Comienza el relato...
(…) una truculenta historia de compra de indivisas que después de dos años todavía está en los tribunales. ¡Y lo que queda! En el anterior post sobre la compra de una indivisa, Draco comentaba que nunca había comprado ninguna y le gustaría saber cómo se terminaban estas operaciones y se preguntaba si había acuerdo con las otras partes, si compraba las partes a los demás, si vendía mi parte a los demás o si terminaba disolviendo el condominio. Yo le contesté que siempre buscaba una solución que fuese ventajosa para todas las partes, pero que lamentablemente no siempre era así y había que ir a la disolución del condominio.No tengo más que añadir
La pregunta de Draco me recordó un asunto truculento que todavía está en los tribunales y que ha sido y es rocambolesco y estoy seguro que alguno aprenderá algo de esta experiencia:
Sale a subasta por la Seguridad Social ¼ parte indivisa de una vivienda en Murcia, ubicada en una buena zona y cuya valoración estaba por debajo de su valor real por lo que me planteo participar en ella. El mismo día que se celebraba la subasta yo tenía que asistir a otra en los juzgados de Alicante y no podía estar presente en la de Murcia porque los horarios eran muy ajustados, así que el día antes y antes de que se cumpliera el plazo para poder hacer la oferta en sobre cerrado presento mi oferta en la Delegación Provincial de la Seguridad Social. (igual que en los juzgados a nadie se le ocurre hacer una oferta en sobre porque su desarrollo es un desastre y el secretario descubre enseguida tu postura, no ocurre así con la Seguridad Social que ha implementado un sistema de posturas en sobre cerrado extraordinario).
Al día siguiente, me dirijo a Alicante a la subasta que ya tenía preparada. Sobre las 10 horas de esa mañana y estando de camino recibo una llamada que no conocía y se identifica como D. XXXX, abogado del demandado de la subasta indivisa de Murcia que había venido exclusivamente de Madrid para asistir a la subasta, que había participado en la misma a nombre de un familiar del demandado, pero que había sido yo el adjudicatario (hubieron solo dos ofertas). En tono prepotente, agrio y déspota (sintomático de los gilipollas y los ignorantes) me amenaza que le tengo que ceder el remate y que si no lo hago me tendré que enfrentar al retracto; pero que había pensado que para que no me sintiera perjudicado del todo me ofrecía la cantidad de 300,00 euros ¡cuánta generosidad por su parte! Yo le dije con buenas palabras, las que él nunca usó conmigo, que muy agradecido por la oferta que me hacía pero los gastos que yo ya llevaba soportados eran muy superiores (hay personas que trabajan conmigo a las que tengo que pagar) así que se pensara en subir esa cifra. Me dice que me volvería a llamar porque no estaba autorizado para ofrecer más dinero.Yo continúo mi viaje y a los 30 minutos más o menos me vuelve a llamar y me dice que excepcionalmente me daba 500,00 euros y que era su última oferta que tenía que volver a Madrid y que ya hablaríamos, que si no aceptaba que me preparara para el retracto (siempre que hablaba lo hacía en tono amenazante) Qué diferente hubiera sido si me hubiese hablado con normalidad, reconocer el error mayúsculo que cometió en la subasta al hacer una oferta miserable por recuperar el bien que su cliente iba a perder y que debíamos llegar a un acuerdo lógico. Si hubiera sido así le cedo el remate sin más porque yo lo que no quiero son problemas; pero claro ir de abogado listillo, no tener ni pajolera idea de una subasta y encima usar amenazas, pues por ahí sí que no paso.
Así que le digo que ya hablaríamos que me lo tenía que pensar. Acto seguido llamo a un gran amigo inversor y le digo que le vendo la cuarta parte indivisa que había comprado por una determinada cantidad (cuatro veces lo que yo había pagado), que podía ser problemática y que podría no ganarse nada pero que si todo salía bien y se iba a la disolución del proindiviso, se podría quedar con un gran piso. Este amigo como ya había hecho varias operaciones conmigo y había quedado satisfecho, acepta la operación.
Al día siguiente solicito a la Seguridad Social un certificado donde conste que soy el adjudicatario y con ese documento me voy a una notaría para preparar la escritura de compra-venta. Se firma la escritura de compra-venta, se pagan los impuestos y “presento y retiro” la escritura porque no podía inscribirse al faltar el título previo (el documento que yo había aportado no tenía validez para inscribir había servido solo para confirmar en la notaría que yo era el propietario sin título inscribible, pero propietario y por tanto con derecho a vender lo que es mío si es aceptado por la parte compradora). Por supuesto que el precio de la compraventa fue el real, el precio que yo le cobré a mi amigo inversor, aquí no podíamos jugar con precios inferiores por temor al retracto.
Mientras tanto el abogado listillo ni me llama. La Seguridad Social, en menos de un mes me da el Certificado de Adjudicación el cual llevo al registro junto con la escritura de compra-venta que se había hecho para que se registraran simultáneamente ambos documentos. El abogado listillo continúa sin llamar, imagino porque pensaría que como ocurre en los juzgados tardarían varios meses en entregarme el auto de adjudicación. Pero no, la Seguridad Social, al igual que la Agencia Tributaria tiene unos plazos muy ajustados establecidos en sus respectivos reglamentos y procuran cumplirlos.
Un buen día el abogado listillo me llama para decirme que había pedido una nota del registro y que se había quedado helado al comprobar que la finca se había transmitido. Yo le contesté que estuve esperando una llamada suya generosa que nunca llegó y que él como abogado que hiciera lo que creyera conveniente.
Ya tenía todos los plazos vencidos así que lo único que podía hacer era decirle a su cliente que había perdido su propiedad. Pero en vez de eso ha presentado demandas, primero contra mí que yo no tengo nada que ver porque yo no soy propietario y al no serle aceptada, la presenta contra mi amigo el inversor, la demanda le ha sido desestimada y ha recurrido a la Audiencia, donde igualmente la perderá.
Imaginaros los cuantiosos gastos que llevan acumulados y que pueden dar por perdidos, porque aparte de sus costas tiene que pagar las nuestras, además de haber perdido la propiedad. Y todo esto por un abogado listillo.
Contestando a Draco: “A veces no es posible llegar a ningún acuerdo”