Hoy ha quedado listo para sentencia el juicio del Prestige tras más de ocho meses de duración y 400 horas de juicio oral repartidas en 89 sesiones. Desde luego que no se puede decir que la sección primera de la Audiencia Provincial de A Coruña se haya puesto las pilas con eso de que una justicia lenta no es Justicia. Además ahora se van a tomar dos mesecitos para redactar la sentencia. No dos días ni dos semanas, dos meses. Esperemos que al final no sean dos años, que también podría ocurrir, no hay más que recordar al Tribunal Constitucional y su sentencia sobre el Estatuto de Cataluña.
Baste recordar que la desgracia marítima tuvo lugar en noviembre del 2002 y que el juicio oral no comenzó hasta el otoño del 2012.
En fin, que desde las lejanas fechas en que tuvo lugar la desgracia marítima, noviembre del 2.002, hasta que vayamos previsiblemente a tener una sentencia van a haber transcurrido casi trece años, plazo ciclópeo durante el que, en países mejores que el nuestro, han ocurrido muchas cosas que ya están juzgadas y sentenciadas, por ejemplo el escándalo Madof o el vertido de BP en el Golfo de México, ambos en Estados Unidos y cerrados judicialmente en un plazo record en comparación con la media española.
Por el contrario aquí nos caracterizamos por un ritmo judicial más tropical, quizá para hacer bueno el tópico de "sol, playa y siesta".
Como ejemplo, algunos de los juicios más famosos de los últimos decenios:
- Juicio por la intoxicación con el aceite de colza: 8 años, desde 1981 hasta 1989
- Juicio por los GAL: el asunto se empezó a instruir en 1983 y las últimos sentencias fueron en 1998, total 15 años.
- Juicio por el caso Banesto: 9 años.
- Juicio por la estafa de Gescartera: 7 años.
- Juicio por el caso Malaya: por ahora 8 años, se empieza a instruir en 2005 y en julio del 2012 queda listo para sentencia, que dictaran un año de estos.
Así que, visto lo visto, quizá mis nietos lleguen a enterarse de en que acaba todo esto de la Gurtel y de Bárcenas.