¿Alguien entendería que los trabajadores de turrones El Almendro se pudieran tomar vacaciones en octubre, por ejemplo, o que los profesores (que ahora están tan de moda) pudieran elegirlas en febrero? ¿Verdad que no? La lógica nos indica que el momento idóneo para que los trabajadores se vayan de vacaciones es cuando las fábricas están cerradas, si es que ese es el caso.
Lo sorprendente es lo que pasa en los juzgados, que cierran mayoritariamente en agosto, quedando solo unas guardias eximias, pero cuyos empleados se pueden tomar las vacaciones cuando les apetece, no tienen más que llegar a un acuerdo entre ellos y listo.
Así puede ocurrir, como a mí me ha ocurrido este año, que un procedimiento judicial de mi interés, ha estado en coma tres meses porque la empleada judicial se fue de vacaciones en julio y ahora, en septiembre, la que está de vacaciones es la secretaria. Por una o por otra la casa está sin barrer y mi Decreto de Adjudicación, perfectamente redactado y notificado desde finales de junio, resulta que todavía no está en mi poder a falta de una firma. Semejante tontería.