoy están justificando exactamente lo mismo. Justificando, excusando o con tibieza ante barbaridades en base a intereses están dando la coartada perfecta, porque la coartada, el razonamiento y la justificación vale para los dos bandos.