Cuando dentro de unos años la crisis haya finalizado definitivamente y los españoles volvamos la vista atrás, solo veremos una España arrasada por las hordas a la que no va a reconocer ni la madre que la parió.
No soy el único que piensa así.
Pero sí soy el único que NO lo expresa en el sentido demagógico de que para entonces los gobiernos europeos habrán arrasado con los derechos de los ciudadanos, como claman algunos sino, muy al contrario, lo digo en el sentido de que durante esta crisis la demagogia populista está arrancando de las Administraciones Públicas nuevos derechos que cuando la crisis se haya acabado pesarán como una losa sobre nosotros, los ciudadanos productivos a quienes siempre nos toca pagar vía impuestos los derechos que los gobiernos socialdemócratas europeos le están regalando a los llorones de siempre.
Que si cuatrocientos euros al mes por aquí, que si exenciones fiscales a la industria cultural (están a puntito de conseguirlas) por allá, que si nuevas ayudas por aquí o por allí, y finalmente, ya el colmo de los colmos, mientras el gobierno trata de incentivar que las empresas den trabajo a los ninis a pesar de su nula cualificación, algunos demagogos profesionales exigen que se les de una paga universal y eterna sin necesidad de ninguna contraprestación.
Pronto volverán a agitar la calle para avanzar en ese sentido.
Mientras tanto, el año pasado, entre enero y mayo, las fuerzas vivas de la élite extractora nos calentaron el coco con sus mentiras respecto a los desahucios. Todos los días insultaban nuestra inteligencia mintiendo sobre los datos de los desahuciados: que si quinientos mil desahuciados cada año, que si cientos de suicidios por este motivo, que si tropecientas familias viviendo debajo de un puente.
Todo eran mentiras, como acredité en su momento: No digo que no sea duro tener que irte de la que ha sido tu casa, pero es falso que los españoles se estén quedando sin casa en la que vivir. Simplemente algunos tienen que desistir de tener una casa en propiedad que no pueden pagar. Solo se trata de eso. Pero siempre pueden alquilar cualquier otra, quizá más pequeña, quizá en un barrio peor, quizá más lejos del centro, quizá, en fin, más adaptada a su realidad económica.
Otra línea del ataque contra el sistema vino de la falacia de que los que habían hecho hipotecas multidivisa habían sido estafados por los bancos, o que los bancos habían engañado a sus clientes mediante cláusulas abusivas y, finalmente, las reclamaciones demagógicas sobre las cláusulas suelo, que pasaron de ser lo más justo del mundo durante los años de la burbuja, cuando gracias a ellas pudimos disfrutar de créditos más baratos con diferenciales del 0,5%, a motivo de oprobio y de sentencias reprobatorias contra los bancos.
Fruto de todo aquello fue que el gobierno del PP, siempre tan valientes y machotes ellos, se arrugara y legislara la Ley 1/2013 de medidas para reforzar la Protección de los Deudores Hipotecarios, Reestructuración de Deuda y Alquiler Social. Una Ley que ha paralizado en seco la mayoría de las ejecuciones hipotecarias y que ha cargado sobre los hombros de los bancos el marrón de soportar casi de por vida a los morosos a los que una vez cometieron el error de conceder un préstamo.
No satisfechos con ello, ahora el Tribunal Europeo de Justicia decide que la Ley sigue siendo injusta con los consumidores pues no les permite recurrir, apelar y maniobrar lo suficiente.
Y efectivamente eso es cierto. Y precisamente es gracias a eso por lo que los ciudadanos españoles hemos disfrutado de las hipotecas más abundantes y baratas de Occidente, que es como decir del mundo. Si un moroso impaga una letra o incumple un contrato hay que iniciar contra él un procedimiento ejecutivo ordinario, que en España es tanto como asegurar que quizá le puedas cobrar algo en unos cuatro o seis años, a veces más tiempo y a veces muuuuuucho más.
Sin embargo, si lo que el moroso impaga es un crédito hipotecario, lo que se inicia contra él es una ejecución hipotecaria, que es como el Ferrari de las ejecuciones. Hasta el año pasado, lo único que podía hacer el demandado en esos procedimientos era pagar la deuda o demostrar que el título hipotecario era falso. Si no lo hacía se le forzaba a vender su casa (subasta = venta judicial forzosa) en un año más o menos. Con la reforma del año pasado y la Ley 1/2013, se les otorgó a los deudores la posibilidad de que los juzgados entraran también a valorar si había habido o no cláusulas abusivas. Otro concepto falso de nueva creación, pues las cláusulas pueden ser legales o ilegales, ¡pero abusivas!
Lo que pretende el Tribunal Europeo de Justicia con su resolución es convertir las ejecuciones hipotecarias en una ejecución ordinaria cualquiera, que se pueda demorar lustros y con la que los letrados puedan enviar a sus hijos a estudiar a Harvard. El resultado no puede ser otro que menos créditos y más caros.
Es decir, que si todo va saliendo como parece, a la vuelta de unos años...
- Los vaguetes que se tocaron el cimbel en la escuela no necesitarán trabajar porque tendrán su Renta Gorrona Universal.
- Los eternos llorones sociales, a quienes todo lo que se les da les parecerá siempre poco, dispondrán de vivienda social semi gratuita
- Los morosos no se verán expulsados de las casas que no pueden pagar porque siempre se podrán quedar a cambio de una pequeña renta social
- Los acreedores no podrán cobrarse de los avalistas.
- Nadie podrá nunca ser expulsado de su casa, ni deudores ni inquilinos morosos. Nadie.
Esto respecto a la élite extractora.
Para el resto, los paganinis de siempre, la verdadera clase trabajadora, el panorama que veremos será otro...
- Los bancos apenas darán créditos hipotecarios ni de ningún otro tipo. El crédito será caro y escaso por el mayor riesgo que entraña para el acreedor.
- La figura del aval habrá perdido sentido para la gente común. Los avales continuarán pero con otros formatos más garantistas para el acreedor.
- Por lo tanto, solo podrá tener casa en propiedad el 20% más adinerado de la ciudadanía. Disminuirá rápidamente el porcentaje de gente que vive en una casa en propiedad.
- Los servicios públicos habrán disminuido para los ciudadanos productivos que se puedan pagar un servicio alternativo. Ya solo estarán disponibles para la élite extractora mencionada más arriba.
- Para pagar la fiesta de la aristocracia extractora, los impuestos a la ciudadanía productiva subirán a niveles que ahora ni imaginamos.
Naturalmente, cada vez será más cierto aquello de lo que ya nos acusan los organismos económicos internacionales respecto a lo llevadera que es la pobreza en España y lo mucho que se la incentiva, por lo que cada vez más ciudadanos renunciarán a los convencionales objetivos burgueses de trabajo y prosperidad, considerados mero fanatismo calvinista y el objetivo de cada vez más personas será escalar en la escala social para llegar a formar parte de la nobleza extractora y poder chupar del presupuesto.
Mi objetivo personal es que todo esto me pille en Miami.
¿Y vosotros, cuál es vuestro proyecto de futuro?