A lo largo de todo el día del jueves se estaba esperando una decisión del consejo de seguridad de la ONU para establecer una zona de exclusión aérea en Libia. Pero el jueves 17 de marzo, a última hora de la noche nos hemos encontrado con una resolución que autoriza casi todo. Y desde luego lo de zona de exclusión aérea ha quedado muy anticuado.
A partir de ahí la realidad es que los acontecimientos se han precipitado de una forma que si se analiza no es en absoluto normal. Y desde luego a una velocidad que no es en absoluto normal, salvo para aquellas ocasiones donde se busque salvar al sistema financiero.
Normalmente cuando existe algún tipo de intervención multilateral en algún país, lo que se estila es que nos tiremos una buena temporada de tiempo negociando las aportaciones de cada país, planificando las actuaciones, desplegando las unidades. Es en este tiempo donde la gente de la calle, comienza a pensar y por tanto, nos encontramos con los “No a la guerra” o con los “No al dictador”.
Pero en esta ocasión no ha existido nada de esto y simplemente los países han comenzado una carrera para llegar a Libia y soltar bombas que no se acaba de entender muy bien. De hecho por no saber, creo que nadie tiene muy claro quién manda o quién dirige esta historia. Y no ha existido ningún tipo de negociación para aportar militares, aviones o lo que sea; sino que lo que nos hemos encontrado es que cada país aporta lo que estima conveniente, lo envía allí y a soltar bombas.
El tiempo que se ha tardado en montar esta guerra es lo que han ido tardando en llegar los países que además parece que están en una carrera para ver quien llega primero. Si no fuese por las implicaciones de lo que está ocurriendo, la verdad es que no dejaría de ser gracioso lo que tendrá que estar pensando Gadafi, que de repente se encuentra con una situación en la que todos los países compiten por darle la del pulpo.
¿Cómo será la precipitación y la carrera que hasta el ejercito del premio nobel de la paz no ha sido esta vez el primero en llegar a soltar bombas?. La sensación que tengo es que esto es como una fiesta que se ha montado a última hora, en la que cada invitado lleva lo que le da la gana y va incorporándose a medida que va llegando.
Respecto a nuestro país, nos encontramos con que nuestro gobierno, (antaño adalid del “no a la guerra”), se ha convertido de repente, (como en tantos otros campos); y va a ser la primera vez que vamos a la guerra, y no a “campañas humanitarias con algo que no se sabía muy bien si era una ONG o un ejército”. De hecho también se obviado esto de la autorización expresa del congreso y que yo recuerde es la primera vez que enviamos cazas con autorización para disparar y un submarino que en el ridículo del comunicado de prensa afirma que tiene como meritos el hecho de disparar un torpedo para hundir un barco en unas prácticas en 2004 y la participación en Perejil, (A veces es mejor no decir los logros pasados porque pueden sonar a cachondeo).
Desde luego, en este caso el “no a la guerra”, no ha existido porque por un lado, los que normalmente estaban en el campo del “no a la guerra”, son los que ahora se han puesto a competir a ver quien se carga más tanques antes, (como si esto fuese un juego de marcianitos), y por otro lado, porque simplemente no ha dado tiempo de pensar.
Pero ¿Por qué ha ocurrido todo esto como ha ocurrido?. Es decir, aparte de lo evidente de que estamos ante el caso de un dictador que está masacrando a su población por pedir mejoras; que por supuesto es la excusa que siempre se cuenta, (y que suele ser cierta), pero que no es nunca razón para la intervención. Está claro que los dictadores pueden hacer lo que les da la gana con sus súbditos, (tal y como se ha demostrado en tantas ocasiones que nunca conocemos porque importan un pimiento). Por supuesto la combinación de dictador e intereses petrolíferos también suele contar un poco; pero por supuesto no lo acaba de explicar, porque sin ir más lejos en Bahrein esta misma semana ha existido un aplastamiento de los movimientos, (pacíficos), con la colaboración de las tropas de Arabia Saudí.
Desde luego en esta intervención en Libia han concurrido una situación y una serie de circunstancias que han desencadenado este frenesí bélico.
Por un lado tenemos a los de siempre; hay que lograr subir el precio del petróleo como sea; tras la crisis de Japón, nos encontramos con una caída del petróleo ¡otra vez!; y antes de que comience a caer hay que hacer lo que sea. Ya he comentado en un post que los planes energéticos; (entre ellos nuestro ridículo cambio de límites de velocidad), tenían su razón de ser en este detalle. Pues una de las medidas es una guerra; en 2008, cuando empezaba a caer el petróleo surgió de repente una guerra en Osetia, (país que la mayoría conocimos cuando estalló el conflicto); pues ahora a una guerra y ya tendremos los argumentos de “No será tan necio de no pagar el petróleo a 150, por dejar que Gadafi masacre a sus ciudadanos”; lo malo es que esa afirmación no es del todo cierta porque el petróleo a 150 tiene muy poco que ver con Gadafi.
Por otro lado tenemos la situación en Japón, para la que se impone una campaña de distracción; ya acabo de comentar en el post anterior, que el enfoque está cambiando desde el minicrash en la bolsa por las palabras del comisario de energía en el parlamento. Entre los estudios y argumentos para quitar hierro al asunto, no podemos olvidar que la guerra de Libia, ha eclipsado totalmente el caos que nos encontramos en Japón. Podemos pensar que el repentino cambio del enfoque de las noticias desde Japón hasta Libia, es un efecto secundario de la intervención o por otra parte podemos entender que ha tenido bastante que ver en la explosiva actuación de los gobiernos.
Por supuesto cada uno de los países tiene su propia dinámica interna, y más o menos en todos los casos, los gobiernos tienen ciertos problemas con sus respectivos ciudadanos. Por tanto, esto viene muy bien para distraer un poco.
Desde luego, las compañías petroleras de los países también están interesadas en el control de los contratos de petróleo que tendrán que repartir los que van a ganar esta guerra, que tampoco es que sean muy conocidos, porque hasta ahora Francia los había reconocido legalmente. (Otra medida de la precipitación que se ha llevado a cabo es que resulta que todo el mundo se ha lanzado en una guerra a favor de un grupo que ni tan siquiera ha sido reconocido, y que nadie sabe quiénes son).
Todas estas medidas han contribuido a de repente a una situación que empieza a ser esperpéntica cuando tras la resolución de Libia, Gadafi anuncia un alto el fuego, pues simplemente se pasa de todo, y ¡hala!.
Por supuesto no se entienda que estoy a favor de Gadafi, como no lo estaba cuando fui a las manifestaciones contra la guerra de Irak; Tampoco se entienda que tema demasiado a esta guerra en particular, porque desde luego Libia no va a poder hacer nada para defenderse de la que le viene encima, (de hecho creo que no va a haber tiempo ni para que lleguen todos los países antes de que acabe esta guerra). Pero lo que si me asusta y mucho es esta escalada de los países que para salir de los marrones que van surgiendo se van metiendo en charcos cada vez mayores, y ahora mismo ya no se cortan ni tan siquiera en soltar bombas al por mayor.