Estos días ha tocado hablar de los depósitos y por supuesto de la conveniencia de cancelar los depósitos debido al riesgo. En este momento tenemos que tener en cuenta que existen dos tipos de riesgo distintos. (y un tercero que podríamos llamar anexo).
En el caso de los depósitos el único riesgo que se corre es el de insolvencia de la entidad financiera. En caso de que no exista insolvencia, siempre tendremos claro el importe que vale este activo financiero o lo que es lo mismo, el dinero que podremos percibir por este instrumento en cada momento en particular. A la vista de cualquier contrato de depósito todo el mundo podrá calcular sin demasiados problemas el importe que se debe percibir.
En el caso de deuda pública o instrumentos de renta fija, tendremos que tener en cuenta que al riesgo de insolvencia del emisor, tenemos que unir el riesgo de liquidez. En cualquier instrumento de este estilo, nos encontramos que podemos tener un calendario en el que recibiremos determinados pagos. El riesgo que corremos en este caso es el de liquidez en el período que media entre la emisión y el vencimiento, lo que significa que si hoy compramos un titulo de renta fija, no podremos saber el precio que obtendríamos por el activo en caso de tener que venderlo antes del vencimiento. En este caso, podemos obtener un gran beneficio o una gran pérdida, por lo que el riesgo en esta situación es elevado. Por tanto para este tipo de activos el riesgo varía mucho en caso de que se vaya a vencimiento, (únicamente sería el de insolvencia), o no, (dónde se dispara).
Adicionalmente tenemos los títulos de renta variable, que comparten los mismos parámetros con la renta fija, salvo que no tienen vencimiento y por definición no tengan la obligación de proporcionar unos tipos de intereses fijos. Es decir, la diferencia entre un titulo de renta fija y un titulo de renta variable es que no tenemos garantía sobre los rendimientos, tanto de los intereses como de la diferencia de precio cuando lo convirtamos en dinero.
Y por último tenemos aquellos activos que no proporcionan renta y que compramos tan solo porque esperamos obtener un rendimiento por la diferencia de precio entre la venta y la compra. En este sentido nos encontramos todas las materias primas, (incluido el oro, petróleo, derechos de CO2, y todo lo que se nos ocurra). El riesgo de estos productos es evidente que se encuentra en el precio del producto.
Cuando hablamos de fondos de inversión o derivados de algunos de los anteriores, tenemos que tener en cuenta que al final estamos hablando de una serie de productos que en definitiva comparten en el fondo estas características, (en unos casos suavizando las rentabilidades a cambio de disminuir el riesgo y en otros incrementando el riesgo, para buscar una rentabilidad mayor).
Teniendo en cuenta que esta es una clasificación muy básica, podemos tratar de sacar algunas conclusiones sencillas, y sobre todo es importante entender el concepto de correlación. En este sentido está claro que el riesgo de los depósitos es muy inferior al del resto de los activos, con la excepción de los títulos de deuda pública, siempre y cuando estemos seguro de llevarlos a vencimiento.
Pero lo que tenemos que tener en cuenta es para el caso de que existan problemas, o dicho de otra forma, en el momento en que entre en juego el escenario que activaría el fondo de garantía de depósitos. Es decir, ante una quiebra de un banco, ¿Qué ocurriría?.
En este sentido, imaginando que el fondo de garantía de depósitos pueda pagar lo que se garantiza, seguiríamos estando en un entorno de riesgo cero. Sin embargo, los datos que he tratado de colocar estos días, me llevan a la conclusión de que el fondo de garantía de depósitos no podría atender los pagos derivados de la caída de ninguna entidad financiera. En este sentido, la concentración a la que hemos asistido, es otro detalle importante, porque la cantidad necesaria para garantizar los depósitos no es la misma en un entorno de 50 entidades pequeñas, que en el entorno de pocas entidades con tamaño elevado.
En el caso de que no se pudiesen atender los pagos, tendríamos solamente dos opciones; o la dinámica de concurso o la más probable que sería “el corralito”. Desde luego esta segunda es la más probable, y supondría que las personas no perderían “nominalmente” sus ahorros, pero que no podrían acceder a ellos. Para entendernos, una persona que tenga 10.000 euros en el banco, seguiría teniendo 10.000 euros, (otra cosa es lo que valdrían), pero no podría disponer de ellos; hasta que se solucionase el problema que tendría que pasar necesariamente por la salida del euro y la impresión de moneda para cubrir, (lo que puede generar inflación y por tanto pérdida de valor del dinero).
Pues teniendo clara esta situación, tendremos que acordarnos de analizar las distintas correlaciones. Es decir; normalmente se comete un error, quizás interesadamente, que es tratar de analizar los riesgos de forma independiente. Un ejemplo típico es aquel que compara los depósitos de telefónica con los depósitos; en este sentido se habla de que en un entorno en el que los depósitos corren peligro, puede parecer que invertir en acciones de Telefónica son más seguras.
Sin embargo, lo que no parece que tenga claro todo el mundo es una simple correlación. Por supuesto, debemos entender que nos referimos a la correlación conceptual, y no a la estadística, porque no podremos saber jamás la correlación entre “corralitos” y el valor de las acciones de Telefónica, por la misma razón de que los modelos nunca nos devuelven el valor “quiebra”; no existen datos para la correlación estadística.
Pero supongo que todo el mundo entiende que una situación en la que un banco no pudiese atender los depósitos, significaría corralito para el conjunto de las entidades financieras, (ya que entre otras cosas, a la hora de buscar la no estigmatización, todas parecen iguales y en consecuencia, el pánico afectaría a todas). En esta situación, no será nada complicado tratar de adivinar cómo se van a comportar los mercados financieros, (probablemente incluso los mundiales).
Pero el problema no es que “el corralito” hunda los mercados financieros, sino que además tenemos que entender que lo más plausible es que este proceda de la caída de los mercados financieros. Es decir, mientras los mercados financieros se mantengan en pie, las entidades podrán obtener recursos. El escenario en que las entidades no puedan obtener recursos, necesita previamente que los mercados se hayan derrumbado. Lo cual a su vez, implica que los gobiernos habrán llegado al límite de las posibilidades de mantener los mercados financieros.
En una situación en la que las entidades no tengan liquidez para atender los reembolsos, lo que está claro es que el resto de los activos se habrán derrumbado y además provocará un derrumbe adicional difícil de cuantificar.
Los efectos prácticos de este razonamiento son sencillos; en una situación en la que los que tengan depósitos no cobren, los que tengan depósitos probablemente tengan un dinero bloqueado en el banco, pero los que hayan invertido en otros activos financieros, habrán perdido gran parte de sus inversiones.
Respecto a la deuda pública, la situación es muy similar, ya que en la dinámica actual, la realidad es que los estados apoyaran a las entidades financieras hasta que lleguen al límite absoluto de las posibilidades. Esto implica que incluso la deuda pública tendrá un riesgo elevado en esta situación, aunque conceptualmente tenga menor riesgo, (porque la caída del país tumba los bancos, pero los bancos no tendrían que tumbar el país en caso de que dejase esta locura de apoyarlos en todo momento y lugar).
Por tanto, la realidad es que con todos los riesgos, los depósitos son el medio para dejar el dinero en el banco con el mínimo riesgo posible. Por supuesto esto es coherente con la baja rentabilidad que relativamente ofrecen respecto a las demás opciones que nos dan.
En todo caso, todo esto, debe ser leído pensando en “el tercer riesgo” que calificaba como añadido, que es el que estamos asumiendo cuando estamos en una situación novedosa y con toda una serie de desbarres legislativos, en el que además la tendencia es a repartir los riesgos entre todo el mundo. Lo que significa en la práctica esta tendencia es que todo los análisis que se puedan hacer y todas las decisiones que se puedan tomar hoy, pueden verse afectadas, (tanto de forma negativa, que es lo más probable, como positiva), por cualquier ocurrencia que se les ocurra a las entidades y a los políticos.
Nota del 16 de marzo de 2013: Hoy se ha conocido, que ayer viernes de madrugada se acuerda el rescate de Chipre, en el que una de las condiciones es la existencia de quitas a los depósitos. En consecuencia, activo la previsión mencionada en el párrafo, y obviamente queda sin efecto bastante de lo dicho:
En términos prácticos, la no perdida “nominal” de depósitos pasa a ser algo plenamente posible. Sin embargo mantengo todo lo relativo a las relaciones y correlaciones, (aunque no sean inmediatas debido a las distintas manipulaciones). Esto significa que los riesgos para todo el sistema, (y en particular de las alternativas son hoy mayores que ayer).
Lamento profundamente el error, y lamento profundamente no poder ofrecer recomendaciones, en lugar de intentar ofrecer largos rollos sobre el porque están ocurriendo determinadas cosas. (Colocó un post para explicar esto)