Trasteando por la red y visitando algunas web amigas, me he encontrado con un artículo estupendo escrito por un habitual colaborador de este blog, Francisco Calvo. El título ya lo dice todo: Las subastas privadas de inmuebles ¿El timo de la estampita en versión moderna?
Vaya por delante que solo he participado en una subasta privada en una ocasión y fue para hacerle un favor a un amigo que se había encaprichado de uno de los lotes subastados. No quiso escuchar mis consejos y, finalmente, compré el lote para él. Corría el año 2.002.
Sospechaba que este tipo de subastas eran manipuladas por los organizadores, quienes sin duda debían de introducir ganchos entre los postores para inducirles a subir las pujas. Así, decidí llevar a cabo una pantomima que consistió en que, cuando estuviéramos llegando a cifras elevadas, mi amigo empezara a tirarme de la chaqueta y a discutir conmigo rogándome en voz alta que cesara de pujar. Mi idea era que así el jefe de los ganchos, temiendo que yo dejara de pujar, les transmitiría la orden de dejar de tirar de mí hacia arriba, permitiéndonos una adjudicación menos cara.
"Piensa mal y acertarás", en cuanto iniciamos la pantomima, los rivales enmudecieron y nos adjudicamos el lote.
Coincido con Francisco en que estas subastas tienen un tufillo evidente a timo de la estampita y en que están manifiestamente manipuladas, no solo en los precios de salida, sino también en los resultados finales, que actualmente son inmisericordemente maquillados para aparentar un éxito que están muy lejos de alcanzar.
Si realmente quieren que estas subastas tengan éxito y sean populares, que hagan como los de Pirineu 2000 y le resten 1.000 euros cada día a cada uno de los lotes. El resultado, si resistieran la tentación de manipularlo, sería el de una verdadera subasta inversa.
Leed el artículo y luego opinad: ¿Timo o chollo?