La semana que viene se cumple el segundo aniversario de este blog; ¿quien lo iba a decir?. Es una travesía que tiene algunas cosas muy buenas y otras que no lo son tanto. Desde luego lo mejor es y ha sido la participación de bastante gente. Ha habido post polémicos, ha habido discusiones encontradas en los comentarios, pero desde luego lo que sorprende en estos tiempos es que sigo sin encontrar insultos y sí mucho esfuerzo y mucha argumentación.
El mejor aspecto es que con los argumentos, (los en contra y los a favor), ha servido para que esté aprendiendo un montón. En todo caso, debo reconocer que esto de aprender, investigar y hacer algo es algo que califico como de bueno o malo según el día que tenga.
Un buen día alguien que no está pasando una buena época o que no ve nada clara la situación te pregunta: ¿Qué puedo hacer?. Y ese día ¡estás jodido!. La pregunta no es a nivel particular, porque todos sabemos que en la situación de hoy hay personas que están bien, (pocas), personas que están cabreadas, (unas cuantas más), y luego hay otro tipo de personas que transitan hacia la desesperación pasando por la desesperanza.
Lo lógico y normal es recomendar a todo el mundo que trate de hacer lo que yo hago. Pero llega un momento en que te das cuenta de que no puedes decirlo; simplemente no puedes recomendar a alguien que haga lo que tú estás haciendo; Es en este momento cuando te sientes como un soberano gilipollas. ¿Existe alguna prueba mejor de que te has equivocado que el momento en que no puedes recomendar lo que tú harías?.
Hoy no le puedo decir a nadie en una situación delicada, que se dedique a investigar, a informarse, ni tan siquiera a pensar sobre la situación. Puede parecer muy duro, pero es lo peor que se puede hacer. Mi contestación a un amigo (no estoy hablando de las contestaciones enlatadas que a veces tienes que soltar en la vida real al cuñado de la prima tercera de Badajoz), es que tire para adelante sin preocuparse mucho, con la coletilla del “ya cambiará”. Pero lo que no puedo hablarle es de la situación actual, ni de la travesía en el desierto.
Entonces me doy cuenta que realmente desearía no saber absolutamente nada, volver a no tener ni puñetera idea y olvidar todo lo que he visto. ¿Qué nos están robando?. Pues cojonudo, pero ojala no lo viese. Total, soy perfectamente consciente de que ni lo he evitado, ni lo voy a poder evitar. De hecho tengo tal retraso mental que siempre he sabido que no podía evitarlo.
Aún así en su día comencé a rascar, a bucear y a intentar pensar. De ahí a este blog no fue más que un paso lógico. La pena es que no soy capaz de identificar un día en el que pasé de un pringadillo que pasaba por ahí, a ser un pringadillo que junta letras en un blog tratando de exponer el ridículo de este mundo económico. Es una pena, porque podría arrepentirme de el error de ese día, y soñar con volver atrás y en lugar de abrir un periódico económico o lo que sea, pues agarrarme una botella de whisky y beberla enterita. Pero no hubo ese día, y hoy resulta que aquí estoy, (y sobrio).
De vez en cuando me repito (y repito a todo el mundo), que este blog es “lo que tengo que hacer”, que es para tratar de cambiar las cosas, y todas estas cosas; pero a veces me pregunto si esto es cierto, o si simplemente es algo que ya no puedo evitar. Tampoco tiene demasiada importancia, porque sea como fuera, el caso es que de repente estoy delante del ordenador, a ratos fisgando, y a ratos escribiendo post.
En cierto sentido, a veces me siento como el que ha mirado un accidente cuando no debería. Simplemente no se puede evitar. El caso es que aunque me arrepienta de haber comenzado a mirar, ahora mismo, simplemente no podría dejarlo. O sea que de vez en cuando pido un poco de paciencia, y abusaré soltando un puro y duro desahogo, que creo que es necesario para aliviar un poco la presión.
Alguna de las críticas que me ha caído es aquella de que “sólo pongo lo que veo mal”, que yo completaría con lo de “sólo pongo algunas cosas de las que veo mal”, (porque el factor tiempo es importante), y tengo que decir que sí; que realmente este blog no es más que el instrumento que tenía a mi alcance para tratar de denunciar toda una serie de decisiones, medidas o situaciones que provocan efectos en las personas. ¡y ojalá este blog no tuviese sentido!.
Esta es la clave de este blog, o por lo menos lo que me ha llevado y lo que lo mantiene. La utilidad puede ser bastante limitada y desde luego los cabreos que origina la búsqueda de información no suelen compensar las alegrías, pero cada vez estoy más convencido que es algo inevitable.
En fin, lo que queda ahora es empezar un nuevo año, y seguir tratando de avanzar; y lo de siempre; repetir los agradecimientos a todos los que han contribuido en lo que es el principal motivo de orgullo que tengo de este blog, la educación, la inteligencia y unos valores de los que de vez en cuando se habla, pero que veo a diario. Yo sólo espero poder contribuir tratando de mejorar este blog, algo sencillo porque es evidente que hay más recorrido que hacía atrás.
Gracias