Los especuladores atacan a Abengoa, ¿momento de comprar o de vender?
Abengoa está en la diana de los especuladores. Ya lo estuvo en noviembre del año pasado, cuando se puso en entredicho el modo en que computaba la deuda. Meses después, en mayo, el grupo de ingeniería andaluz cambió a su consejero delegado, Manuel Sánchez Ortega, por Santiago Seage. Un cambio en el piloto que anticipaba novedades en el estilo de gestión.
Curiosamente, la puesta de largo de Seage ante la comunidad inversora no pudo tener peor comienzo. Fue el 23 de julio, en Madrid. Los analistas que cubren el valor fueron invitados a una conferencia de tú a tú con el nuevo consejero delegado. En plena reunión, las armas de destrucción masiva que ya habían puesto en jaque la deuda de países como España hicieron acto de presencia.
Los CDS (seguros contra el impago de la deuda) de los bonos de Abengoa a cinco años comenzaron a dispararse hasta los 1.500 puntos básicos desde el entorno de los 1.000. Es decir, garantizar 10 millones de euros costaba 1,5 millones. La acción cerró ese día con una caída del 7,7%, y la compañía convocó una conferencia exprés a las siete y media de la tarde con la misión de tranquilizar al mercado.
Pero las dudas sobre la liquidez real de la compañía y la deuda se multiplicaron. Seage anunció que se igualarían las garantías de la deuda sénior con las de los bonos convertibles para frenar la especulación. La misión, desactivar el la utilización torticera de los CDS.
Los resultados del primer semestre fueron otra bomba que cayó sobre la deuda y la acción de Abengoa. Redujo su previsión de flujo de caja libre para 2015 hasta un rango de entre 600 y 800 millones de euros, la mitad de los 1.500 millones estimados, justificando esta modificación por un alza de las inversiones.
El siguiente día hábil, la compañía dio más noticias: una ampliación de capital de 650 millones y ventas de activos por 100 millones de euros adicionales a los 400 que había anunciado hace unas horas. La acción se hundió esa sesión un 30,9% al tiempo que el interés de su deuda se disparó –la de ocho meses pagaba ya un 20% y la de cinco años, un 18%– en medio de nuevas incertidumbres sobre la situación de su tesorería.
La compañía reconoce que debe reducir sus gastos financieros –de 438 millones de euros en el primer semestre–, pues estos se comen casi por completo su beneficio operativo (ebit), y promete amortizar deuda neta, en 6.113 millones, por 650 millones. Al mismo tiempo, defiende que su tesorería es de 1.300 millones y la reducción del flujo de caja libre estimado se debe a sus proyectos en Brasil. “Se trata de una circunstancia extraordinaria que en cualquier caso no nos impedirá una generación de caja importante a final de año, esperamos volver en 2016 a niveles normalizados de inversión y como resultado de generación continua de caja”, afirma la compañía.
En Abengoa aseguran que su equipo está “visitando inversores y espera continuar en las próximas semanas.” “Estamos manteniendo reuniones tanto con bancos como con inversores y el feedback es positivo. Tenemos bancos de primer nivel trabajando para llevar esta transacción con éxito y esperamos que nuestros principales accionistas vean esta situación como una oportunidad”, añaden.
La especulación, sin embargo, ya ha prendido, tanto en la deuda como en la acción, donde el número de acciones prestadas, el mejor termómetro de las apuestas bajistas sobre un valor, se ha disparado un 20% en dos semanas, hasta los 320 millones de títulos, el 35% del total. Los inversores que hayan apostado por la caída de los títulos han sacado partido del descenso de su cotización, que desde el cierre del 20 de julio se ha hundido un 61% hasta 1,09 euros por acción.
Los números rojos son gigantes en las acciones, pero lo son todavía más en la deuda. La deuda, bajo el fatídico influjo de los CDS, ofrece rendimientos disparatados, debido a las ventas masivas en mercado. El precio se desploma, el interés se dispara. Los bonos que vencen en marzo del próximo año ofrecen el 56%, y los que expiran en abril de 2020, el 23%.
Abengoa defiende que su plan de reducción de deuda busca la mejora del rating, ahora al nivel de bono basura, aunque Moody’s dio un varapalo a la compañía este viernes al anunciar que pone bajo revisión la calificación por los altos niveles apalancamiento, “muy por encima” de las previsiones de la agencia.
Los analistas esperan que la ampliación, si se ejecuta, ponga fin a la especulación de una vez y para siempre. Pero avisan de que el riesgo de adentrarse ahora en el valor es muy elevado. Santander le ha rebajado el precio objetivo de 4,1 euros por acción a 2,7; Exane BNP Paribas de 4 a 1,5 desde 4;y Merrill Lynch a 1 euro por acción desde 4,15.
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