Si yo fuera el padre no le daría permiso para semejante aventura, pero resulta que no lo soy y que el padre, que es un marino avezado que por lo visto sabe lo que hace, ha decidido que la niña sí está capacitada. Por mi parte, amén.
¿Pero que diablos nos está pasando? ¿Va a resultar que nuestros bisabuelos eran más libres que nosotros, libres en el verdadero sentido de la palabra, no libres en el sentido de ir a votar cada cuatro años?
El proceso de nuestra estabulación comenzó hace mucho, pero ahora se está acelerando y este verano se ha desbocado: prohibición bajo multa de 1.000 euros de bañarse con bandera roja, prohibición de fornicar en la playa, prohibición de moverse en bañador por Barcelona (yo, desde luego no lo haría, pero ¿prohibirlo?), prohibición de que los escolares hablen la lengua que les salga de ahí durante el horario lectivo, obligación a partir de septiembre de que los estudiantes se laven las manos al menos 5 veces cada día, obligación de que ciertos colectivos se vacunen contra la gripe A, prohibición de que se vacune todo el que lo desee aunque sea comprando privadamente la vacuna, etc.
Que ya está bien hombre, que ya está bien. No bebas en la calle, no te drogues, no vayas de putas, no te prostituyas, no escales sin cuerda, no conduzcas sin cinturón de seguridad, no vayas en moto sin casco,... si seguimos así lo que no esté prohibido va a ser obligatorio y no van a dejar ningún aspecto de nuestra realidad sin regular.
Nótese que me refiero solo a libertades con las que me limito a seguir mi propio camino, sin molestar al prójimo, por lo que no he mencionado la libertad de conducir borracho (que es peligroso para los demás), ni la libertad de poner la música a tope de decibelios (que molestaría a los vecinos), ni la libertad de orinar en las esquinas (por razones evidentes). Solo quiero que nos dejen seguir nuestra senda.
Si en el siglo XIX la derecha se empeñaba en salvar mi alma, ahora son los del pensamiento único quienes quieren salvar mi cuerpo... que les den. Y ahora resulta que lo que yo consideraba que era la máxima expresión de la libertad, que consistía en dar la vuelta al mundo en un velero, va un juez metijón y también lo prohíbe. ¡Vaya por Dios!
Estas reflexiones no tendrán muchos partidarios, pero yo las hago igualmente. Tengo esa libertad.