Todo se desmorona, y tengo la impresión de que nadie sabe por qué. Pudiera ser que fuese toda una conspiración, pero en realidad estoy convencido desde hace tiempo que es porque la tontería campa a sus anchas por las insignes cabezas pensantes en el poder político y económico y así nos va.
Cualquiera explicará hoy lo sucedido por la crisis de deuda, pero en realidad esta explicación es completamente absurda, ya que algún día tendremos que partir de la idea de que el endeudamiento es la primera causa de los problemas. A veces parece que se concibe el endeudamiento como un deporte que todo el mundo quiere practicar, pero curiosamente nadie parece entender que el endeudamiento no es más que una consecuencia de un desajuste terrible entre rentas y gastos. Ya sea a nivel países, como a nivel empresas o a nivel particulares, la realidad es que el endeudamiento es lo que surge cuando los ingresos y los gastos están descompensados.
Y esto es lo que ocurre en las burbujas, donde se intercambian determinados bienes a unos precios que no corresponden, (usando para ello los fundamentales fundamentados como les de la gana a los analistas de turno), lo cual significa que unos se llevan el dinero y otros la deuda. En este esquema el problema no es el endeudamiento, sino que no sea posible endeudarse más.
Y esto tan sencillo es lo que no son capaces de entender estas preclaras mentes que nos gobiernan, que proporcionan siempre la misma medicina para todo el mundo, sin tener en cuenta ni las circunstancias particulares, ni tan siquiera que esto es lo que nos ha traído hasta aquí. Y al final toda la carga intelectual de las actuaciones que se ofrecen es ofrecer todo tipo de ayudas a los mercados financieros y limitarse a slogans del estilo: “reformas necesarias para el crecimiento” o sobre todo el “todo por el empleo”.
En este sentido, y centrándonos en España, resulta que el ministro de trabajo, un tal Valeriano Gómez, que hasta ayer era sindicalista, (pero al que no le ha costado absolutamente nada cambiar el discurso con un maletín en la mano), ha salido a la palestra esta semana a comunicar que no es momento de incrementar el Salario mínimo interprofesional, ya que realmente lo que se trata es de que se contrate gente. Por otra parte, el nuevo candidato del partido socialista obrero español, (Se distingue del antiguo presidente porque lleva la chaqueta al hombro en lugar de puesta), que se llama Alfredo Punto Rubalcaba, ha reclamado un pacto de rentas entre empresarios y trabajadores, para mejorar la competitividad.
En definitiva, tenemos a nuestros políticos, (los del gobierno que hablan y los de la oposición que piensan lo mismo pero callan), otra vez a vueltas con las mismas historias con las que llevan años, sin entender precisamente que están proponiendo la debacle mundial.
El Valeriano, debe creer que los empresarios contratan porque los trabajadores están de oferta o por hacer un favor a la sociedad, y en realidad está olvidando lo obvio. Los empresarios contratan cuando lo necesitan y porque lo necesitan. Y es importante entender que los empresarios necesitan trabajadores, cuando tienen que producir. Es así de simple. Por descontado, tal y como no conozco a nadie que se sienta especialmente contento cuando se endeuda, (aunque se endeude, seguro que prefería no tener deudas), tampoco conozco a ningún empresario que se dedique a producir para llenar almacenes. Y en consecuencia tenemos la necesidad de tener clientes, para lo que se necesitan personas con RENTAS, o lo que viene a ser un sueldo decente. Por lo tanto, puede que no considere importante elevar los sueldos, pero lo que está claro es que en la situación en la que estamos los españoles, la realidad es que si no se incrementan los sueldos ¡jamás se recuperará el empleo!.
Claro que hay muchos que se apuntan al sector exterior como opción, entre ellos la CEOE, que ahora se sorprende de que sea este sector el único que está tirando de la economía. En cierto punto es normal que se plantee esta opción como salida natural, al haber sido la opción que ha tomado Japón tras el colapso tras las sucesivas burbujas a finales de los 80. El sector exterior de Japón ha permitido que el país sobreviviese (no que mejorase, porque la deflación y la recesión de Japón se miden ya por décadas). Sin embargo, parece todo el mundo olvidar que una cosa es que un país tenga este problema mientras el resto del mundo crece y tiene inflación, de tal forma que el sector exterior puede tirar tranquilamente lo suficiente para mantener el país sin derrumbarse, y otra muy distinta es que te ocurra esto cuando el resto del mundo se derrumba. ¡porque esto afecta o afectará tarde o temprano al sector exterior!.
En este sentido, ya podemos olvidarnos de compararnos con la situación de Japón, (y de hecho incluso Japón ya no se puede comparar con la situación de Japón en esas fechas), porque no procede.
Lo que tenemos que asumir es que estamos ante un problema de rentas y por tanto en este sentido debemos enfocarlo. La frase del pacto de rentas, la ha soltado Alfredo “el punto” Rubalcaba, pidiendo ¡moderación salarial!, (¿es que no saben decir otra cosa?), olvidando que esto de la moderación salarial ya suena incluso a chiste en esta situación.
En fin, mientras sigamos a vueltas con las medidas absurdas para salir de la crisis, obviando tanto el sentido común, (que nos dicta perfectamente como estamos), como la historia pasada, no vamos a mejorar y lo vamos a repetir siempre. Es puro sentido común; con la bajada de sueldos, nadie puede pagar las deudas, ni consumir, por lo que las empresas no venden y por tanto no pueden pagar sus deudas, y por tanto los bancos no cobran de los unos y los otros, y durante un tiempo pueden seguir tapando las miserias con manipulación, con créditos y con todo tipo de trucos. Hasta que de repente nos encontramos en esta situación.
En definitiva es lo que ocurre cuando todo el mundo está empeñado en recetar DEFLACIÓN.