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                                   FERNANDO ESTEVE MORA

Al principio del confinamiento caí en el vicio de consumir series de televisión "en vena". Como no se podía salir, me pasaba un montón de horas viendo capítulo tras capítulo de alguna serie sin control alguno, un comportamiento similar por no decir igual al de los drogadictos. Una de esas series que me ví en dos días fue La casa de papel, concretamente las temporadas corespondientes al robo en la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre.  Como me he ido desenganchando de esta "droga" a la vez que se ha ido produciendo la desescalada, ya no he visto la segunda serie de temporadas (que, según me han dicho, va de robar al Banco de España), por lo que no sé si el asunto del que va a ir esta entrada tiene nuevo, mayor y mejor tratamiento en esta nueva entrega.. Si lo tiene, confío en que alguno de los lectores me lo haga saber ponerme a verla.

 

El caso es que en el último capítulo de la primera serie, hay una escena en la que el protagonista,  "el Profesor" responde a las dudas éticas que -como es de esperar- tiene y ha de tener obligadamente dada su profesión,  "Raquel", una inspectora de la policía, acerca de la moralidad del "robo" que el profesor y su banda están  llevando a cabo. No tengo la transcripción exacta del diálogo, pero confío en no alejarme de la esencia de su contenido, así como confío en que al hacerla  no le esté haciendo un "spoiler" a ningún lector. Esta es mi transcripción:

"-Raquel: No te quiero oir,

-El Profesor: ¿No me quieres oir? ¿Por qué no me quieres oir?... ¿Porque soy de los malos?.

Te han enseñado a verlo todo en concepto de buenos y malos...Pero lo que estamos haciendo nosotros , si lo hacen otros te parece bien:

En el año 2011, el Banco Central Europeo creó de la nada 171.000 millones de euros. De la nada..."

 

y "el Profesor" sigue contándole a Raquel que en los años posteriores, el BCE siguió haciendo  lo mismo aportando una ristra de datos. Tras esa serie de cifras, el "Profesor" entra en "nuestra" materia de la siguiente manera:

 

"¿Sabes adónde fue a parar ese dinero? ...A los Bancos. Directamente de la fábrica fue a los más ricos. ¿Y dijo alguien que el banco Central Europeo fuera un ladrón?...Inyección de liquidez, lo llamaron...Y lo sacaron de la nada, de la nada".

 

Entonces, "El Profesor" coge de un paquete de billetes de 50€ uno, se acerca donde está maniatada Raquel , y empieza a romperlo delante de ella, a la vez que le dice:

 

"¿Qué es esto? Esto no es nada. Esto es papel, papel...Yo estoy haciendo una inyección de liquidez, pero no en los bancos, sino en la economía real de este grupo de desgraciados que es lo que somos...para escapar de todo esto"

 

Perfecto. En unos pocos planos, una auténtica lección de economía monetaria. En serio. No exagero nada. En efecto, por un lado,  está la consideración del dinero como papel moneda, es decir como  papel impreso, con un escasísimo por no decir que despreciable, valor intrínseco (o sea,el valor del billete como un trozo de papel impreso y coloreado)  tanto en términos absolutos como relativos, es decir, en relación a su valor como dinero, a su valor como signo de poder de compra.

 

Y, si eso es así, que lo es, si el valor intrínseco del papel moneda es casi nulo, ¿cuál es entonces el coste del "robo" que hacen "el Profesor" y sus compañeros a la Casa de Papel Moneda? Pues, realmente, muy muy pequeño. Pues al margen de su valor intrínseco,  el coste de ese "robo"  dependerá de la pérdida que ello suponga para su dueño, o sea, del  valor que ese dinero tenga para su propietario.

 

Pero, ¿quién es el dueño del dinero que "el Profesor" y sus compinches fabrican en la Casa de Papel Moneda?, ¿de quién es ese dinero que la policía dice que "roban" en la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre? ¿De quién concretamente? Pues, realmente, es casi difícil decirlo: es un dinero que no es de nadie, pues nadie puede decir que sea suyo por habérselo "ganado" honradamente: haciendo algo que otros valoren, que es como en una economía de mercado se suele ganar dinero de modo productivo o eficiente, o por haber recibido una donación o transferencia de alguien que fuese su dueño por haberlo ganado productivamente.

 

En consecuencia se tiene que , como el dinero que  fabrican en la Casa de Papel Moneda no es de nadie, a nadie le "roba" el grupo de desgraciados formado por "el Profesor" y su banda cuando lo hacen y se lo llevan. O sea, que a nadie le cuesta prácticamente nada el que así lo hagan.

 

Para que no enturbie el argumento la trama policial, con los costes asociados al despliegue de medios y demás historias, y para ir acercando el argumento a un asunto importante de la realidad, imaginemos  una situación parecida  en la que un "desgraciado" sujeto, tanto como lo son los de la banda del "Profesor", al que llamaremos C por "cigarra" en vez de llamarlo por el nombre de una ciudad, le debe a otro llamado H, por "hormiga", una cantidad de dinero, por ejemplo, 1000€. Ha llegado el tiempo de pagar pero resulta que C no tiene  dinero para hacerlo, y por eso es un desgraciado,  pero resulta que es muy amigo de un impresor de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre que puede en un descuido imprimir unos cuantos billetes de 100€ y dárselos a C. Así lo hace, y luego C le paga a H... y santaspascuas.

 

¿Qué ha pasado en términos económicos? ¿Le han robado C y su amigo a alguien esos 1000€ para pagar a H? ¿Han perjudicado a alguien? Algo han "robado", sí. Pero la verdad es que muy poco: unos pocos papeles y algo de tinta. Pero nada más, por lo que el valor del papel moneda fabricado ha sido nimio. 

 

Pero, por otro lado, gracias a ese supuesto "robo"  ha pasado algo bueno, muy bueno.  Algo que teŕoricamente se conoce como "mejora paretiana", o sea, un "cambio" de situación  en que nadie pierde y alguien sale ganando. Gana H que recupera sus 1000€, C gana porque su situación financiera deja de estar en números rojos. Sencillamente, se ha resuelto el problema de la deuda C con H, que tan desgraciado le hacía,creando dinero...de la nada. Y nadie sale perjudicado. Nadie, ¿no?

 

Como le señala por otra parte "El Profesor" a Raquel, su amada policía, eso es exactamente lo que hizo el Banco Central Europeo con los Bancos privados que estaban con problemas en la anterior crisis financieras. Creó dinero de la nada y se lo dió a esos bancos endeudados y en  quiebra para que sus propietarios y directores no se viesen o sintiesen tan desgraciados como la banda de "El Profesor"  en la serie televisiva o como el señor C en mi ejemplo. Nadie debería haber salido perjudicado pues no era dinero de nadie. Era dinero creado de la nada

 

Por supuesto que ante esta "solución" tan simple al problema de los "desgraciados" por endeudados: el darles dinero creándolo de la nada, los grandes economistas señalarán que no ocurre así, que tal manera de proceder no genera una mejora paretiana. Que, por seguir con mi ejemplo,  H pierde en la medida que la creación de dinero que el amigo de C hace para que este pague su deuda con H, se traduciría en un aumento del nivel de precios, en una mayor inflación, y ello  al  desvalorizar el valor del dinero, implica que C realmente no le pagaría a H los 1000€ que le debe, sino una cantidad inferior, luego H perdería dinero, por lo que tal modo de resolver el problema de la deuda de C no  sería una mejora paretiana.

 

Pero, claro está, lo anterior sería cierto si y sólo si la creación de dinero "de la nada"  genera inflación. Obviamente, con el dinero que crean y se apropian la pandilla de "El Profesor" poca inflación se puede crear. Pero puede pensarse que sucedería de otro modo, si los "desgraciados" son bancos o países, y las cantidades ascienden a muchos miles de millones de euros. Sin embargo, no sucedió así en la anterior crisis económica...Y tampoco puede pensarse razonablemente que quepa esperar una inflación desaforada  en una situación como la actual, dados los actuales niveles de desempleo y de reducido uso de la capacidad productiva en los países "desgraciados" a consecuencia de la crisis sanitaria asociada al coronavirus, como es España, por lo que el que el BCE diese dinero creado de la nada, a España y otros desgraciados países golpeados por esta crisis sería una obvia mejora paretiana.

 

Pero los economistas más neoliberales o austriacos entre los liberales, señalan que tal método de hacer que los desgraciados dejen de serlo monetizando sus deudas, o dándoles dinero "por la cara", supone caer en un inequívoco riesgo moralo sea incentivar comportamientos que no se quieren incentivar por "incorrectos" o ineficientes económicamente.

 

No, al igual que estos economistas subrayan que no se debe dar dinero a los mendigos de las calles puesto que ello les incentiva a que se lo gasten en alcohol y mujeres (u hombres), sino que de ayudarles hay que hacerlo ofreciéndoles alimentos, agua, créditos  y -por supuesto-  lecturas económicas piadosas,(por ejemplo, blogs de Economía en los que se les enseñe que nada es gratis), tampoco hay que facilitar dinero a los pobres ni a los países endeudados como España pues ¡a saber dónde lo derrocharán inevitablemente! Manirrotos como los son, que lo llevan en la "sangre".

 

Pero, ¿es el riesgo moral o hay "algo más" también de carácter moral en ese rechazo a la creación de dinero de la nada para afrontar desgracias?

 

Veamos.  Como recuerda David Graeber en su libro Deuda.Los primeros 5000 años, el miedo a caer en un "riesgo moral" si se facilita la vida a los deudores es algo moderno pues fue históricamente lo normal la anulación recurrente y establecida de las deudas, o sea, el "perdón" o condonación  de las deudas por parte de los acreedores a los deudores como fruto de una "norma moral" con claro sentido económico, social y político en la medida que se dirigía a evitar los potenciales efectos desastrosos en todos los niveles de una comunidad dividida radicalmente debido al hecho de que una parte de sus componentes tuviese unas deudas elevadas  con la otra.

 

Esos jubileos de condonación de deudas, cuya normalidad era admitida generalizadamente como lo revela cómo  en el viejo "padrenuestro" se recitaba diariamente  aquello de "perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores", fueron típicos de tiempos históricos más civilizados, y hoy ya no parecen hallar defensa en estos tiempos donde se ha impuesto una "ética"  que prohibe toda cancelación de una deuda que no suponga un coste para el deudor. Sintomático, por cierto, a este respecto es el cambio en 1988 en el padrenuestro "oficial" en el que ha desaparecido la mención al perdón de las deudas, al ser la palabra "deudas" sustituída por la de "ofensas", y la palabra "deudores" por "los que nos ofenden".

 

 

La actitud contraria que se opone por un principio moral (más que de  riesgo moral) a la condonación de las deudas o a la financiación a fondo perdido (o sea, mediante la donación/creación de dinero de la nada) a quienes desgraciadamente tienen problemas favoreciendo por contra la financiación vía prestamos condicionados es la defendida de modol generalizado por  los ciudadanos de países en los que la ética protestante y calvinista, como demostró magistralmente Max Weber, logró imponerse en el siglo XVI y, desde entonces ha educado sentimentalmente a sus generaciones. Ello se ha traducido en que  los habitantes de  Dinamarca, Holanda, Flandes, Suecia y Noruega, Austria y amplias zonas de Alemania son por ello más propensos a ver el mundo y juzgar en términos de una suerte de contabilidad moral que convierte mágicamente a los deudores, que en puridad no son sino una de las partes de una simple transacción económica en que la única diferencia con las demás  es que en ellas se intercambia dinero, en algo más: en pecadores, de modo que no basta con el pago de la deuda para extinguir el débito: es necesario también para que la contabilidad se equilibre que ese pago vaya asociado o acompañado por el sufrimiento del deudor que redunda en un capital moral suplementario para el acreedor. 

 

O sea, que en la relación de deuda, para que esta se cancele, ha de haber, además del pago monetario por parte del deudor, una  penitencia,  o sea, un castigo, atricción, que refleje o revele que el deudor/pecador es moralmente inferior al acreedor . Y también, para completar el pago de la deuda, ha de haber de algún modo un propósito de enmienda, o sea, el propósito de convertirse en ahorrador/acreedor. Por ello, con esa forma tan escasamente económica de "ver" la relación de crédito/deuda , estas gentes del Norte y los economistas que hablan en su nombre economistas no conciben ni aceptan otra forma de afrontar y cancelar  una deuda que no sea la imposición de medidas de austeridad. Sencillamente sucede que  el pago de las deudas que no suponga también o adicionalmente un castigo, la asunción de inferioridad moral  y la imposición de una senda para que el deudor deje de serlo es para ellos insuficiente. Por ello, obviamente, los ciudadanos de estos países nórdicos, tan morales ellos, se oponen a todo tipo de formas de afrontar la presente crisis de las deudas públicas causada por la epidemia de coronavirus que sea incondicional, que suponga el darles a los países más desgraciados dinero "por la cara" para pagar las deudas que se han visto obligados a contraer,  pues ello implicaría que los deudores no recibirían su "merecido" castigo.

 

 Y es que, en el fondo, lo que quieren los acreedores y los economistas que los defienden,  no es sólo cobrar los préstamos e intereses que pactaron con sus prestatarios, sino algo más. Lo que quieren es que el pago de su deuda le sea además  costoso al deudor, o sea, que el deudor lo pase mal como "compensación" o reconocimiento de la superioridad moral de los acreedores de los ahorradores. Y, claro está, si el pago de su deuda lo puede hacer el deudor sin pena alguna, como en nuestro ejemplo por la "ayudita" del amigo de la FNMT, pues entonces, para el prestamista aunque cobre lo que se le debe  no es lo mismo. Le falta que el deudor sufra.

 

Me han dicho que La Casa de Papel ha sido todo un éxito de audiencia en esos países del norte de Europa. Pero no puedo sino preguntarme qué habrán sentido quienes la han visto por allí cuando hayan visto que "el Profesor" y sus secuaces acaban ganando la partida a la policía y se escapan con el dinero que han fabricado a disfrutar del mismo en unas islas paradisíacas sin "dar palo al agua". Supongo que, para su concepción calvinista de la vida, ese final es auténticamente inmoral. Propio por lo demás -estoy seguro que pensarán-, de una serie española.

 

 

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  1. #1
    24/06/20 17:55
    Buenas tardes, “profesor”, retomamos las lecturas después de haber terminado exámenes.
    Veo que vamos de políticas monetarias, en mi opinión el dinero no es más que un vehículo, para algunos deberían tener paridad con ciertos metales, para otros es el resultado necesario para realizar transacciones comerciales y para otros son el resultado del pago de impuestos a un estado.

    El problema viene, cuando el dinero sea que el que sea, acabe siendo un fin, no un medio, y eso también ocurre con las políticas monetarias, que acaban siendo un fin, no un medio. En la historia hay pinceladas de todos los gustos, lo cierto es, que algunos “Nórdicos”, se subieron al tren del monetarismo,  antes que otros, digamos sureños, cogieron buenas posiciones, y prestaron a sabiendas que el desgraciado deudor iba a perder, sí o sí.

    Nosotros que ya tenemos edad, recordamos la frugalidad de nuestros mayores, pero con esa frugalidad esos norteños no ganan, y como el medio acaba siendo un fin, nos reciben con brazos abiertos. Compra mis productos, yo te presto, y poco a poco, vamos cayendo ingenuamente en la trampa. 

    Ustedes deben privatizar, ustedes deben desregularizar, se tiene que reinventar, es el sistema, y todavía somos tan crédulos de creernos lo de la solidaridad,fraternidad, etc.

    Los bancos rescatados eran por cierto, norteños y carroñeros, era una deuda privada, se debían de haber entendido entre sus bancos y nuestros bancos, no entre sus bancos y nuestro estado, o el calvinismos no habla de la”depravación total”, desde que caímos del edén somos “bestias”, más o menos, bestias carroñeras.

    En fin, no tengo cultura de series, en ese aspecto no puedo hablar  ni bien ni mal, cada uno dedica su tiempo a lo que le apetece, el respeto es una virtud, o ya nadie lo recuerda.

    Como una virtud, es la honestidad, y honestamente, debemos de pensar más, reflexionar y intentar entender, que de un tiempo a esta parte nos han cambiado, nos han estado maleando, engañando y confundiendo, y en el fondo los sureños tenemos buenas entrañas.

    Un saludo, cuídese.