Atención a la construcción jurídica que Marcelo, de Siglo XXI Inversiones, se ha encontrado sobre la mesa:
-Pepito ecuatoriano que se hipoteca por 210.000 euros en un piso de más de 30 años en la zona de Patraix.
- Cuotas hipotecarias que se disparan desde 800 hasta 1.300 eur/mes.
Sale a subasta y el adjudicatario se encuentra con el siguiente panorama:
a) El pepito ha desaparecido rumbo a su país con toda su familia y su avalista (un cuñado suyo)
b)La vivienda está ocupada por un inquilino español que tiene un contrato de arrendamiento suscrito entre él y el pepito y que está elevado a público ante notario. El contrato es por 20 años a razón de 250 eur/mes y en él se especifica que el español le ha pagado al ecuatoriano los 10 primeros años de contrato, es decir 30.000 euros, en el momento de la firma en metálico.
c) Por supuesto, el contrato del nuevo inquilino es absolutamente cojonudo y, aparte de repercutir sobre el propietario todo lo repercutible (comunidad, derramas, IBI, reparaciones, etc.) y de tener congelada la renta, le permite subarrendar total o parcialmente el piso a cualquier tercero.
Con lo cual ahora el adjudicatario tiene un falso inquilino que pretende vivir de gorra durante 10 años, que incluso puede hacer negocio con la situación y que sin duda no le habrá pagado al ecuatoriano unos pocos miles de euros, ni de coña los treinta mil que figuran en el contrato.
Estos tipos se deben de creer que los subasteros somos tontos de baba. Mismamente hace un par de semanas un atento lector del blog tuvo la disparatada idea de solicitarme ideas para poder sacarle el dinero al subastero que se había adjudicado su vivienda.
¿En qué cabeza cabe que voy a tirar piedras contra mi propio tejado?
El tío me escribió algo asi como que había comprado su vivienda poniendo toda su ilusión en 2007, que solo había podido pagar unas pocas mensualidades y que el banco había conspirado para arrebatársela no dándole facilidades de pago (¿te parecen pocas facilidades de pago una hipoteca a cuarenta años?) y ahora que se la había adjudicado un subastero quería negociar con él la entrega de llaves a cambio de dinero. Además el gachó pretendía hacerle creer que tenía compradores interesados en la casa y que lo mejor sería que él siguiera ocupándola para enseñarla a cambio de una comisión.
No me gusta que los bancos o los subasteros engañen a los ex-propietarios de viviendas recien subastadas o por subastar y por ello brindo gustosamente mi experiencia y mi consejo a quien los necesite, esté en un lado de las subastas o en el otro, pero que ningún necio se vaya a pensar que voy a asesorarle con marrullerías barriobajeras a quien tiene la cara dura de vivir dos o tres años de gorra sin pagar ni las cuotas hipotecarias ni un alquiler y que cuando llega la hora de irse pretende aún hacer negocio a base de trampas.
Y que el tonto que ha ideado la construcción jurídica con la que abro el post ni piense que puede ni remotamente salirse con la suya. A mi abogado ese pardillo no le dura ni medio asalto si el juzgado que subasta tiene un mínimo de capacidad resolutiva.
Atacar ese contrato y destruir la posición del falso inquilino sería para él coser y cantar.
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