En tremendo lio, amenazando ERE y concurso de acreedores, lleva desde 2017.
Esta empresa es como el conejito de Duracell en más de un sentido, porque sigue y sigue, no se sabe a donde va, ni que hace de provecho (si obviamos el tallerón y Epicom).
No siempre las noticias del ejercicio preceden a las doce uvas. Sirva como ejemplo que en febrero de este año se presentaron una cuentas de 2018, que se vieron corregidas en marzo con el efecto del laudo de Australia. Igual el conejito, en 2020, sigue y sigue, porque “in extremis” llegué a un acuerdo con la banca, o realice esa venta de activos para los que pedía dispensa, o salvan una nueva causa de disolución con una AK, o llega un caballero montado en su blanco caballo y besa a la princesa que despierta de un largo sueño... Perdón, me he liado, ese es otro cuento.
También puede ocurrir que un día cualquiera el conejito se pare, así sin más.