La subasta que se celebraba el pasado lunes de un solar cercano a Atocha y con un historial crediticio de infarto me va a dar para otro post. Ignoro si quedó desierta o si fue suspendida porque la propietaria haya continuado escapando hacia ninguna parte, pero me propongo denunciar los motivos que me llevaron, a mí particularmente, a dejarla desierta:
- Los 4.095.000 euros de tipo de subasta son un bocado demasiado grande para mí, simplemente estoy muy lejos de tenerlos.
- La cantidad que había que ingresar de fianza hecha atrás al más pintado.
- Sin embargo, aunque yo no habría podido comprar el solar, tengo al menos dos clientes que lo hubieran podido comprar sin pestañear. Pero no les llamé ¿Por qué?
- El Juzgado de Primera Instancia que celebraba la subasta pertenece a esos juzgados que se han pasado al lado oscuro de la fuerza y que no permiten que los posibles licitadores estudiemos el expediente judicial completo. Se limitan a enseñarnos unas fotocopias de la certificación registral.
- Como posibles consecuencias de comprar en una subasta sin que nos hayan permitido ver el expediente tenemos: "Subasta judicial de nueve años", o más recientemente "Subasta de piso de Toledo". Inimaginable correr esos riesgos con tanto dinero en juego y, mucho menos, tratándose del dinero de un cliente.
- Para mayor abundamiento, resulta que en la certificación registral figuraba como única carga vigente la hipoteca inscripción 25ª, que era la ejecutada por la que el bien salía a subasta, pero por más vueltas y revueltas que le di, no fui capaz de encontrar ninguna inscripción de cancelación de la hipoteca de la inscripción 15ª, de nada menos que 524.082 euros. Tampoco vi la nota marginal de "hipoteca cancelada", así que, a todos los efectos, para mí esa hipoteca estaba vigente, dijera el Sr. registrador lo que dijera.
- Ni siquiera mencionando esa incidencia conseguí que el funcionario de turno me mostrara el expediente para ver si había alguna explicación.
- Y finalmente, para colmo de los colmos, en dicho juzgado hay un horario sumamente restringido para ver lo poco que nos permiten ver de los expedientes (la certificación). Concretamente solo se puede acudir al juzgado una semana antes de la subasta, es decir que esta certificación no se podía ver hasta el martes 7, siendo la subasta el lunes 13 de julio. Eso da un margen escaso de tres días laborables (miércoles, jueves y viernes) para estudiar todas las limitaciones que un ayuntamiento tan increíblemente burocrático como el de Madrid impone a la construcción en los solares del centro de la ciudad. Y es más que seguro que las limitaciones serán cuantiosas porque, de lo contrario ¿Cómo es que la propiedad ni lo ha vendido ni ha construido en él aprovechando la última década prodigiosa para el ladrillo? El solar debía tener problemas sin duda y, antes de participar en su subasta, con tanto dinero en juego, habría que haber hecho una investigación muy seria.
Los ajenos al mundo de las subastas judiciales pensarán que el citado juzgado tendrá algún motivo muy serio para imponer tantas limitaciones al estudio del expediente. Sin duda, que lo tiene: su exclusiva comodidad.
Cuanta menos documentación puedan estudiar los licitadores, menos tiempo pasan en el juzgado. Cuanto más se limite el periodo en el que los autos están a la vista, menos lata da la gente preguntando por el expediente. Así de sencillo.
Post scriptum (19 de julio): Finalmente ha llegado a mi conocimiento que fue la parte actora quien resultó adjudicataria en la subasta del solar, como era de esperar.