En el año 1993, el economista John B. Taylor desarrolló un sencillo modelo que trataba de averiguar el nivel adecuado de tipo de interés de referencia para una autoridad monetaria. Taylor consideró que esta tasa de política monetaria era función del tipo de interés de referencia neutral, la inflación, el crecimiento económico y las desviaciones frente a los objetivos de inflación y de crecimiento.
Conocer cómo evoluciona este indicador es fundamental de cara a adelantar qué puede hacer la Fed.
Algo así como un "índice macro" sobre el que una banco central podría realizar una "gestión pasiva". De hecho, esta formula explica bastante bien los cambios en los Fed Funds de la época Volcker - Greenspan y parte de Bernanke. Y existe evidencia de que explica bien también los movimientos de otros bancos centrales.
Desarrollando un poco más la fórmula, el tipo de interés neutral de política monetaria debe ser consistente con un crecimiento de la economía a largo plazo con una inflación estable. Por otro lado, tanto alfa como beta deben ser positivos (el propio Taylor propone en su trabajo un factor de 0,5). Lo anterior supone que el tipo de interés de referencia aumentará en términos reales frente a su tasa neutral en respuesta a desviaciones positivas de la inflación frente a su objetivo y del crecimiento frente al potencial (output gap).
Cabe destacar, que en julio de 2014 se propuso adoptar una directiva teniendo en cuenta la desviación de la inflación de los cuatro trimestres anteriores respecto a un objetivo y la desviación del PIB respecto a su potencial. Es decir, la Ley exigiría la adopción de la Regla de Taylor para determinar la política monetaria estadounidense.
De haberse aprobado, tendría ventajas evidentes respecto a la transparencia y credibilidad de la autoridad monetaria estadounidense. Si un banco central sigue reglas conocidas de antemano, generará una menor incertidumbre respecto a sus decisiones en la formación y transmisión de su política monetaria. Tendría así mismo una menor volatilidad sobre los mercados financieros.
Además, frente a los críticos que aseguran que la Regla de Taylor seria demasiado agresiva en momentos de estanflación (como en los años 70, por ejemplo) o en momentos de grandes recesiones (como el entorno actual), la ley hubiera permitido que en el caso de que la Fed quisiera desviarse de esta regla, lo justificase ante las cámaras.
Frente a lo anterior, es importante destacar que el valor del tipo de interés de equilibrio o el output gap, son inestables y complicadas de estimar. Y, además, obligar a la autoridad monetaria a comparecer antes las cámaras reduciría su independencia. En fin, como veis, siempre la misma discusión: ¿gestión activa o gestión pasiva?
Es interesante en este sentido leer este paper de A. Orphanides, miembro del BCE y un gran experto de las reglas para determinar la politica monetaria.
La regla de Taylor es sencilla de calcular, ampliamente conocida y utilizada. Con todo, algunos economistas sugieren que se podría incluir en la fórmula otros factores para mejorarla, como las condiciones financieras. La misma Yellen ofrece dos interesantes alternativas en una conferencia de 2012 o en otra en 2015.
En este contexto, la Fed de Atlanta ofrece esta interesantísima herramienta para calcular la Regla de Taylor de acuerdo a diferentes criterios, así como descargarse los datos utilizados para los cálculos.
Tomás García-Purriños, CAIA
@tomasgarcia_p