Un señor iba paseando por el campo. Era una noche de luna llena, pero desgraciadamente unas nubes muy densas taparon la luna y el pobre señor se vió obligado a andar a ciegas. Para colmo de desgracias cayó por un acantilado, y dentro de su desgracia, tuvo la suerte de poder agarrarse a un rama que colgaba en la pared del acantilado. Empezó deseperado a gritar Socorro!! Ayuda!! No hay alguien que me pueda ayudar?? Y así se pasó horas sin que nadie repondiese a sus peticiones de ayuda. Repentinamente se escuchó una voz grave...., profunda...., penetrante...., apoteósica... celestial..., etc....., etc...... que dijo:
-Escuchame!!! Yo soy Dios.... y si crees en mí.... te soltarás de la rama en la que te agarras tan desesperadamente y te dejarás caer al vacío.... Entonces...., como recompensa a tu fé en mí......, enviaré a mis ángeles celestiales para que te acojan en sus brazos......, y te eleven hasta la cima del acantilado donde estarás a salvo.....El pobre hombre respondió llorando de desesperación:
-Aparte de Dios...... NO HAY ALGUIEN MAS???????
“Los dos guerreros más poderosos son paciencia y tiempo.” (León Tolstoi)