Un tal Castro me escribe lo siguiente:
Buenas Tristán, nos enseñaron una vivienda que se encontraba en subasta, por medio de 4 intermediarios, algo que daba miedo ya que la cesión de remate del 10% se la repartían entre ellos 4, nos plantearon la operación como si fuera una venta, no una subasta, que estaba hecho claramente, sospechoso no, lo siguiente, pero que había unos precios mínimos para la subasta por el que se realizaría la operación claro. Las personas que nos lo enseñaron eran algo conocidas por nuestra parte y nada de fiar. Decían que la única manera de comprarlo era a través de ellos, siendo subasta pública, nos pareció raro no, lo siguiente, al final descubrimos que era una subasta judicial pública y pujamos por nuestra parte, nos adjudicamos el bien hace un año, y ahora nos solicitan la "comisión" de la cesión de remate del 10%. Claro que les hemos comentado que no, admitimos que gracias a ellos vimos la vivienda antes de la puja, lo cual facilita la operación algo, pero no nos dijeron claras las formas e intenciones desde un principio. Me hace gracia que nos comentaban que esa era la única forma de adquirir el bien, pasar por ellos, y les demostramos que estaban equivocados, pero tenemos la duda.
Hasta aquí lo que me cuenta.
Aunque el relato está lleno de imprecisiones e inexactitudes, lo que a mi me queda claro es que un profesional del negocio inmobiliario le ofreció a este señor la inversión en una propiedad que, por lo visto, estaba en subasta, aunque puede que, en principio, le ocultara este extremo en un intento de impedir que el cliente le diera la vuelta, como al final sucedió.
Según mi opinión esto fue un error. Es cierto que muchos profesionales del negocio inmobiliario evitan dar a sus potenciales clientes demasiada información porque tienen un miedo cerval a que la utilicen por su cuenta y consigan sin su concurso (y ahorrándose la comisión) comprar por otra vía la misma propiedad que ellos les están ofreciendo.
Yo nunca he tenido ese miedo porque conozco perfectamente todos los rincones de este negocio y se que no hay nadie más indefenso que un recién adjudicatario. Ese momento en que el tipo ha pagado tropecientos mil euros sin haber obtenido a cambio ni unas escrituras ni la posesión de la vivienda adquirida, le convierten en un corderito a quien lo último que se le ocurriría sería dejar de pagarme mis legítimos honorarios.
Aún así, siempre hay algún listillo, con más huevos que cerebro, que te la quiere colar. Como aquel hijoputa que, al salir de una subasta exitosa en la que yo le había comprado su futura casa a muy buen precio, me dijo muy tranquilamente lo siguiente:
Tristán, no te mereces los honorarios que pretendes cobrarme porque esta subasta ha sido coser y cantar. O los negociamos o no vas a ver un duro.
Eran los años noventa y yo entonces cobraba un diez por ciento sobre el precio de adjudicación. Era mucho dinero, pero era lo que habíamos pactado.
No te preocupes, le dije, yo a la familia y amigos no les cobro nada, pero a ti esta casa te va a costar mucho más del diez por ciento.
Y desde ahí me fui directamente a hablar con el demandado de aquel procedimiento judicial. Le ofrecí los servicios de mi abogado de entonces y le dije a éste por dónde había que atacar ese procedimiento para que el adjudicatario no oliera la vivienda en mucho tiempo.
Finalmente, aquel canalla me pagó mis honorarios más lo que me había gastado en el abogado, con la esperanza de que ahí acabarían sus problemas, pero el muy ignorante no sabía que un abogado no se debe a quien le paga sino a quién representa, por lo que pagarme no le evitó ni un día de los dos años de calvario que le costó la broma.
Lo conté hace años en este post: Agente doble en las subastas
El tal Castro nos da a entender lo poco de fiar que es quien le propuso la inversión, cuando los hechos han demostrado que quien no es nada de fiar es él mismo.
Al profesional estafado le digo lo siguiente:
Supongo que no eres alumno de Triunfa Con Las Subastas, porque de serlo habrías leído el anexo en el que muestro cómo actuar con los potenciales clientes y la documentación que hay que hacerles firmar, etc.
Lo que yo haría en tu situación es atacar simultáneamente por dos vías:
1) Si puedes probar que le ofreciste a Castro la inversión y le diste información sobre la vivienda subastada, entonces reclámale judicialmente tus honorarios. Solo si estás en situación de acreditarlo.
2) Simultáneamente, vete a ver al expropietario de la vivienda subastada y coméntale dos cositas que tú y yo sabemos. Si eres alumno del curso de subastas ya sabes a quien tienes que contratar para que le lleve al ex propietario el asunto. El letrado que lleva más asuntos de subasteros en toda España es también quien mejor puede putear a un adjudicatario indisciplinado.
y a Castro le digo esto otro:
Paga sus honorarios, canalla, o pagas ahora por las buenas o vas a tener que pagar más tarde por las malas, pero al profesional inmobiliario hay que pagarle siempre.
La palabra en los negocios es Ley.
¿No opináis igual?