Esteban era un empresario de éxito. Había heredado una pequeña empresa de mudanzas de dos camiones y ya tenía cinco camiones trabajando a pleno rendimiento. Corría el año 2006.
Una mañana recibió la llamada que iba a cambiar el resto de su vida:
- Buenos días Esteban, soy Carlos Zamora, ya sabes, el director de tu sucursal de la CAM. ¿Cómo estás machote? Te llamo para hacerte una proposición deshonesta.
- Hooombre, qué tal. Así que deshonesta, eh, ¿Cómo de deshonesta? ya sabes que soy un golfo así que el sí lo tienes por adelantado.
- No hombre, no me refiero a eso, que también, pero otro día. De lo que te quiero hablar hoy es de que hemos sacado un nuevo producto diseñado solo para empresarios cinco estrellas, o sea, para ti. Que te encaja como un guante, coño. Se trata de una línea de crédito al euribor + 2% sin que tengas que dar ninguna garantía ni nada parecido hasta 900 mil y con algunas garantías extra si quieres que te demos más. ¿No me dijiste que estabas a tope de trabajo y que un par de camiones nuevos y una nave guardamuebles te vendrían de perilla?
- Vaya, ya me has arruinado la mañana con la oferta. Tentarme me tienta mucho porque el negocio va viento en popa y es el momento de expandirse, pero ahora mismo tengo otros compromisos financieros y no quiero empeñarme más todavía, que aún estoy pagando las letras de algunos camiones y la hipoteca de la cueva que tenemos como guardamuebles.
- No me seas cagueta, abrimos una línea de crédito con la que liquidas todo lo que tengas pendiente y con lo que te quede te compras los camiones que necesites y cambias de nave. Vas a ser el Gil Stauffer del siglo XXI.
- Que no macho, que prefiero ir poco a poco y sabiendo el terreno que piso.
- Nada, que eres un moñas y no hacemos carrera contigo. Pero como me caes bien y te quiero un montón, te invito a comer mañana en Araceli. Ya verás que asado nos preparan allí. ¿Te recojo a las dos?
- Venga vale, pero recuerda lo que te he dicho, no quiero ni un euro.
Conclusión, que le abrieron una línea de crédito de novecientos mil euros a diez años con la que liquidó todos sus otros créditos y además vendió la nave churripuerca que tenía y compró una nueva en Paracuellos del Jarama (junto al aeropuerto) y la equipó a la última. Además compró tres camiones nuevos y se deshizo del camión más viejo de la flota. Ya estaba preparado para empezar a ganar la pasta gansa de verdad.
Diecisiete meses después cayó Lehman Brothers.
Enseguida llegaron los primeros problemas. A medida que el mercado inmobiliario se empezó a estrangular la gente dejó de comprar casas y, por tanto, de mudarse. A esto se unió que la administración, antes tan dada a cambiar de domicilio sus centenares de oficinas, empezó a restringir las mudanzas y a controlar mucho más el precio que pagaba por ellas. Se acabó el llevar camiones medio vacíos y a facturar como si estuvieran llenos.
Una mañana del 2009 Esteban recibió una nueva llamada.
- ¿Qué tal Esteban? soy Carlos Zamora
- Hoooombre, Carlitos, amigoooo, cómo estas. Precisamente estaba pensando en ti y en que hace tiempo que no nos tomamos unos cohetes juntos. ¿Cómo estás, hombre?
- Déjate de cohetes que la cosa está muy mal. Ya nos los tomaremos en otra ocasión. Ahora lo que quiero es hablar contigo. ¿Por qué no te acercas por la oficina y charlamos?
- ¿De qué hay que charlar si todo va bien o eso creo? ¿Va todo bien verdad, Carlos?
- Pues la verdad es que no. Dentro de un mes hay que renovar la póliza y tengo órdenes de no hacerlo.
- ¿Qué dices, se os ha ido la olla o qué os pasa? ¿Acaso no estoy pagando todo regularmente? No me he retrasado nunca, ni un minuto. Os he pagado religiosamente durante dos años y nunca habéis tenido queja alguna. Es verdad que el negocio no va tan bien como antes y que de los siete camiones suelo tener al menos dos parados, pero los otros cinco están trabajando a tope y no solo no he tenido que echar a ninguno de los fijos sino que he seguido renovando a todos los trabajadores eventuales que tenía. Simplemente que ya no tengo que contratar a los moritos a los que antes pagaba en negro. Pero a todos los demás les mantengo en nómina. Además, ¿Qué es eso de no renovar una poliza que está firmada para diez años? De eso nada.
- Pues va a ser que sí. La póliza es de diez años pero supongo que habrás leido la cláusula que menciona que es renovable anualmente. Macho, que no puedo hacer nada, que me han dicho que no te renueve la línea de crédito y que nos tienes que pagar los ochocientos cincuenta mil de los que actualmente estás disponiendo. O eso o bajarla a seiscientos mil y pagarla un poco más cara. Y que aceptes añadirle una garantía hipotecaria, claro.
- Joder, sois unos cabrones y bla-bla-blá
Un año después la conversación ya es a cara de perro
- Sois de lo peor, primero me convences para darme un crédito que no quiero, luego me lo rebajas casi a la mitad y me obligas a malvender el chalet de Javea para pagar la diferencia y encima tengo que hipotecar mi casa y hoy me dices que ahora ya no os vale ni la hipoteca ni nada, que no me renováis la póliza de crédito y que me jorobe. Me habéis arruinado pero a base de bien.
- ¿Y qué te crees, que no lo se? Lo que pasa es que yo mismo estoy jodido. La caja está técnicamente quebrada y solo resiste porque el Gobernador del banco de España está mirando hacia otro lado y nuestros puestos de trabajo están en el aire. Macho, que tú al menos tienes camiones y una empresa y la casa pagada pero yo me puedo quedar en la calle de un momento a otro.
- Serás hijoputa, ¿tú en la calle? A otro con ese cuento, que ya lo enjuagarán con jubilaciones voluntarias y abusos similares para que vuestros sindicatos no se cabreen. ?¿Qué tengo camiones y una empresa? Y de qué me van a servir si no tengo liquidez para saldar la cuenta de crédito. Me lo vais a embargar todo y además vais a ejecutar la hipoteca y voy a perder la casa y los camiones y la empresa y mis empleados van a perder el trabajo. Y nada de esto habría pasado si no me hubieses suplicado hace tres años que aceptase tu oferta con la excusa de que tenías que cumplir los objetivos y que yo me iba a beneficiar y que si Maroto y la moto y no se cuantas milongas más. Simplemente me habéis arruinado y habéis puesto a mis empleados en la calle y eso que se trata se una empresa que sigue funcionando y pagando religiosamente a los empleados, a los proveedores y a vosotros.
Un año y pico después Esteban ya ha perdido su casa y como es un tipo honesto, siempre lo ha sido, en vez de quedarse en ella y echarle la culpa de sus males al gobierno y al capitalismo y al puto especulador que ha comprado su casa en la subasta y que se llama Tristán, en vez de eso, le ha dado las llaves al subastero y él y su familia se han mudado a la casa de sus padres.
Y la empresa familiar ha conseguido salvarse pero ahora está muy disminuida. Ha despedido a todos los empleados eventuales y a la mitad de los fijos, conserva dos camiones y la nave. Pero al menos ahora no tiene deudas y puede empezar de nuevo.
Eso si, lo de que el banco es tu amigo no creo que vuelva a colar con él.