Evidentemente (por suerte) no soy el primero que plantea algo así. Es más, no hace mucho ya hemos podido leer en algunas páginas especializadas (por ejemplo http://www.x-trader.net/) opiniones sobre su inutilidad o sobre su necesaria renovación.
A ellas me remito para ir abriendo boca sobre el tema.
Para este artículo no voy a describir en qué consiste el Análisis Técnico. Para ello podría servir esta referencia a dos folletos que escribí hace un tiempo y que están publicados en la parte de formación de la página web de Cortal Consors. (Pulsando aquí podéis descargaros la primera parte y aquí la segunda, ambas en pdf). Tampoco lo voy a comparar con ninguna otra forma de analizar valores (es decir, no voy a entrar por esta vez en la tontería de siempre sobre si es mejor el técnico o el fundamental -¿a quién quieres más a papá o a mamá?).
En fin, dejémonos de introducción y vayamos a lo que vamos: ¿sirve o no sirve de algo utilizar el análisis técnico?
Creo que el primer combate del análisis técnico es contra sí mismo. Y no me refiero con esta afirmación al típico capítulo de críticas que a uno le enseñan en cualquier curso gratuito de Chartismo (como por ejemplo, los pdfs que he puesto antes) en plan que si el técnico es autoprofético, etc. Me refiero a que el análisis técnico, por lo menos en España, se enfrenta a un durísimo problema de orgullo.
Vamos a ver si soy capaz de explicarlo sin herir sensibilidades: yo soy un apasionado de la música (creo que en este blog he ido descubriendo tres de mis cuatro grandes aficciones: la bolsa -por supuesto-, los cómics, la música... ¿cuál será la cuarta? la respuesta después de la publicidad). Me gustan casi todos los estilos y los respeto todos si están hechos por lo menos con un mínimo de gusto y ganas de divertirse. Me gusta escucharla y además me gusta tocarla. Hace unos años no hubiera tenido ninguna posibilidad de hacer nada con mi grupo más allá de echarnos unas risas los fines de semana y algún conciertillo. Sin embargo, el futuro (o mejor dicho, el presente, también conocido como internet) ha puesto en nuestras manos unos medios que quizá no los tenía ni Elvis Presley: ordenadores, tarjetas de sonido asequibles, programas como cubase, tiendas de instrumentos muy baratas... En fin, que resulta que aquí cualquiera (hasta yo) se graba una maquetilla con una calidad que ya la soñaba Led Zeppelin.
Con el análisis técnico de repente pasa lo mismo: el bróker que no ofrece un programa de gráficos es como de regional preferente y es tan sencillo hacerse con un visual chart como descargarlo de su página. Le sumas un blog (o una página hecha con plantillas, como google creator) y cualquiera puede ponerse como loco a subir informes de análisis exactamente igual que lo haría un profesional. Vamos, que si mi abuelo hubiera podido ver los medios actuales para el análisis técnico se hubiera reído del señor de la librería donde compraba sus cuadernos de papel milimetrado...
En fin, el hecho es que quizá por este escenario en el que cualquiera al que le sobren 15 minutos es analista técnico profesional (no ayuda mucho, por cierto, ver cómo los analistas de casas "serias" hacen un análisis en televisión o en radio de prácticamente cualquier valor en menos de un minuto) para parecer más experto hay que añadir datos fundamentales. Claro, el análisis fundamental ya requiere mucho más tiempo y dinero (pagar un terminal Bloomberg, Reuters o un proveedor cualquiera de datos es bastante caro). No hay analistas por la tele que miran el PER, la rentabilidad por dividendo y el ROE y dicen: fuerte compra (o sí los hay...).
En resumen: decir que eres analista técnico no da prestigio. Cualquiera puede serlo yendo a un curso de cuatro tardes y con un programita de gráficos. Cuanta más gente puede acceder a hacer algo, mayor número de gente que lo hará mal (encima, por la ley de los grandes números, el porcentaje de analistas debería ser constante, pero el mundo financiero nos ha demostrado que los grandes números no son más que eso: números grandes, así que mientras aumenta el número de gente que hace análisis técnico también aumenta el número de gente y el porcentaje que lo hace mal).
En este sentido me comentaba este mediodía Óscar (analista técnico de Cortal Consors) cuando le he dicho de qué tenía pensado hablar en mi próximo post, que la pregunta no debería ser si funciona el análisis técnico, sino si funciona el analista. Yo me puedo comprar la mejor guitarra del mercado... pero seguiré sin tocarla como Mark Knopfler. Por mucho que me duela. Él es un profesional y yo no. Pero no voy a hablar mucho más sobre analistas hoy, ya dije todo lo que pensaba en otra entrada del blog.
Que conste que todavía ni siquiera he entrado en la discusión de si es o no es útil. Solo digo que ya para empezar, la mayoría de analistas técnicos tienen vergüenza a decir lo que son. Por ello un servidor admira a los analistas técnicos que no tienen vergüenza de serlo y actúan como tales. Acertarán más o menos, serán mejores o peores, pero son profesionales (y la mayoría de la gente que está en el mercado sabe de quiénes hablo).
No sé si será una tendencia solo en España, pero a cualquiera que opine que el análisis técnico es de segunda, que vaya y se lo cuente al analista de Fidelity, a los de Goldman Sachs, Merrill Lynch, Exane... grandes casas de análisis ¿fundamental? Que tienen su correspondiente departamento de Análisis Técnico. O a algunos de los mejores gestores de Hedge Funds.
Incluso ahora de repente parece que se ha olvidado que algunas teorías (opinión contraria, tendencia relativa y alguna otra) vienen del análisis técnico.
Con esto, que conste, sigo sin defenderlo y sin responder a la pregunta que me hacía al principio. Sin embargo ya hemos sentado algunas de las bases... Es complicado pensar que algo es útil cuando no tiene buena fama. Podemos estar ya con ideas preconcebidas o predispuestos a desconfiar.
Pero, en fin, como no quiero que os estalle la cabeza de tanta palabra os dejo por ahora. Dentro de una semana seguimos con el tema y ya entramos en materia y pasamos a las investigaciones, a los números. A la chicha, vamos.
Hasta entonces.