El 7 de diciembre de 2010, nos encontramos con dos noticias al respecto de la tarifa eléctrica; por un lado Cotizalia, titula: “El ministerio de Industria propone congelar en enero la parte regulada de la tarifa de la luz” y por otro lado La Voz de Galicia, nos anuncia una importante subida que cuantifica entre un 20% y un 30% de las tarifas para el siguiente año.
Ambas noticias pueden parecer un poco contradictorias, pero en realidad no lo es tanto. Si nos vamos a las noticias, la realidad es que aunque hablan de cosas distintas, las dos tienen razón. Es cierto que la tarifa regulada es la que regula los costes de la luz y se va a quedar congelada, pero lo que nos cuenta La Voz de Galicia, es que se avecina un cambio regulatorio importante en el mercado eléctrico de tal forma que si ahora mismo a la tarifa regulada se pueden acoger todos aquellos clientes que tengan una capacidad contratada inferior a 10 kilovatios, la propuesta del gobierno es que el límite de la tarifa de último recurso va a ser de 3 kilovatios.
Esto en la práctica significa que todos aquellos clientes que tengamos una potencia superior a 2,3 kilovatios nos vamos de cabeza al mercado “liberalizado”, y abandonemos la tarifa de último recurso. Por tanto, muy bien lo de Cotizalia, que nos cuenta que van a congelar las tarifas, muy mal para nosotros, que simplemente no podremos acceder a esta tarifa, y muy bien para las eléctricas que van a mejorar sus ingresos.
Y van a mejorar sus ingresos, por qué la realidad es que este cambio lo que supone, (como muy bien recoge la voz de Galicia), entregar a las compañías eléctricas el control del precio de la electricidad. Por descontado esta medida se calificará en todos los sitios y documentos de medida liberalizadora y en la dirección correcta. No es que sea precisamente adivino, sino que realmente esto viene de lejos y ya lo traté en un post que llame comportamientos ¿irracionales?.
El problema es que no se entiende que seamos los consumidores los que nos agarramos como lapas a un sistema no liberalizado, (hasta el punto de que nos encontremos que nos tengan que “echar” del sistema regulado), mientras que las empresas eléctricas son las que proponen, piden, reclaman, exigen y consiguen que nos pasemos a un sistema liberalizado. Por supuesto, esto viene de la confusión de términos, ya que aquí todo el mundo está de acuerdo en que liberalizar implica menores precios, (derivados de la competencia entre las empresas), y mejores servicios, (derivados también de la competencia entre las empresas que les hace mejorar los servicios).
Lo que ocurre es que en esta (y otras) medidas liberalizadoras, se han olvidado de un pequeño detalle que es una pequeña tontería. Podemos estar de acuerdo o no, con un proceso liberalizador, pero lo que suele ser importante en los procesos liberalizadores es que se liberalice el mercado y este pequeño detalle lo ha olvidado todo el mundo.
Expulsando a todo el mundo de la tarifa regulada, ¿me puede decir alguien que es lo que cambia?. Pues que perdemos al gobierno como medida de presión de los consumidores. A la vista de la evolución de los precios en los últimos años, (y del déficit de tarifa, “legalmente reconocido”, a pesar de unos beneficios crecientes), no podemos decir que estuviésemos ante un buen trabajo del gobierno. A fin y a cuentas, desde hace unos años, no hemos parado de incrementar la factura eléctrica (y lo que debemos), en paralelo a los beneficios de estas eléctricas.
Es cierto, que cada una de las subidas de las tarifas supone un coste político para el gobierno, (coste que van sorteando con declaraciones y humo), pero que a partir de ahora no sufrirá. Cuando estemos en el “mercado liberalizado”, nos hablarán de la oferta y la demanda, del precio de mercado y otras cosas similares, olvidando como siempre que estamos hablando de un mercado en el que existe una gran concentración en la oferta, que además no compiten demasiado, (los descuentos que se ofrecen por los cambios son simplemente ridículos), frente a unos cuantos millones de personas que no tienen absolutamente nada que hacer al lado de estas compañías.
Para que un mercado sea competitivo tienen que darse ciertos requisitos, como son la información simétrica, (tanto la oferta como la demanda tienen la misma información), lo cual es absolutamente indefendible que concurra en un contexto en el que no hay forma de entender ni tan siquiera las facturas.
Por supuesto, tiene que existir competencia entre las empresas y las autoridades públicas tienen que velar y fomentar la competencia en el sector. Pero este gobierno y tantos otros, han dedicado más esfuerzos a luchar y aprobar normas que eviten guerras de precios y batallas entre las empresas que a promover la competencia. En España en algún momento hemos entrado en una dinámica en la que las empresas de los distintos sectores no compiten entre sí, sino que compiten con las empresas de otros países. Esto no es competencia en el mercado, sino que se trata de competencia por los mercados. ¿La diferencia?. Pues la misma entre un sector liberalizado y un sector en la que determinados grupos luchan por acceder a monopolios.
De aquel requisito de que tanto la demanda como la oferta sean precio aceptantes, mejor no habló, porque estamos ante el caso de una estructura oligopolística, de grandes empresas con enorme poder tanto de mercado, como regulatorio, frente a pequeños clientes, con poder limitado, (o mejor dicho, sin poder alguno), y que necesitan el bien.
Quizás escuchemos los mensajes de que esto mejorará la inversión, o que será bueno para el empleo, pero quizás debamos recordar que este tipo de medidas en los que lo único que se liberaliza es la capacidad de fijar el precio y en el que se reduce el poder de la demanda, (que pasa de estar representado por el estado, a estar representado por muchas pequeñas personas). Y esto es lo que en realidad nos encontramos.
¿Por qué se va a incrementar la inversión en las redes eléctricas?. Los procesos de inversión suelen ser el aspecto malo de aquello de obtener los beneficios. Es decir, las inversiones son una necesidad que tienen las empresas para conseguir mejorar los costes o producir más, para conseguir beneficios. Cuanto más poder demos a la oferta, menor será la necesidad de inversión. Así de simple. El hecho de que tengan mayores beneficios, puede llevar a repartir más beneficios, a invertir en mercados financieros, a realizar operaciones corporativas mayores; pero no significa que se vaya a hacer un metro más de cable. ¿Exactamente lo mismo ocurre con el empleo?. ¿Por qué se va a contratar más gente si el único cambio es que pueden cobrar más?.
Y esos son los efectos directos. Por supuesto, nos quedan los indirectos que son aquellos de los que nadie habla, y que en realidad son los que hacen que los monopolios u oligopolios tengan cierta mala fama en los manuales de economía.
Si tenemos que pagar más por la electricidad, lo que ocurre es que las personas tendremos menos renta disponible para gastar en otros bienes de menor necesidad. Por otro lado las empresas pequeñas, (sin capacidad de negociación), tendrán que asumir mayores costes. Por supuesto, tanto los unos como los otros, trataremos de ajustar. Por un lado buscaremos cada vez formas de ahorrar electricidad, lo cual tiene un límite y jamás podremos compensar la subida de precio, (al ser un bien inelástico) y por otra parte ajustaremos en otros bienes y servicios. El segundo ajuste necesario es lo que va a generar (y ha generado) un impacto en la economía.
Tan sencillo como que si nos suben el precio de la electricidad en 10 euros al mes, podemos conseguir ahorrar un poco mediante bombillas de bajo consumo y demás, pero además lo que tendremos es que dejar de consumir algunos euros para pagar esta subida de la factura. Lo que dejamos de consumir eran ventas de otras empresas, lo cual implica bajada de la actividad económica. Y esto en el primer lugar, porque en segunda vuelta, tenemos que lo que logremos ahorrar supondrá la segunda vuelta y subida en los precios de la electricidad, de tal forma que si logramos consumir menos electricidad y dado el poder que tienen estas empresas, simplemente subirán los precios otra vez para compensar las caídas de facturación.
¿Por qué?. Pues porque los precios serán los que los consumidores podamos pagar. Así de simple. Y si ahorramos electricidad podemos pagar un importe superior por ella. Y como el mercado sigue sin estar liberalizado y este servicio está bastante arriba en la cadena de necesidades, pues el resultado está claro.
O sea, que en definitiva, lo que nos encontramos es que la tarifa regulada se congelará para casos muy particulares, mientras la inmensa mayoría de los clientes, tendremos que tragar con unos precios muy superiores, con la coartada de acabar con un déficit derivado de empresas que dan unos beneficios increíbles y que están atrayendo a constructoras y bancos, (que hace tiempo no pierden una burbuja).