Veo un ilustrativo gráfico vía The Big Picture, en el que muestra la evolución, en los útimos sesenta años, del peso en la economía americana de las manufacturas, comparadas con las actividades financieras.
Sobran los comentarios. Definitivamente, en las economías desarrolladas, cada vez quedan menos operarios apretando tornillos en cadenas de montaje, y cada vez hay más prestando servicios que hace años empleaban a un porcentaje minoritario de la población.
En el futuro esta tendencia tenderá a agudizarse. Ahora fabrican los chinos, pero, dentro de 50 años, lo fabricarán casi todo las máquinas. En los trabajos administrativos, la deslocalización y informatización de procesos también tenderá a hacer necesarios menos trabajadores. Eso nos plantea una interesante disyuntiva para las próximas décadas: Si el trabajo lo hacen las máquinas o se hace en otros países, ¿Qué hacer con los trabajadores que sobran? Imagino que, en este momento, en algún lugar del mundo, sesudos analistas tratan de buscar soluciones a este peliagudo problema. Dentro de no mucho, habrá que elegir entre inventar continuamente más y más servicios que mantengan ocupada a la mayor parte de la población activa o aumentar el número de perceptores de subsidios, para mantener cada vez a más personas que no trabajen y asumir que, si las tecnología permite que una persona haga cada vez más trabajo, el porcentaje de población en activo tendrá que ser cada vez menor. Eso en la teoría eso está muy bien, aunque en la práctica, ¿De dónde sale el dinero?¿Se Imprime y ya está?¿Cómo logramos que se reparta de una forma equitativa entre los habitantes de la sociedad? Si sólo hubiera un país en el mundo, la cuestión sería algo más sencilla, pero, habiendo tantos y con cada vez más acuerdos comerciales entre ellos, el problema se hace más complejo.