Los romanos humanizaban a la diosa Ocasión como una mujer hermosa, con una larga cabellera por delante y completamente calva por detrás y con alas en la espalda o en los pies, como símbolo de la fugacidad con que pasan ante el hombre las buenas oportunidades. Sostenía, además, un cuchillo en la mano derecha e iba encima de una rueda siempre en movimiento.
Esta diosa representaba las buenas ocasiones perdidas, ya que si pasaba, lo haría rápidamente y al decir que había que "coger a la ocasión por los pelos" se entendía que había que esperarla de frente cuando venía hacia uno por ser la única forma de agarrarla pues, una vez pasada de largo, al no tener pelo por detrás, sería imposible cogerla. Otra frase celebre a originada en este mito es que "a la ocasión la pintan calva", dando a entender que no siempre se aprecia a simple vista la buena oportunidad que es.
¿Y por qué me ha dado hoy por la mitología aparte de mi personal afición por la misma? Pues muy sencillo, porque a raíz del último post acerca de los peligros de compartir propiedad con otros, me pidió ayuda el inquilino de un piso que va a salir próximamente a subasta. Nunca he entendido la desazón de esta gente porque la casa de la que son arrendatarios vaya a cambiar de propietario, cuando todos sabemos que la Ley protege el cumplimiento de los contratos de arrendamiento aunque cambie la propiedad.
Incluso en más de una ocasión he mirado con envidia a ciertos inquilinos de viviendas lujosas o estupendamente situadas que por un golpe de suerte se ven en situación de hacerse con la propiedad a un mínimo coste. Naturalmente me estoy refiriendo al injustísimo Derecho de Retracto, que les permite birlarle la adjudicación al mejor postor y, simplemente pagando lo que este haya pagado, hacerse con la propiedad. No necesitan ni presentarse a la subasta ni ingresar una fianza ni pujar contra otros ni nada de eso, sino simplemente esperar a ver quien se la adjudica y a cuánto y luego, elegantemente, ejercer el retracto.
Y si lo quieren hacer bien de verdad, lo mejor sería personarse en el juzgado con abogado y procurador y dejar bien clarita la veracidad del arrendamiento para que no haya dudas y además poner claramente de manifiesto la intención de ejercer el derecho de retracto. No veas lo que ese simple acto bajará el precio final de adjudicación. Sin embargo, en ocasiones puede que sea mejor mantenerse emboscado para que la parte actora se lo adjudique por lo mínimo, pues si el acreedor de una deuda potente sabe que va a haber retracto puede que les de por cubrir toda la deuda. Obviamente cuanto más alto sea el precio de adjudicación peor para el inquilino que pretenda el retracto, pues le resultará más caro.
En fin, que hay que estudiar cada caso pero que no hay que tener miedo y la diosa Ocasión está ahí para ser agarrada por los pelos sin contemplaciones.