El sector eléctrico, entre el abismo y la extravagancia
Tendencias de Carlos Díaz-Guell.–
"O se sube la tarifa de la luz o se recorta la subvención a las energías renovables". Así de claro se manifestaba el consejero delegado de Gas Natural Fenosa en la presentación de resultados de 2011, en donde faltaban por computar los 1.000 millones de euros que esta compañía reclama al gobierno en concepto de desfase de la tarifa eléctrica. La voz catalana se unía así al colectivo de compañías eléctricas españolas que han decidido plantar cara a una situación que consideran insostenible y que, según su argumentación, puede generarse por un déficit de tarifa que podría alcanzar cerca de los 30.000 millones de euros a finales de 2012 (equivalente a cinco billones de pesetas), aunque en 2013 está establecido por Real Decreto-Ley conseguir el objetivo de déficit cero.
Así las cosas, la decisión por la que se resuelva el problema, parece inminente y esa decisión tiene que contemplar la devolución del déficit de tarifa acumulado a lo largo de los años, que viene a ser el equivalente a año y medio de facturación y que, en teoría, lo tendrían que pagar los usuarios.
El consejero delegado de la compañía catalana establecía una relación directa entre este agujero de déficit tarifario y las subvenciones a la producción de nuevas energías y lo justificó con cifras: "Entre los años 2004 y 2011, las ayudas han crecido un 400 % y el déficit se ha disparado un 1.300 %. Si se contiene el recibo de la luz, ¿cómo solucionamos el déficit?". En su opinión, la solución pasa, entre otras, por un incremento de las tarifas de acceso, una reducción de las primas de las energías renovables de origen solar y la eliminación del servicio de interrumpibilidad.
No perdía la oportunidad el empresario de solicitar que la financiación del déficit de tarifa se extendiera también a las energías del régimen especial, esencialmente las de generación solar, ya que estas están consiguiendo importantes beneficios que tienen su origen en las jugosas primas que la Administración concede, pero que pagan los usuarios y financian las compañías eléctricas tradicionales.
Ante lo que puede ser el final de una situación que algunos han calificado como extravagante, pero peligrosa, y que ha permitido, por mor de una histórica decisión política de un gobierno de Aznar -nunca corregida por gobiernos posteriores- poner en peligro la viabilidad del sector eléctrico "tradicional", los argumentos se afilan.
No es para menos, cuando lo que está en juego es la viabilidad de un sector al que se obliga a financiar no solo los costes de producción sino las primas y subvenciones que reciben otras fuentes alternativas, enormemente costosas y muy inmaduras, tecnológicamente hablando, como son la fotovoltaica y muy especialmente la termosolar que para más INRI utiliza gasoleo para producir electricidad solar por las noches.
Resumiendo, la generación de energía solar tiene una elevada contribución al coste del suministro actual cuando apenas aportan energía. Y este efecto se incrementará en los próximos años.
Para empezar a paliar en alguna medida el gigantesco problema, el gobierno establecía hace unas semanas una moratoria a las primas para un limitado número de proyectos en fase preliminar, a todas luces insuficiente, y que según las estimaciones del propio ministro va a suponer un ahorro de 160 millones de euros en primas. La decisión gubernamental, en opinión de Standard & Poor's sólo ayudará "a aliviar ligeramente" la presión sobre el déficit de tarifa en 2012, dado que suspende únicamente las ayudas a los proyectos que aún están pendientes de registro oficial, a la vez que remarca que será "políticamente complicado" alcanzar el objetivo de eliminar el déficit de tarifa en 2013.
La calificadora remataba su informe poniendo de relieve que el deterioro del déficit de tarifa es uno de los principales riesgos financieros y empresariales al que se enfrentan estas empresas y advertía que esta medida podría ser el preludio de cambios regulatorios que alteren los perfiles de crédito de las empresas eléctricas.
El chollo de las solares
Como trasfondo de todo este gigantesco embrollo, está la política comunitaria que impone un sistema de producción de energía eléctrica de origen renovable, reto que los distintos gobiernos españoles buscaron cumplir no sólo con tecnologías evolucionadas y baratas como la eólica, sino que tiraron la casa por la ventana, incorporando fuentes tecnológicamente muy inmaduras y caras que requieren de ayudas o primas extraordinariamente elevadas que son cargadas a la "tarifa eléctrica" o "recibo de la luz" y financiadas por las compañías eléctricas. Así cualquiera.
El gran problema surge cuando se comprueba que detrás de los sectores de energías renovables experimentales, inmaduras y caras y por lo tanto altamente primadas, se encuentran compañías como Abengoa, Acciona y ACS, a cuyo frente se encuentran apellidos como Benjumea, Entrecanales y Pérez (Florentino), que no solo obtienen pingües rendimientos procedentes de las elevadas primas que el Estado concede, pero que no paga, sino que son compañías que solo reciben este tipo de aportaciones, mientras que el resto del sistema (consumidores y otras compañías eléctricas) participa a escote en el pago a estas fuentes de energía. ¡Un chollo!
A partir de esa premisa, todo un rosario de cuestiones que en cualquier país se habría convertido en un escándalo de grandes dimensiones y que en España pasa casi desapercibido, a pesar de que 22 millones de usuarios adeudan -sin saberlo- 24.000 millones de euros.
Porque es una realidad que España es el país europeo en el que los consumidores eléctricos asumen un mayor coste por apoyar a las energías renovables, aunque otros países tengan penetraciones de renovables más elevadas, aunque centradas en tecnologías más evolucionadas y baratas como la eólica.
Aquí no es así. Alguien, en algún momento, consideró que en el país del sol debían primar las tecnologías solares, pese a estar en niveles casi de laboratorio y resultar, por ello, muy caras. Y se decidió un plan del todo punto inviable e insostenible, incluso en los momentos económicamente álgidos en donde daba igual tener una burbuja inmobiliaria que una fotovoltaica u otra termoslar. Sobraba el dinero y nada mejor que repartirlo entre inversores financieros que invertían en huertos solares o entre experimentados grupos empresariales como la Triple A, acostumbrados a vivir de primas y subvenciones.
Solo así se entiende que la apuesta por las tecnologías renovables en España supere con holgura el 20% exigido por la UE hasta colocarse en más del 37% que había a finales de 2010. De todo ello hay buscar el origen en los "errores" regulatorios que han llevado al descontrol de la fotovoltaica en el pasado y de la termosolar en el futuro. El elevado incremento de los MW instalados de tecnologías que requieren elevadas primas (solares), disparan la necesidad de subvenciones de manera insostenible y mucho más en periodos críticos en donde existe un exceso de oferta como consecuencia de la caída de la actividad económica.
Actualmente se está repitiendo con la termosolar la burbuja fotovoltaica y de no tomar decisiones, el coste de la electricidad de origen termosolar se multiplicará por seis entre 2011 y 2020, superando los 3.800 millones de euros de sobrecoste en ese año.
Mientras tanto, invertir en energía de origen solar se demuestra que es un gran negocio -subsidiado- ya que la rentabilidad anual de una inversión (TIR) en un proyecto de estas características, se sitúa en el 13,8%, porcentaje que se incrementa en un 2% si se incorpora el proceso de almacenamiento a la inversión. No es, sin duda, una rentabilidad menor.
Por término general, la rentabilidad del capital en un proyecto termosolar puede alcanzar el 35%, porcentaje que se incrementa en un 7% al incorporar el proceso de almacenamiento. Dicho en otras palabras, el valor actual de los flujos de caja futuros de las termosolares, en situación de prerregistro, es aproximadamente del 180% de su coste de inversión, o lo que mismo, la inversión que se realiza se recupera en seis años con sólo las primas. Así las cosas, parece lógico concluir que si se obtuviera una rentabilidad razonable, los niveles de primas podrían situarse un 60% por debajo de las actualmente vigentes.
Al final, lo que permanece es que los consumidores españoles de electricidad debemos a las compañías eléctricas una cifra espectacular con la que se ha "subvencionado" con generosidad a empresas como las que forman parte de la conocida como Triple A y a un sinfín de inversores financieros que han conseguido impensables rentabilidades de los conocidos "huertos solares". Y todo ello con cargo a las cuentas de resultados de las eléctricas y que deberemos pagar en algún momento. Porque lo que nadie pone en duda es que la deuda hay que pagarla y los presupuestos del Estado están caninos.
La salida no es fácil. A lo mejor, debería ser Rodrigo Rato el que aportara un argumento razonado a este enrevesado problema que el mismo creó hace más de una docena de años y que hoy solo parece encontrar una solución factible, además de la señalada por el CEO de Gas Natural Fenosa: recurrir al precio de los combustibles de automoción, cargando el correspondiente céntimo o céntimos en la factura final de nuestro repostaje gasolinero.
El asunto no es, ni mucho menos, una cuestión menor. Es el resultado de no haber pagado por la electricidad lo que cuesta producirla y de un mercado que pese a estar liberalizado está fuertemente "intervenido".
Post-it
El déficit de tarifa es la diferencia entre el monto total recaudado por las tarifas integrales y tarifas de acceso (que fija la Administración y que pagan los consumidores por sus suministros regulados y competitivos, respectivamente) y los costes reales asociados a dichas tarifas (costes de adquisición de la energía para las tarifas integrales, de transportar, distribuir, subvencionar determinadas energías que según el Ordenamiento Jurídico están incluidos en las tarifas.
http://www.capitalmadrid.com/2012/2/28/0000024545/el_sector_electrico_entre_el_abismo_y_la_extravagancia.html