Extraído de un viejo texto caldeo aún no descubierto.
En los viejos tiempos, en la edad previa a las edades oscuras, poblaba el planeta una raza aún más antigua que los míticos atlantes. Se trataba de una civilización próspera y sabia, gobernada por los mejores estadistas. Su grado de desarrollo era muy superior al actual nuestro y sus avances tecnológicos hacen palidecer incluso nuestras más optimistas ilusiones.
Pero, como tarde o temprano les acaba pasando a todas las civilizaciones que se enfrentan a su Kali Yuga, la citada civilización topó con el problema de la insurgencia social. En un extremo estaban quienes creían en el esfuerzo personal y opinaban que lo más racional era la búsqueda del propio interés y que la misma siempre acababa beneficiando de alguna manera al resto de la sociedad. Se llamaban a sí mismos "individualistas" (pero sus rivales les llamaban los "egoístas") y propugnaban que la conducta más virtuosa era aquella que tenía como fin de su vida la satisfacción de sus propios proyectos, sin violentar los derechos de los demás ni permitir que nada ni nadie violentase los propios.
Ni que decir tiene que este grupo negaba que la colectividad fuera un organismo autónomo que pudiese tomar decisiones y negaba que las funciones de clase social o las etnias pudiesen ser factores determinantes del comportamiento individual, que solo debía regirse por sus propios intereses. Abominaban de cualquier intervencionismo del gobierno encaminado a regular la actividad, pública o privada, de los individuos, fijando normas o sustituyéndolos en sus derechos y deberes.
Frente a ellos se alzaron los que se llamaban a sí mismos "altruistas" (y que eran llamados "colectivistas" o "saqueadores" por sus rivales), que predicaban todo lo contrario. Para empezar le daban el valor supremo a la igualdad y a la solidaridad y frente a los individualistas que enfatizaban la competencia y la rivalidad como motores del mundo, estos le daban esa importancia a la cooperación y la solidaridad como método para que la sociedad avanzase. Apostaban por la propiedad social frente a la propiedad privada y creían que la acción colectiva y la coerción social era la única manera de asegurar el abastecimiento de bienes o servicios públicos.
Los primeros creían que las fuerzas más creativas residían en apenas el diez o quince por ciento de la población y defendían que lo más provechoso para la sociedad sería dejarles hacer y seguir su estela, que la prosperidad general llegaría solo con eso. Por el contrario los segundos tenían un pésimo concepto de los empresarios de éxito pues consideraban (con razón) que no creaban sus empresas movidos por el altruismo sino por su propio interés y su anhelo de lucro.
Por otra parte, como entendían la democracia como una forma de colectivismo en la que la mayoría tenía derecho a disminuir la libertad de los individuos que estuviesen en minoría, la mera existencia de esta segunda corriente de pensamiento ponía en riesgo la existencia del grupo rival. Se sucedieron, pues, las guerras civiles, empleándose armas que ahora nos espeluznarían y que diezmaron la población.
Finalmente, en medio de batallas apocalípticas, en las que incluso se utilizaron bombas relativistas, las élites de ambos bandos acordaron una tregua secreta e iniciaron conversaciones encaminadas a terminar de una vez con todas con aquella rivalidad suicida que iba a acabar con algo tan único y tan sensible como era la vida en la Tierra.
En ese sentido acordaron someter a la población a un referéndum manteniendo en secreto lo que se haría con el resultado. Las preguntas fueron las siguientes y debían ser contestadas con un SÍ o un NO junto a un número que iba del 1 al 10:
- ¿Cree que usted es el único responsable de su vida?
- ¿Piensa usted que los derechos individuales son inanielables?
- ¿Cree que el Estado solo debería existir para proteger la vida, la libertad y las propiedades del individuo?
- ¿Ve en el igualitarismo una amenaza a su libertad?
- ¿Cree en la propiedad privada?
- ¿Cree que el Estado debe organizar la economía?
- ¿Cree que el individuo tiene derecho a vivir subsidiado sin necesidad de trabajar?
- ¿Cree que el individuo tiene derecho a una vivienda digna?
Y finalmente, una pregunta trampa:
- ¿Desea que la legislación recoja un aumento inmediato de las vacaciones de cuatro a seis semanas?
Naturalmente el objetivo del referéndum era clasificar a la población en función de sus respuestas y luego agruparles por afinidades, así cada bandería podría crear la sociedad a imagen y semejanza de sus propios sueños. Pero esto no se podía decir abiertamente porque el resultado iba a separar definitivamente a numerosas familias. Se trataba de que cada grupo de pensamiento organizase su propia sociedad a su gusto y para que saliese bien había que tratar a toda costa de impedir que nadie se colase entre los del grupo rival por cariño, amor o amistad hacia uno de ellos.
La idea era que los del grupo que resultase mayoritario se quedase en la Tierra y que el minoritario repoblase el planeta Marte, cuyo proceso de terraformación estaba casi concluido. Pero finalmente esto último no pudo llevarse a cabo porque en el transcurso de la última batalla, en la que se habían empleado bombas cyborg de rayos C de última generación, el planeta resultó muy dañado y la delicada atmósfera creada en los últimos quinientos años se había perdido en el espacio.
Tras muchas discusiones secretas de alto nivel se decidió dividir el planeta en dos hemisferios, norte y sur, concepto inexistente hasta entonces, para lo cual se creó un eje magnético y se programó para que cambiara de polo cada equis miles de años. Entonces se produjo la mayor migración de la Historia. Los individualistas salieron perdiendo y se quedaron con dos tercios del hemisferio norte, cuyas tierras son más frías y pobres, mientras que a los colectivistas les tocaron las ricas tierras del hemisferio sur junto con el trópico de Cáncer, entregado para compensar el hecho de que en el Hemisferio Sur hay más agua y menos tierra.
Seguía existiendo el problema de que los nuevos nacidos pudieran tener una u otra forma de pensar, pero ambas facciones eran optimistas al respecto y pensaban que la nueva sociedad que iban a crear a partir de entonces iba a ser tan superior a la del otro hemisferio que nadie en su sano juicio querría mudarse.
Y así es como surgieron las diferencias norte sur de las que tanto se habla ahora. Naturalmente el transcurso de la historia, con sus migraciones e invasiones, ha alterado sensiblemente la composición del género humano, pero las diferencias básicas persisten, de manera que en general se puede decir que en los países del norte hay mayor libertad económica (y de la otra) que en los del sur, en los que predomina la intervención estatal y la planificación.
El resultado del referéndum suizo de hace unos días prueba que lo relatado en este viejo cuento caldeo es rigurosamente cierto.