Hace unas semanas salió a subasta este chalet de Sevilla la Nueva en el juzgado de Primera Instancia nº14 de los de Madrid. El tipo de subasta por el chalet de dos plantas y la parcela de 4.070 m2 era solo de 82.069 euros.
O sea, aparentemente un chollo de cuidado.
Pero... un momento, ¿he dicho que salía a subasta el chalet? No, nada, borra eso, borra eso, como decía Locomotoro, tonto del todo menos del codo, en los años sesenta y en blanco y negro. Lo que realmente salió a subasta no era la propiedad sino solo el usufructo vitalicio del mencionado chalet. Ojo, que la diferencia tiene su miga, pues lo que el adjudicatario compró fue solo el uso y disfrute de esa vivienda mientras viva la persona a quien se lo quitaron.
Si la persona demandada tuviese veinte años podría suponerse que tiene una larga vida por delante y la cosa podría haber valido la pena, pues solamente alquilando el chalet seguramente se podría recuperar la inversión en unos añitos y luego el resto del tiempo serían beneficios. Lo malo es que en estos casos suele suceder que el usufructo le pertenezca a alguien mayor, pues esa figura nació en el Derecho Romano, precisamente, como un medio de proveer a la viuda de lo necesario para su subsistencia, sin afectar la parte que debían recibir los hijos en la herencia de su padre.
Siendo, por tanto, la mayoría de los usufructuarios viudos y viudas y en tal caso el negocio hay que cogerlo con pinzas pues... la vida es corta.
A menos, claro, de que tengamos la suerte de topar con una viudita joven