Tremenda la que tienen liada los subasteros en Argentina, donde las subastas judiciales de la capital han tenido que ser trasladadas a un moderno edificio en el que todas se celebrarán en cinco salas y serán grabadas desde todos los ángulos para evitar que una organización de subasteros llamada "La Liga" pueda presionar con amenazas a los postores particulares.
No quiero ni imaginarme en qué deben consistir estos llamados "aprietes" que, por lo visto, estaban a la orden del día por aquellos lares. El mayor escándalo saltó a finales del año pasado en la subasta del Petit Hotel, una lujosa mansión que fué adjudicada a un precio ridículo a un conocido subastero de esa supuesta "Liga".
Así que unos cardan la lana y otros crian la fama porque lo que sí puedo asegurar a todos mis fieles lectores es que en España la situación es radicalmente diferente. Aquí cualquiera puede asistir, como postor o simplemente como mirón, a la subasta judicial que desee y con la seguridad de que no va a tener ningún problema con los subasteros profesionales, quienes lejos de estar unidos en ninguna clase de organización, están desunidos y son fuertemente competitivos entre sí.
Si acaso los problemas puede que los tengan, unos y otros, con una legislación inapropiada y un sistema judicial caduco. Eso sí.