- Buenos días señorita, ¿Sería usted tan amable de decirme quien maneja la subasta 815/09?
- Yo misma me encargo de ese procedimiento, ¿Qué desea?
- Ah qué bueno, mucho gusto en conocerle. Yo soy Wilson José Pacheco, para servirla.
- Dígame. ¿Qué desea?
- Pues verá usted, señorita. La semana que viene el banco va a subastar mi casa porque ustedes me la embargaron porque no pude pagar la mensualidad y yo vengo...
- Eh, eh, quieto, pare el carro que se está usted equivocando. El banco no va a subastar nada. El único que subasta es su señoría el juez y este juzgado no embarga nada porque aquí solo tramitamos procedimientos hipotecarios.
- Pues eso, que me han embargado y mi casa se va a subastar.
- Que le digo que en este juzgado solo se tramitan procedimientos hipotecarios y que no se ordenan embargos. Ahora bien, si lo que quiere decir es que ha dejado de pagar la hipoteca, entonces sí. Espere, un momentito (se pone a ojear el expediente). Estoy viendo que usted y su esposa son los demandados y que la subasta está señalada para la semana que viene. Le quiero advertir, para que no pierda su tiempo ni me lo haga perder a mí, que la subasta ya está señalada y que no se puede suspend...
- No, no, señorita, si yo no quiero suspenderla. A lo que vengo es a traerles las llaves de la casa porque nos volvemos en unos días a mi país y no queremos líos (Wilson dice esto sacando un manojo de llaves y depositándolo sobre la mesa)
- Un momentito que no lo entiendo, ¿estas son las llaves de su casa?
- Claro señorita, nosotros ya no las necesitamos y no queremos que nos declaren rebeldes como me han contado. Por eso le doy las llaves.
- ¿Pero qué rebeldes ni qué niño muerto? Eso es otra cosa que no tiene nada que ver con las llaves. Ustedes no tienen por qué irse de la propiedad y mucho menos traerme las llaves aquí que no me dan más que trabajo. Váyase a su casa y espere la comunicación del juzgado. Mientras tanto disfruten de la casa.
- A la orden señorita, pero nosotros ya no estamos en la casa, que está vacía porque nos hemos mudado al piso de arriba, donde la prima de mi esposa. No necesitamos las llaves más.
- Pero es que no es aceptable que usted se presente aquí y me entregue las llaves de su casa como si esto fuera una inmobiliaria. ¿Has visto Pilar (dirigiéndose a su compañera de enfrente), que esta gente no da más que problemas y no hacen sino traerme trabajo?
- Contesta Pilar: Desde luego es una vergüenza, y encima ahora que nos han bajado el sueldo y que hace este calor. No te va a quedar más remedio que hacerle una comparecencia como que te entrega las llaves voluntariamente. Consuélate pensando que esto te ahorra trabajo en el futuro.
- Sí, pero el futuro está por venir y ahora mismo en lo que estaba pensando es en los churros y porras de Santa Bárbara.
- Bueno, bueno. Tú haz lo que quieras. Desde luego, vaya pesadez de trabajo. Estoy deseandito que llegue agosto.
- Wilson, recoja sus llaves y váyase tranquilo a su casa, que desde la subasta aún pasará mucho tiempo hasta que le tenga que dar la Posesión al adjudicatario y luego aún podrá pedirnos un mes de gracia y lo usual es que nadie se vaya hasta que el juzgado se lo diga.
- A la orden señorita, pero es que el abogado de la asociación le dijo a mi esposa que como nosotros ya nos vamos a mi país, que lo mejor sería traer las llaves al juzgado. Y además, le voy a ser sincero, que me parece lo más correcto y lo más honrado porque si yo no le pago al banco y éste se queda con mi casa, no me parece ni medio serio que tengan que venir a echarme como a un cualquiera, y que mis hijos se queden llorando en la calle, que todos tenemos nuestra dignidad. Somos pobres porque nos hemos quedado sin trabajo los dos y mi mujer no cobra paro porque cuidaba a un anciano y a mí se me ha acabado el paro, pero los dos somos muy honrados y lo que es justo es justo. La casa ya no va a ser más nuestra y lo mejor es que el nuevo propietario tenga su llave sin necesidad de pelearla. Así que si otros con menos vergüenza quieren pelear por una casa que ya no es suya, allá ellos, pero nosotros ya nos hemos mudado donde la prima de mi mujer y enseguida nos volvemos a mi país.
- (elevando el tono de voz, ya la oyen todos los empleados del juzgado y los visitantes también) ¿Pero se puede ser más pesado? Que le estoy diciendo que esto no es una inmobiliaria y que se vaya de aquí y se lleve sus llaves.
- Pero es que, ¿qué hago con ellas?, ¿a quién se las doy? Yo me voy a mi país.
- Pues déselas al portero o a cualquier vecino, pero aquí no las deja.
- A la orden señorita, siempre a la orden.