Buenas gentes, muy leídas en Krugman, me han comentado al respecto de mi anterior entrada (Dos simplezas en torno a la crisis) que una política de reducción del déficit que sea, sin embargo expansiva fundada en el Teorema del Multiplicador Equilibrado (al contrario de la que se propugna desde el ámbito de la Economía Neoclásica dominante, que es -como estamos sufriendo- depresiva), tendría una debilidad, una gran debilidad, cual es la que esconde el repetido argumento krugmaniano que, achacando todo lo que sucede a la economía española a la subida de los costes salariales monetarios y el consiguiente déficit comercial con nuestros socios comunitarios tras la entrada en el euro, plantea como ineludible mecanismo de recuperación la caída de los salarios monetarios.
Tal cosa, dicen Krugman y los suyos, vía recesión y sufrimiento internos -eso sí-, provocaría una deflación que estimularía las exportaciones españolas y dificultaría las importaciones, o sea, que vía una devaluación interna (ya que la externa es imposible por estar con una moneda común), la economía española conseguiría -aún renqueando- generar la suficiente demanda del exterior para ir saliendo de la crisis y la depresión. El caso, se me dice, es que aún la débil política expansiva que defiendo -dada la obligada necesidad de buscar el equilibrio presupuestario que impone el marco institucional y constitucional delirantemente masoquista que España y la UE se han autoimpuesto- no facilitaría, sino todo lo contrario, esa "necesaria" devaluación interna.
Dejaré para más adelante el tratar explícitamente del diagnóstico de Krugman, respecto al que diré, no obstante, que estoy sustancialmente en desacuerdo, y me centraré en la cuestión de cómo hacer que el sector exterior ayude a la política expansiva que proponía en el post previo. En principio, parece harto complicado dado que por pertenecer al "mercado único" no se puede penalizar diferencialmente a las exportaciones de bienes "alemanas" y favorecer diferencialmente a la nuestras mediante aranceles aduaneros, que es lo que se espera conseguir "legalmente" con la devaluación interna, ésa que puede poner en riesgo cualquier política "expansiva" aún tan moderada como la que defiendo. Pero creo que, dentro del marco legal existente, hay posibilidades de política práctica que pueden usarse. Se trata de obtener recursos para las arcas públicas a la vez que se favorece la producción interior.
Como no es ni de lejos mi especialidad el describir marcos concretos de actuación, no puedo proponer un sistema general de medidas que persigan ese objetivo, o sera, el simular un sistema de aranceles de modo que aumenten legalmente el precio de los productos extranjeros y aumenten la recaudadción del estado español. Pero se me ocurren así, de botepronto, un par que quizás puedan ser eficaces. Una de ellas es muy simple y consiste en gravar el uso de las autovías y autopistas españolas mediante peajes, pero solamente en los carriles de entrada para los vehículos de transporte de mercancías (no de turtistas), o sea, camiones procedentes del resto de Europa (en justa aplicación del sistema de peajes usado en otros países como Alemania o Portugal). El coste de su instrumentación sería bajísimo y se reduciría a instalar peajes en las entradas de Irún, La Jonquera y Algeciras. Adicionalmente. De modo complementario, y con el mismo fín, habría de instrumentarse otra política que penaliozase el uso de las otras vías de entrada de los productos extranejeros en nuestro país: habrían para ello de multiplicarse las tasas portuarias y aeroportuarias, también exclusivamente para los barcos y aviones de mercancías, que descarguen en los puertos y aeropuertos nacionales.
Las ventajas serían claras. Por un lado, la recaudación serviría para enjugar el déficit público. De otro, aumentaría la composición de la producción interna en una demanda nacional aumentada por la política fiscal suavemente expansiva, como la que propongo. Y, creo, que todo de forma "legal". Y estoy seguro que debe haber una cantidad enorme de mecanismos más sutiles y también legítimos de remedar una devaluación interna sin deprimir la demanda agregada y causar una depresión que es a lo que la política neoliberal del Gobierno nos lleva y la política krugmaniana también. Se trata en último término de que "ellos" o sea "los países" que defienden estas absurdas políticas sadomasoquistas contribuyan a pagarlas. ¿Acaso no ha sido desde siempre una buena política en todo tipo de asuntos privados y públicos aquella que establece que cada uno se pague sus propios vicios?