Hace unos meses colocaba un post que había titulado: “El banco de España prohibiendo la competencia y el resultado de la lotería de las gasolinas: ¡Evitar Repsol!” . Básicamente trataba de exponer el absurdo del Banco de España, Banco Central Europeo y Ministerio de Economía, tratando de evitar que las cajas compitiesen vía precios por el dinero.
Se pueden dar las justificaciones que dé la gana, pero la realidad antes y la realidad es ahora, es que lo único que hemos oído es que las entidades financieras estaban metidas en una absurda guerra de precios, en la que todos perdían. Lo cierto es que asustaba pensar el punto de podredumbre mental al que habíamos llegado, cuando los dirigentes económicos en pleno y por cierto un tal Botín, no entienden que lo realmente absurdo es cargarse de un plumazo todas y cada una de las premisas bajo las que la economía de mercado funcione.
Para que la economía de mercado funcione tiene que haber un equilibrio entre oferta y demanda y desde luego tiene que haber competencia. En lo que respecta al equilibrio, lo cierto es que ya se han ocupado de realizar unas cuantas reformas para seguir profundizando en un desequilibrio salvaje; y lo poco que quedaba de competencia, acaba de dar la puntilla.
Ahora mismo iba a decir que mayor burrada no se puede dar; pero lo cierto es que según estaba escribiendo esto, me estaba dando cuenta que el nombre del post de diciembre era muy expresivo: “el banco de España prohibiendo la competencia”; lo malo es que no me ha dejado margen para tratar de describir la situación actual. En definitiva, la realidad es que Ahora sí que se prohíbe la competencia directamente. Por tanto, en lugar de tratar de defender que no se puede cometer mayor burrada, tendré que directamente decir que no se me ocurre como LA VAN A SUPERAR; porque mientras no les paremos los pies a toda esta caterva de personajes superarán todos los límites que se nos ocurran con una facilidad que en particular me fascina.
Estamos en un país en que los de siempre rechazan en el congreso la imposición de límites a la clausula suelo, que a su vez ha sido declarada abusiva por unos cuantos tribunales ya, (lo cual nos lleva a la curiosa sensación de que una vez más no están por la labor de regular los abusos), y tras una reforma de la justicia digna del fascismo, donde se limitan los accesos a los recursos para los casos en los que a la banca le interesa, otra donde se limita de forma LITERAL y por escrito la capacidad de decisión de los acreedores no financieros en las suspensiones de pago, y que para tratar el tema de ciertos enriquecimientos injustos, (justos según el tribunal constitucional porque una norma lo ampara), se crea una subcomisión en el congreso que, a su ritmo vaya mirando la cosa.
En un país en el que no parece haber limites a la imposición de intereses y gastos desproporcionados de un sector financiero que está totalmente descontrolado y que no hemos hecho otra cosa que rescatar, nos encontramos de repente un límite a la remuneración de depósitos. Tengo que reconocer que la realidad es que no están protegidos sino que se están usando las mismas tácticas que se han usado para acabar con la guerra de los precios de las tabacaleras, (imponiendo una estructura de costes que haga inviable la competencia), o la táctica de las gasolinas.
Es cierto que cuando colgué el post sobre lo del tabaco tuve que asumir que existen ciertos prejuicios con el tema. Esto de que se elimine la competencia en el tabaco es bueno ¡por que los fumadores caemos mal!; (aunque no se entienda que se rescate a los proveedores); en el caso de las gasolinas y demás cosas relacionadas, siempre tenemos el medio ambiente, que no es otro cuento en el que se olvidan comentarnos todos los trucos que se usan para conseguir un negocio impresionante.
Pero ahora a los conductores y fumadores, de repente se une un nuevo tipo de persona que tampoco parece tener encaje en la sociedad. Aquellos que quieren obtener una rentabilidad por su dinero sin correr riesgos. ¿Cómo se les puede ocurrir?. No es que sean malas personas en sí mismas, sino que interfieren en los intereses de las entidades financieras, que suelen preferir que los riesgos los corran los clientes, mientras los beneficios queden en casa.
Esta es una de las razones principales de la medida de luchar contra la remuneración de los depósitos. Desde luego la más obvia es que en un producto sencillo, como son los depósitos, la única forma de competir por parte de las entidades es el precio. Una imposición a plazo fijo es algo parecido a un préstamo al banco a un tipo de interés a un plazo determinado; aunque técnicamente no sean lo mismo convendría recordar que al revés no hay problema alguno para identificar el Euribor como un tipo de interés de préstamos, (aunque en realidad sea el resultado de una encuesta en la que preguntan por depósitos a un período determinado).
En todo caso, la posibilidad de diferenciación estriba en el precio del dinero. Por lo tanto acabando con la competencia vía precio, se acaba con la rentabilidad del producto y en consecuencia todo son ventajas para los bancos.
Pero la segunda ventaja es importante es que favorece las oportunidades de diseño de nuevos productos en los que las entidades financieras pueden conseguir directamente un importe sobre el dinero de los que tengan ahorros, sin correr el riesgo. Esta es básicamente la ventaja que he intentado mostrar en el post en el que analizaba la propuesta de “el coeficiente de caja al 100%”. Se buscan todas y cada una de las formas de traspasar el riesgo a los que tengan fondos, que serán ahora presa más fácil de todos los mensajes para entrar en fondos ligados a la inflación, valores convertibles, participaciones preferentes, estructurados varios y un sinfín de productos que tienen toda una característica en común. Si las cosas salen bien, la banca se lleva una suculenta comisión y el cliente una rentabilidad, pero si van mal, la banca se lleva una suculenta comisión y el cliente una bronca por no haberse enterado de la trampa.
Todo ello en un entorno en el que la información, el poder, la normativa y la capacidad de organización y presión diseñan una situación totalmente esperpéntica en la que todas las medidas, se apoyan en un “comodín de la reactivación del crédito”. Por supuesto, esta medida tampoco va a reactivar el crédito, aunque esto lo sabe perfectamente el gobierno, porque si está proponiendo esta medida para abaratar el crédito, (como miente Elena Salgado), lo que se hubiese hecho es limitar los tipos de los préstamos. Pero claro; cuando la banca cobra ¡esto sería intervencionismo y atentar contra el libre mercado!.
Lo de que la banca española no ha tenido ayudas, (que seguro que oiremos), supongo que no deja de ser otro mal chiste de esta época.