El viernes pasado me encontré a uno de los pocos subasteros de Madrid que todavía quedan en activo. Nos encontrábamos estudiando expedientes judiciales y así, como quien no quiere la cosa, nos pusimos a charlar de esto y aquello. Comenzamos, como viene siendo tradicional entre subasteros, despellejando a los distintos funcionarios judiciales que más se encarnizan con nosotros, especialmente a los de cierto juzgado que yo me se.
Tras los prolegómenos de rigor llegó el turno de algunos secretarios y jueces, especialmente los de ese mismo juzgado, que está llegando a extremos alucinantes e imposibles de prever hace solo un par de años. A los increíbles plazos judiciales se le ha añadido cierta dosis de incertidumbre en las decisiones importantes como para que le castañeteen los dientes al más templado.
Luego vino la consabida retahíla de malas experiencias, propias o ajenas, que hacen las delicias de todos los subasteros. Es tremendo lo que llegamos a disfrutar contándonos unos a otros las batallitas, generalmente con finales atroces. A estas alturas ya nos habíamos ido del juzgado y estábamos trasegando unas cervezas.
En general los subasteros no son como los aficionados a la pesca, que solo relatan y exageran las grandes capturas, obviando las mañanas que regresan de vacío. No, al contrario, lo que más nos contamos los subasteros unos a otros son las putadas que nos hacen los juzgados, las decisiones arbitrarias de algunos jueces y las inversiones desastrosas.
Y finalmente, tras dos horas de despellejar a diestro y siniestro y de comentar lo mal que está todo y lo peligroso que se está poniendo este negocio, finalmente digo, se hizo la luz y la verdad se abrió paso en un fogonazo de certidumbre: mejor así, mejor que todo siga siendo así incierto y que las cosas se vayan complicando aún más. Así las barreras de entrada para este negocio serán cada año más robustas y tocaremos a más los pocos que vayamos quedando.
Este negocio ya no es para tímidos sino para inversores de sangre fría capaces de helarle el corazón incluso a Fernando Alonso.
Y al que no le guste, que se vaya.