Una de las cosas buenas que me ha traído publicar este blog es que he multiplicado por cuatro mi experiencia en subastas debido a la cantidad de historias que me llegan. Algunas muy curiosas, otras tremendas y todas, en general, bastante instructivas.
El último relato que me ha llegado es el de Juan, quien asistió hace unos días a su primera subasta:
A la hora señalada llaman a subasta publica y entramos la parte demandante compuesta por marido, esposa, su abogada y su procuradora y yo con mi impreso de fianza en la mano. Entonces comienza la funcionaria diciendo… “bueno como no hay licitadores se le adjudica a la parte demandante”. Claro tengo que interrumpirle y decirle… “¿es que no hago bulto? “ y le enseño la documentación pertinente. Entonces salta la abogada y dice que si hay licitadores en tal caso pide que se suspenda la subasta. Y se suspendió.
Ante semejante situación extraña, y como Juan seguía muy interesado en el piso, le recomendé que contactara con la propietaria, que vivía en otra localidad y que le ofreciera comprárselo.
Tras esa reunión…
Hoy he estado hablando con la dueña del piso y le he explicado en que situación está el piso, que o bien se lo quedan los demandantes por la deuda y a ella no le dan nada o bien yo le compro el piso en cuyo caso a ella le quedaría una parte del precio tras liquidar la deuda que tiene con los acreedores. Y va la tía y me dice que lo que le ofrezco es muy poco y que prefiere que se lo queden en la subasta. La mujer tiene la extraña idea de que el juez marcara un precio de mercado y se lo tendrán que comprar por ese precio y es imposible hacerle salir de tamaño error.
Al final del día me llamó su abogado y me dijo que quería hablar conmigo.
El tema del abogado me huele raro pues cuando entran por medio estos tipos, todo se suele enturbiar, ralentizar, enrevesar, etc.. Iré para ver que me tiene que decir, pero no se no se… creo que los abogados de ambas partes se conocen y no me extrañaría que hubiesen acordado algún trapicheo entre los dos para beneficiarse ambos. En fin ya te contaré.
Y finalmente, tras el encuentro con el abogado, la resolución del misterio:
Me cuenta que es un piso de VPO y que esta vendido, o sea que ya hicieron un contrato de compraventa con los demandantes, pero que a la hora de hacer escritura publica no pudieron hacerla pues todavía estaba en periodo de Protección Pública que, según dice el abogado, es de 35 años en este caso. Pero como la propietaria quería vender y la parte demandante quería comprar pero no podían por este impedimento y porque no podían acceder a una VPO por tener ya otra vivienda, según me dice el abogado, pues la única forma que se les ocurrió a los abogados para satisfacer a ambos clientes era fingir que había una deuda, ejecutarla y subastar. El plan era que como nadie va nunca a las subastas, pues adjudicárselo por el 60% y después pagar el resto bajo cuerda hasta el precio acordado en el contrato. La vivienda la volverán a sacar a subasta otra vez, hasta que les salga la jugada. Eso es lo que me cuenta este señor abogado.
No me digáis que la historia no es truculenta