Como sabéis hace ya dos años que estrené mi otro blog llamado Subastanomics y que es el que me está sirviendo para monetizar mi visibilidad en el negocio de las subastas.
Lo que nunca hasta ahora había contado son los problemas que tuve durante el año previo a su estreno para encontrar profesionales del diseño web y del blogging que aceptaran trabajar para mi en ese proyecto.
Con las empresas medianas o grandes la cosa hubiera sido diferente pues se deben a su cuenta de resultados y no pueden dejar pasar a ningún cliente, pero yo estaba especialmente interesado en salirme del mercado de las empresas y ser atendido por pequeños empresarios autónomos con los que contactaba directamente desde su blog.
Es decir, gente parecida a mi, con la diferencia de que yo nunca he dejado sin contestar ningún correo.
A mi me respondía apenas el 20% de la gente a la que me dirigía y la mayor parte de ellos era para decirme que lo lamentaban mucho pero que estaban a tope de trabajo. ¡En 2013, en plena crisis económica!
Nunca dudé de que el problema era que, naturalmente, yo siempre usaba este blog de Rankia como tarjeta de presentación para que supieran de dónde venía y lo que me proponía hacer con el segundo blog.
También hay que recordar que aquel año 2013 fue el de la increíble campaña que todos los medios de comunicación hicieron contra los desahucios, con burdas mentiras mañana tarde y noche. Según toda la prensa, la radio y las televisiones, en España se suicidaban dos o tres personas cada semana y quinientas mil familias eran echadas a la calle cada año.
Todo mentira, por supuesto.
Como también era mentira la situación de emergencia social que algunos extremistas se inventaron para hacernos creer que en España la gente tenía que rebuscar en los contenedores de basura para poder comer.
Pero aquella campaña antidesahucios no acabó hasta que el gobierno se sacó de la chistera la Ley 1/2013, con la que prohibía los desahucios de las subastas en las que el adjudicatario fuera el mismo banco acreedor, lo que es así en el 98% de los casos.
Así, Ada Colau y sus compinches ya tenían su Ley Antidesahucios.
Conclusión, que aunque la campaña ya hubiera acabado para cuando yo me puse a buscar los proveedores de servicios que necesitaba, lo que sucedía cuando recibían mi correo era que le echaban un vistazo a este blog y...
¡¡Ohh, Dios mío, un subastero!!
Y el caso es que no entiendo tanta hipocresía, porque lo cierto es que cuando la gente me conoce y se entera de que soy subastero, enseguida cambian el curso de la conversación previa y empiezan a interrogarme acerca de los pisos que compro, que si se puede ahorrar mucho comprando en subasta, que cómo hay que hacerlo, que si les puedo ayudar, etc.
O sea, una lata.
Y no creáis que esto sucede de pascuas a ramos, no señor, de eso nada. Al contrario, es muy frecuente y hace años que estoy más que harto de que en mi presencia nadie quiera hablar de otra cosa que no sea la posibilidad de comprar en subasta.
Cualquier fiesta o reunión social a la que yo asista ya se de antemano que algunos van a conseguir que deje de hablar de las cosas que me interesan para terminar hablando de las subastas, como les interesa a ellos.
De hecho, si fuera por mi experiencia yo diría que a nadie le importa un carajo la situación de esas supuestas quinientas mil familias que se van cada año a vivir debajo de un puente si con eso ellos pueden hacer su pequeña inversión.
Y ojo, nada de comprar con un veinticinco o treinta por ciento de ahorro, no nada de eso. Si ellos se meten en esto será para comprar a mitad de precio o aún menos.
¡Hipócritas!
Precisamente por eso, porque conozco a mis semejantes y se que los demás les importan un carajo si ellos pueden obtener su beneficio, por eso no entiendo esta actitud hipócrita de rechazar el posible encargo profesional de una empresa que se dedica a invertir en subastas.
El caso es que he recordado todo aquello porque con mi actual nuevo proyecto me está sucediendo un poco de lo mismo.
De hecho recibo más respuestas cuando utilizo mi otro correo que cuando utilizo el que empieza por tristán.
Y es que la humanidad no cambia
Yo por mi parte, prefiero mil veces caer fatal por sincero que bien por hipócrita.
No vivas dando tantas explicaciones.
Tus amigos no las necesitan.
Tus enemigos no las creen
Y los estúpidos no las entienden.
Por eso nunca he negado que la inversión en subastas es la actividad a la que me dedico, a la que le debo todo mi patrimonio y, sobre todo, gracias a la cual puedo disfrutar de la vida que siempre deseé tener.
Por mucho que algunas plataformas ciudadanas hayan puesto de moda manifestar que especulamos con bienes de primera necesidad, lo único cierto es que el subastero juega un importante papel dinamizador de la actividad de compra venta de inmuebles. Por cierto, que hay muchos otros bienes que también son de primera necesidad, como el pan o la sanidad y lucrarse con su comercio es tan legítimo como hacerlo con la vivienda.
El subastero es un experto especializado que puede ayudar a inversores potenciales a colocar su dinero en este mercado tan complejo, quienes de otra forma probablemente buscarían otras inversiones más accesibles. Si estos inversores potenciales decidieran no invertir debido a tantas incertidumbres, eso produciría un mercado menos eficiente y, por lo tanto, que los bienes subastados alcanzaran un precio menor, con evidente perjuicio para el deudor y para su acreedor.
Y vosotros, ¿tenéis problemas para confesar que os interesa el negocio de las subastas?