Imaginemos que somos una empresa y que tenemos que asistir a la asamblea de la patronal; por supuesto, debemos tener en cuenta que tendremos que maximizar beneficios, lo cual pasa por maximizar el precio que cobramos y por minimizar los costes en los que incurrimos. ¿Qué propondríamos?. En la asamblea tenemos que aprobar una serie de reivindicaciones que trasladaremos al gobierno, de cara a presionar para conseguir las mejoras que podamos.
El primer punto del día es hablar del mercado de trabajo. A cada uno de los empresarios, le interesa en este ámbito, pagar menos. Al final todos tenemos claro que es un gasto y que en consecuencia, nos interesa que sea lo mínimo posible.
Por tanto, lo inteligente en esta situación será buscar formulas para lograr contener e incluso bajar los salarios. ¿Qué medidas buscaríamos?. Para ello tenemos que buscar formulas que incrementen nuestro poder en el mercado de trabajo y la capacidad de negociación; de tal forma que alterando la posición en el mercado laboral, podemos conseguir más fácilmente resultados acordes a nuestros intereses o mejores resultados.
Pues se nos ocurren bastantes, y sólo a título de ejemplo podríamos proponer las siguientes:
Traer inmigrantes en importe suficiente para conseguir que en el mercado de trabajo exista un excedente suficiente en cada momento del tiempo. Puede que la economía española acabe con algo que luego llamaríamos problema estructural de paro. Pero la realidad es que este problema no es tan grave. Lo que interesa es que en el mercado de trabajo exista siempre oferta suficiente. Esto desde luego es muy conveniente, porque nos permite reducir los costes, así como aprovechar que existe una gran competencia para conseguir mejores condiciones. En Román Paladino, tener un par de millones de parados buscando trabajo en cada momento, significa poder decir aquello de “Estas son las condiciones, o las tomas o las dejas que tengo unos cuantos esperando en la puerta”, para cualquier tipo de negociación, ya sea de salarios, condiciones, horarios….
La competencia entre trabajadores, viene muy bien también para conseguir que los trabajadores se formen por su cuenta y riesgo. De esta forma, conseguiremos que los trabajadores aprendan inglés, y saquen alguna licenciatura, y aprendan a hacer naves espaciales, para al final trabajar de reponedor en el Carrefour.
Todos hemos leído una cantidad de análisis de los perjuicios de la entrada masiva de productos de otros países hacia los mercados actuales, de tal forma, que tratamos de proteger de alguna forma el producto nacional. Curiosamente, nadie ha hablado jamás de los perjuicios que ha causado la inmigración en las condiciones de los trabajadores españoles. Es más, se ha llegado a la situación de que insinuar que tenemos cuatro millones de parados, entre otras cosas porque la población inmigrante se ha multiplicado espectacularmente, sirve para que te caigan los calificativos de racista, xenófobo y desde luego antisocial de todo. Pero desde luego, lo que no podemos es obviar esta medida y sus efectos; sobre todo si luego vamos a sacar un análisis hablando del paro estructural de una economía. Aspecto que no deja de tener su gracia porque resulta que en España se justifica que somos líderes en creación de empleo y que ni con esas tenemos paro bajo.
¿El coste de despido influye en la capacidad de negociación de las empresas?. Pues evidentemente el coste de despido tiene un efecto clave sobre la capacidad de negociación en cada momento, de forma que cuanto menor sea, más se debilita la posición del trabajador. No es demasiado difícil entender que el coste del despido sea un elemento que incrementa el poder de negociación al trabajador. De esta forma ante un despido cero, el trabajador empeora su posición porque al empresario no le supondría coste romper las negociaciones y prescindir del trabajador. Esto es lo que he comentado referente al modelo austríaco, que es un modelo que consigue que el coste de tomar la decisión de despido sea cero. Por supuesto, alterando las circunstancias, nos encontramos con que el poder de negociación se altera, de forma que si se empeora la situación negociadora del trabajador, la realidad es que los sueldos tenderán a bajar.
Por supuesto, esto nos lleva a otro truco para conseguir bajar los sueldos, y no es otra que modificar la negociación colectiva. Está claro que debilitando a los sindicatos, o bien debilitando la imperatividad de la negociación colectiva, lo que se hace es hacer más pequeña a la contraparte, de tal forma que el poder se traslada a las empresas. Por supuesto, el hecho de que exista una parte con fuerza, mientras se debilita la otra, supone inmediatamente una alteración del status quo, lo que al final lleva a que las condiciones salariales se vean afectadas. De esta forma, nos encontramos con las pretensiones de bastantes grupos de acabar con la negociación colectiva, lo cual sólo lleva a un punto de mayor poder por parte de la empresa.
Por supuesto, otro punto que va a alterar las capacidades o posiciones negociadoras de cada uno de los dos bandos, es el peor escenario y la probabilidad que este ocurra. Es fácil entender que si un trabajador ve probable el despido y eso implicaría un total desamparo, su posición es completamente vulnerable. Por tanto, las coberturas a los desempleados, tienen una influencia determinante en la capacidad de negociación entre empresas y trabajadores. Cuanto menor sea la cobertura, peor será la situación de los trabajadores en el peor de los casos y desde luego menor será la capacidad de estos. La reducción de las protecciones de desempleo lleva a que automáticamente la posición negociadora de los trabajadores se deteriora, de forma que es más sencillo reducir el precio del trabajo.
Básicamente es sobre estos puntos sobre los que descansan las regulaciones del mercado de trabajo; y por tanto son estas las que establecen los precios y condiciones de las negociaciones y por tanto de los precios.
Si nos damos cuenta, tanto las indemnizaciones por fin de contrato, la imposibilidad de despedir improcedentemente, los subsidios de desempleo, la organización sindical, los convenios y los controles migratorios, surgieron como solución a la crisis de los años 30, en un intento con bastante éxito de mejorar el poder adquisitivo de los trabajadores dentro del contexto del estado del bienestar.
Pero de la misma forma que surgen todas estas medidas para solucionar la crisis de los años 30, nos encontramos con que una vez superada esta, todos los esfuerzos en las economías occidentales, (y España ha sido un ejemplo exagerado), presentan de alguna u otra forma todos los trucos que tenemos de forma que al final hemos conseguido una época de contenciones salariales, a la vez que precios elevados.
El caso es que entendiendo que los mercados, (incluido el mercado de trabajo), pueden ser alterados mediante diversos trucos y técnicas, nos queda saber cómo queremos que sea el mercado. Y curiosamente, encontramos en esto una gran paradoja. Según los defensores del libre mercado y según los defensores del liberalismo, lo ideal es que los participantes sean precio-aceptantes por un lado, y según el otro que no exista poder en ninguno de los participantes hasta el punto de afectar a las decisiones del otro, (o mejor dicho, que todo el mundo sea lo más libre posible sin que esté en posición de aceptar imposiciones).
Según unos y otros, la realidad es que el estado es el que ha de garantizar las condiciones para que sean precio aceptantes; y que no existan imposiciones. Un estado pequeño pero fuerte y acorde a estos objetivos para que los mercados funcionen y las personas puedan desarrollarse, (respectivamente).
Unos y otros tendrían que defender que empresario y trabajador se reuniesen y negociasen todo en términos de igualdad. Y aquí está la paradoja; aquellos que se definen defensores del libre mercado o del liberalismo, son conscientes de que hoy un empleado y un empresario no tienen el mismo poder, pero sin embargo proponen todas las medidas o trucos que se les ocurran para seguir empeñados en modificar las condiciones del mercado laboral, de forma que se alejen aún más del ideal.
Está claro que al final el mercado laboral no funciona, pero también que los precios en este mercado recogen toda la información disponible, (información que por otra parte es muy obvia).
¿Como se explica la paradoja?. ¡fácil!, es el enfoque. Recordemos que estábamos en una asamblea de empresarios. A cada empresario le interesa una cosa. Por lo tanto todos piden esto, sin caer en la cuenta de que cuando todos piden lo mismo, no ocurre lo mismo que cuando lo pide uno.