Cuando hace unos meses, tras adjudicarme una vivienda de VPO en una multitudinaria subasta vi que la demandada estaba entre el público me apresuré a acercarme a ella para tratar el espinoso asunto de cuándo le iba a dejar la casa libre a mi cliente, que por cierto estaba junto a mi.
La reacción de la demandada fue alucinante. Empezó a quejarse en voz alta con su abominable acento armenio, manifestando lo mal que España se había portado con ellos y que cómo era posible que personas que hablaban cuatro idiomas no tuvieran trabajo y fueran a quedarse en la calle. También amenazó con dejar el piso hecho un erial (mentira, nunca lo hacen) y dejó claro clarinete que lo iba a hacer todo para retrasar el desahucio lo máximo posible.
Como podéis suponer a mi cliente no le llegaba la camisa al cuello y tuve que acompañarlo al bareto a que se tomara un par de tilas.
Pero al final, como pasa siempre, las amenazas quedaron en agua de borrajas y mi cliente ya está dentro de su casa disfrutando como un enano de su magnífica compra.
El caso es que hace unos días me llamó muerto de risa contándome que entre las cajas que los demandados habían abandonado en el trastero había encontrado documentación que demostraba que se habían dedicado a engañar a unos cuantos primos de su misma nacionalidad.
Y no vayáis a pensar que no engañó a ningún primo:
Aunque mucho me temo que las cosas no le salieron bien en absoluto.
Lamentáblamente para él.
Y para sus víctimas.
Moraleja: Si no tienes ni idea de como funcionan los mercados financieros, abstente de participar en ellos o puede que acabes en la calle, por muchos idiomas que hables.
No se que opinaréis los lectores de esto que acabo de contar.