Este miércoles aprovechando el día del espectador fui por fin a ver Wall Street 2. Por supuesto, como soy un friki, hice sesión doble y antes vi en mi casa la primera.
Como ya comenté en otro post, no soy crítico de cine, aunque me encanta, ni pretendo serlo. Tampoco me gusta ser el típico que destripa películas, así que si aún no la has visto, deja este post para después, porque pretendo contar algunos detalles que si bien pueden no ser importantes yo los considero esenciales.
En sí misma la película no debe ser muy buena porque mi novia (mi mujer, en realidad, pero llevando tan poco casados me cuesta todavía llamarla así) se quedó dormida a mitad. Y la verdad es que es una película un poco lenta y el guión no es demasiado bueno. Sobretodo en comparación con la primera, a la que no llega ni a la suela de los zapatos. Aún así, a mi me encantó. ¿Por qué? Pues por varias razones.
En primer lugar me parece que está perfectamente logradas las escenas de pánico con las primeras caídas. Cuando comenzaron los primeros avisos del marrón que se nos venía encima yo estaba trabajando como operador de mercado, y algunas de esas escenas del cine yo las viví en primera persona: clientes como locos que no saben qué hacer, miedo, gallinero en la sala, tres llamadas en espera en cada línea, órdenes de venta que no da tiempo a meter porque el valor se ha ido un euro por debajo mientras te la dan... Verlo en el cine es una sensación rara. Algo así como ponerle la película a tus nietos y decirles, yo estaba ahí.
En segundo lugar, las reuniones de los banqueros con los políticos, son exactamente como yo me las imaginaba. ¿Te imaginas a Paulson gritando " lo que me pedís es socialismo, es nacionalización" mientras los banqueros le dicen "si no actúas hoy, el lunes habrán quedado tres entidades, el viernes no quedará ninguna"? Qué momentos.
En tercer lugar, la fiesta en Wall Street, que me recordó a las antiguas fiestas de la bolsa de Madrid, pero con más glamour, claro, y sin jamón serrano. El genial comentario de Gekko: "si pusieran una bomba aquí a ver quién iba a gobernar el mundo". Sin embargo el encuentro sorpresa con Bud Fox (y aquí al que no haya visto la película le acabo de destrozar uno de los mejores momentos, que conste que lo advertí) no me gustó nada de nada. Ni el fondo, que dice que las personas no cambian, algo con lo que no podría estar más en desacuerdo, ni la forma, que es irreal. No me pareció bien, sencillamente, porque Bud Fox es un personaje con el que me identificaba y se lo han cargado en cinco minutos. Para eso, mejor que se hubiera quedado haciendo "jingles" en dos hombres y medio.
En cuarto lugar, y por último, me encanta el final. Sé que no es real, sé que no es Gekko, que se carga al personaje, que es otra cosa, pero me encanta. Por lo mismo que no me gustó el encuentro con Fox. Porque las personas cambian así, con pequeños gestos. Cambian sin cambiar, pero cambian.
En fin, que he leído otros comentarios de la película y no estoy de acuerdo con ellos. Refleja bastante bien el mundo en el que nos movemos, destacando el poder de los grandes inversores sin escrúpulos, subrayando el ambiente de competición continua. Y refleja muy bien el miedo. Sobretodo el que se vivió en esos momentos. Miedo del que siempre hay alguien que se aprovecha. Explica bastante bien las causas de la crisis y el ejemplo de la madre que se dedicaba a la venta de casas y su caída es muy real.
Y para terminar, algo que me encantó de la película, porque es verdad y porque es algo que llevo repitiendo de forma insistente en este blog, la conversación de Jake Moore con su mentor: siempre hay alguien en algún medio que vende miedo. Y se compra porque el caos gusta. Real como la vida misma y como estos años se ha demostrado claramente. ¿Viene el fin del mundo? ¿Se ha pasado ya? Gusta mucho más decir que no vamos a salir de ésta, que el mundo como lo conocemos se desmorona. Mucho más que decir que salimos de otras como ésta y saldremos. Antes o después.