Por las razones que sean, (genética, influencias en el entorno o el puro azar), unas personas son carpinteras, otras personas acaban ejerciendo de médicos y a otros nos va a tocar la carga y el desprestigio de ser economistas, (¡mal que me pese!).
Está claro que todos compartimos ciertos tics, que supongo que serán inherentes al ser humano. De esta forma todos tenemos cierta tendencia a usar jergas propias de nuestra profesión, aunque es cierto que existen diferencias, ya que en algunas profesiones este fenómeno se da para facilitar las comprensiones de los conceptos, y en otros como en el de las finanzas, se da con cierta frecuencia para esconder algo, (ya use el ejemplo de los médicos para hablar de las ventajas de las jergas).
Otro rasgo común a todas las profesiones es creer que los demás tienen que conocerlo todo. Si el coche se estropea, resulta que el del taller nos contará que la sonda lambda está fastidiada, como si todos los demás supiésemos de qué demonios nos están hablando. Por supuesto, lo mismo ocurre con los médicos que muchas veces nos soltarán explicaciones muy técnicas, sin tan siquiera pararse a pensar que somos capaces de seguirlos. Aquí quizás los economistas seamos distintos, porque a la vista de los análisis que por ahí circulan lo más normal es que no se entere, (o se lleve una idea equivocada), el que escucha, sino que en muchas ocasiones, el cacao mental también está en el que habla.
Cuando no entendemos al médico, lo que hacemos no es estudiar la carrera de medicina, ¿verdad?. Lo que hacemos es tomar la medicina que nos receta y punto. Los médicos, supongo que también se quejarán de la escasa cultura médica en la sociedad, pero lo primero que debemos envidiar es cierta honradez ya que no se excusan en la falta de conocimiento de los pacientes para explicar sus fallos. Si nos dan una medicina y empeoramos, no nos sueltan esto de “tenías que haber visto”, que soltamos los economistas con una facilidad pasmosa, para echar en cara que no hayan tenido en cuenta lo que nosotros no hemos previsto o más surrealista aún, reprochando el haberse dejado engañar.
El caso es que si la medicina no funciona, el caso es que se suele cambiar y se prueba con otra cosa. Claro que esto es bueno, porque parece que existen más medicinas que una. La existencia de esta gama, nos da a los que no somos médicos una ventaja importantísima.
Imaginemos que hemos ido al médico y nos ha diagnosticado, pero nosotros (como no somos médicos), no lo hemos entendido todo. Casualmente luego encontramos un compañero del instituto que hizo medicina y la conversación va hacia nuestra dolencia.
A la pregunta de ¿qué te pasa?, es posible que contestemos con una combinación de algo aproximado, ciertas incoherencias y palabras que hemos pillado y otras que no recordamos. Como esa persona sí que sabe del tema, (parto de esta base), nos comenzará a preguntar, y en medio del lío, para aclararse un poco y tratar de hacerse una idea de lo que nos ocurre y de la gravedad, nos preguntará que nos ha recetado el médico. Conociendo lo que nos han prescrito un medico puede hacerse una idea del diagnóstico que ha realizado otro y de la gravedad.
Las recetas que dan los economistas, para la situación actual son la reforma de la seguridad social, la flexibilización laboral, la bajada de impuestos a las empresas y capital, la disciplina fiscal, la expansión monetaria, contentar a los mercados y la contención o bajadas de sueldos.
Esas son a grandes rasgos las recetas que tenemos hoy sobre la mesa; y podemos asumir que si alguien con conocimientos médicos puede obtener una idea del tipo de enfermedad en función de las medicinas, resulta que un economista, podría hacerse una idea de la situación de la economía, sólo con analizar las recetas que se proponen.
Pero claro, si miramos al pasado, nos encontramos con que en los primeros años de este siglo, nos encontrábamos en una situación de crecimiento ininterrumpido, (incluso una crisis financiera por una burbuja en las punto.com no llevo a los países a una recesión). ¿Qué se recetaba?. Pues las recetas eran exactamente las mismas que ahora. Pues si en el 2004, en crecimientos rápidos y con una economía definida como milagro nos encontramos con las mismas medicinas. ¿Cómo distinguimos que nos encontramos en 2004 o en 2010 a partir del análisis de las medidas pedidas por el consenso?.
Es curioso, pero da igual que la enfermedad sea una crisis del petróleo, una crisis derivada de costes elevados de los factores, una derivada por una burbuja tecnológica, que es financiera y en bienes no básicos, que para una burbuja inmobiliaria o de petróleo, que para una situación de extremado endeudamiento. De hecho, incluso aunque estemos sanos tendremos la misma medicina.
Si para una gripe, un catarro, una alergia, un esguince de tobillo o un cáncer, nos recetasen la misma medicina, la realidad es que no podríamos distinguir a raíz de la medicina tomada la dolencia. En este sentido, la pregunta de ¿La patronal pide flexibilización laboral?, será contestada con un sí, y como eso es universal no nos aclarará absolutamente nada.
Estemos creciendo o no, da igual. Pero es que tampoco nos aclara demasiado en relación a las comparaciones entre países. Las medidas tomadas en España son exactamente las mismas que en Grecia. Esto para un medico tiene que suponer inmediatamente que la situación es la misma. Pero va a ser que no. De repente alguien dice: ¡Es que Grecia tiene un problema de deuda pública y España tiene un problema de deuda privada!. Lo que no se acaba de entender es que resulta que si la situación es distinta, porque las recetas son las mismas. Pero nos dirán que el problema es de competitividad.
Asumiremos pues que España y Grecia tienen que tomar unas medidas por un problema de competitividad y deducimos que, como Alemania se ha sacado de la manga un plan de ajuste tan salvaje como los de los otros, resulta que tenemos que entender que Alemania tiene un problema de competitividad. ¡Alguien nos dirá que si estamos locos!.
Saldremos por aquello que las medidas son porque resulta que no hay innovación y desarrollo o lo que sea. Pero nos vamos a Irlanda, y tomamos las mismas medidas. Pero oiga, ¿la economía de Irlanda es la misma que la de Grecia?. ¿Tienen la misma enfermedad?. ¿y Alemania?. Claro, el caso es que en Irlanda es para la burbuja inmobiliaria, que no tienen en otros sitios..
De repente saldrá que la razón está en que no podemos devaluar ya que estamos todos en el euro. Pero nos encontramos las mismas medidas en Gran Bretaña, que tiene moneda propia.
En fin, lo curioso es que bien sea para los países que ahorran, para los países que gastan, para los exportadores, para los importadores, para los endeudados, para los que no lo están tanto, para los que tienen a las empresas endeudadas y para los que no, para los que tienen empresas innovadoras, y para los que no las tienen, para los que tienen política monetaria y para los que no, para los que cobran muchos impuestos, y para los que cobran pocos, para los de los mercados de trabajo flexibles y para los que no, para los que tengan sueldos elevados y sueldos ridículos, ¡a todos!, la misma medicina.
Claro que el otro día puse el ejemplo de Irlanda, y como le ha sentado la medicina, y me he encontrado con comentarios en el sentido de que hace falta más tiempo, (casí estoy por pasarlo), y por otro lado ¡que no es bueno generalizar!. La verdad es que es un comentario oportuno, porque es cierto que no es bueno generalizar, pero debemos recordar que le estamos dando la misma medicina a todos y cada uno de los países. ¿Esto no es generalizar?.
Es curioso que de repente nos encontremos con la idea de que Grecia ha falseado sus datos, pero sin aún saber cuáles son los datos reales, (si no sabemos cuáles son falsos, tampoco podemos saber cuáles son ciertos), le aplicamos la medicina igual. La verdad es que no tiene mucho sentido tratar de entender como es la situación exacta, total ¡en todos los países es la misma medicina!, ¿Para qué queremos saber el estado?. Es curioso que en todos los países se incremente en 2 años la edad de jubilación… ¡los de 60 a 62 y los de 65 a 67!, (salvo España que son 3).
Si un médico le receta aspirinas a todo el que entra por la puerta, ¿Cómo lo calificaríamos?. Si el conjunto de médicos es quien lo hace, ¿Cómo definiríamos al colectivo?. Pues simplemente inútil.
Desde luego es que la envidia que tengo a la profesión médica es fácil de ver. El prestigio de un médico está en su capacidad de diagnosis, y en los aciertos en la prescripción de la medicina. Después hay unos cuantos, que realmente prescriben siempre y para lo que sea los medicamentos que el visitador médico recomienda. Da igual que sean los mejores o no, la realidad es que pueden existir excepciones que con tal de conseguir tal viaje, son capaces de prescribir lo que sea a quien sea.
Pues como esta persona es la mayor parte de los que hoy se venden como economistas. No se trata de explicar la situación, ni de hacerla entender. Se trata de buscar el mejor argumento para justificar que la situación que sea, (eso es algo secundario), requiere unas medicinas que siempre son las que vende la misma farmacéutica, (sector financiero en este caso).
Luego dicen que hay que estudiar y formarse. Uno se tira cinco años estudiando una carrera, lee, piensa y todo eso que recomiendan, para acabar enterándose que esto va de cómo justificar que la situación que sea impone las medidas que aprendemos en cinco minutos.