Dicen que los policías odian el delito pero en muchas ocasiones también compadecen al delincuente. Eso está bien y es muy humano por su parte. A mi me pasa exactamente lo mismo en mi relación de amor y odio con la gente a la que tengo que desahuciar de los pisos que son de mi propiedad. Les tengo que desalojar porque están viviendo en una casa que es mía y que necesito para hacer prosperar la rentabilidad del dinero invertido, pero por otro lado, les compadezco y lamento mucho la situación en la que les ha metido su mala cabeza.
¿No te da pena, Tristán, adquirir viviendas de gente que no ha podido hacer frente a sus pagos?
Pues sí, por supuesto que les compadezco. Pero la inmensa mayoría de los ciudadanos, cuando tenemos deudas, nos vemos obligados a vender nuestras propiedades para pagar a nuestros acreedores. Pero esta gente a la que le han subastado su casa son personas que se niegan a esa sencilla solución, vender su propiedad y volver a empezar. Esta gente se empecina en no pagar y se aferra a sus propiedades.
Al fin y al cabo, las subastas no son más que ventas judiciales forzosas, en las que un juez vende la propiedad del deudor para que sus acreedores puedan cobrar sus deudas.
Por supuesto que a todos los que nos dedicamos al negocio de las subastas nos dan lástima los ex propietarios cuyas casas se han subastado, pero hay que recordar que están en esa situación por su mala cabeza, solo por su mala cabeza.
Cualquiera con dos dedos de frente hubiera solucionado esa situación de una manera más racional, vendiendo la casa antes de la subasta. Así se hubieran ahorrado costas judiciales e intereses de demora.
De hecho, es la solución que aplica la inmensa mayoría de los deudores que vende sus casas y liquida sus deudas antes de que la cosa vaya a más. De estos últimos no nos enteramos porque sus casas no salen en subasta por haberse solucionado el problema previamente. Y sí, es cierto que pierden la propiedad de su casa, pero pueden comenzar una nueva vida con el dinero que les haya sobrado, con la diferencia entre el precio que hayan conseguido con la venta y la deuda que hayan tenido que liquidar. Todo lo que les sobra tras haber pagado la deuda se lo llevan para ellos mismos y les ayuda a comenzar una nueva vida.
De hecho se puede decir que todo el dinero que ganamos los inversores comprando una subasta, se lo podrían llevar los deudores si hubieran hecho las cosas racionalmente bien y fueran lo suficientemente listos para decidirse a vender la casa por anticipado en lugar de empecinarse en no pagar y aferrarse a su vivienda.
Por otro lado, hagamos un pequeño ejercicio de pensamiento. En lugar de pensar en el deudor, pongamos el foco por un momento en los acreedores que, si no cobran sus deudas, dejarán de hacer préstamos. Y con ello perjudicarán a mucha gente que sí pagamos nuestras deudas. Gente que necesita que le sigan dando préstamos para poder adquirir sus viviendas. Y por qué no decirlo, también para que la economía siga funcionando. Sin créditos no hay economía. Si los acreedores no tuvieran una vía eficaz para cobrar las deudas que se les deben, el resultado sería, simplemente, una sociedad sin créditos.
Y eso, además, nos perjudicaría a todos. También a los que sí pagamos nuestras deudas. No solo perjudicaría a los morosos que no pagan sino que también perjudicaría a aquellos que sí pagamos nuestras deudas. Y también a aquellos que como no pueden pagarlas, acaban haciéndolo por la vía de vender voluntariamente sus casas, liquidan la deuda y siguen adelante con sus vidas.
Por otro lado, la mejor forma de ayudar a estos deudores estrechos de miras es participando en las subastas de sus bienes, porque así evitamos que se los adjudiquen las entidades financieras por cuatro chavos.
Ahora bien, he afirmado más arriba que compadezco a la gente a la que tengo que desalojar de mis propiedades. Y lo cierto es que eso no es del todo cierto. Por ejemplo, no siento ningún tipo de compasión por la chusma okupa. Es gentuza de la peor ralea, carne de presidio que en otra época habría acabado en galeras y que actualmente prospera solo por la demagogia de una izquierda que ha olvidado a los trabajadores de este triste país para focalizarse solo en la defensa de aquellos que nunca en su puta vida han dado un palo al agua.
Haced el favor de echarle un ojo a cómo han dejado los okupas este piso desalojado hace algunas semanas. Y luego volvedme a decir que hago mal en llamarles chusma. Estos tipejos son como trolls, acostumbrados a vivir en cuevas dejan las casas destruidas y con olor a establo.
Los urbanitas ablandados por la confortable sociedad occidental no estáis acostumbrados a este nivel de porquería. Os lo digo yo, que nunca vi nada semejante hasta que me topé con mi primer desahucio de okupa, allá por 2014 más o menos.
Y aquí lo dejo. Bueno no, también quiero aprovechar la publicación de este artículo para comentarte que últimamente estoy muy animado con mi perfil de Linkedin. Si tú eres usuario de esa red social sería fantástico que me ayudaras a arrancar. No se, por ejemplo, validando algunas de mis «aptitudes» o, si eres alumno del curso de subastas o has sido usuario de algunas de mis consultorías, dando tu opinión en la sección de «Recomendaciones». No tiene por qué ser una opinión positiva, solo que sea una opinión sincera.
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Gracias, en cualquier caso.