Desde mi punto de vista, uno de los artículos más clarificadores para conocer el estado de la cuestión. Por eso, pienso que donde está la clave es en los derechos de voto y que el canje propuesto es una buenísima noticia frente al 1A = 100B que se barajaba en el artículo.
El artículo es largo, por lo que os pido disculpas. Saludos a todos.
"La crisis de Abengoa, como antes la de Pescanova, se va a llevar por delante a muchos pequeños accionistas que no tienen apenas armas para defenderse. Además, en el caso de Abengoa, el mayor daño se concentra entre los inversores que han entrado desde que salieron a cotizar las acciones B a finales de 2012. El preacuerdo con una parte de los acreedores dejará a los Benjumea prácticamente fuera del capital del grupo, pero la diferencia entre las acciones A y B les da una ventaja que no tienen los minoritarios.
Y mientras, subsiste el secreto de qué ha pasado con varios millones de acciones de Abengoa que han dejado de ser propiedad de los Benjumea sin que haya comunicaciones oficiales sobre su venta.
A efectos bursátiles, Abengoa fue una empresa normal hasta el 3 de octubre de 2012. Aquel día comenzaron a cotizar los derechos de una extraña ampliación de capital mediante la cual todos los accionistas recibirían gratis cuatro acciones de clase B por cada una de clase A. La justificación oficial fue que la sociedad necesitaba un plus de liquidez para comenzar a cotizar en el Nasdaq de Nueva York.
El efecto más inmediato entonces fue que la cotización de las acciones A cayeron de 14,23 a 3,59 euros ese mismo día. Pero a partir de aquella operación, las acciones que se quedaron en el Ibex fueron las B, mientras las A se fueron al Mercado Continuo y su evolución ha marcado muchas diferencias entre accionistas. Tanto, que merece la pena reconstruir la historia.
La situación de partida era una sociedad con 90.469.680 acciones. En octubre de 2011, con el fin de seguir creciendo y mantener la deuda a raya, Abengoa dio entrada en su capital al fondo estadounidense First Reserve, que adquirió 17.142.858 acciones nuevas, bautizadas con la letra B, por las que desembolsó 300 millones de euros (17,5 euros por título). Las acciones B nacían sin cotización oficial y el fondo estadounidense recibía además la opción de cobrar una remuneración equivalente al dividendo mediante una emisión de 4.020.124 warrants sobre acciones a cinco años.
Un año más tarde, en octubre de 2012, fue cuando Abengoa emitió 430.450.152 acciones nuevas de clase B, a razón de cuatro nuevas por cada una antigua, incluidas las B que tenía First Reserve. De esta forma, el capital social de la sociedad pasó a estar formado por 447.593.010 acciones de clase B y 90.469.680 de clase A. Estas últimas, a pesar de ser las que se relegaban al Continuo, ostentaban y ostentan todavía hoy cien derechos de voto por cada acción, mientras que las de clase B son como las ordinarias de cualquier sociedad y tienen un voto por acción.
La participación de la familia Benjumea estaba concentrada fundamentalmente en las de clase A, hasta el punto de que tras aquella ampliación de octubre de 2012, estos propietarios históricos tenían 50.699.906 acciones de clase A que les daban el 54,906% de los derechos de voto en la sociedad, mientras que los 202.799.624 acciones que poseían de la clase B (cuatro por cada una de la clase B) sólo les daban el 2,196% de los derechos de voto.
Junto a la ampliación se abrió un plazo voluntario de canje de acciones A por B, en la proporción de una por una, que iba a ir abriendo ventanas de cambio cada tres meses para que quienes quisieran ver sus acciones de Abengoa en el Ibex pudieran salir del Mercado Continuo y ganar liquidez para sus títulos.
Al principio esto era más o menos normal. La cotización de ambas acciones se situaba en aquel octubre de 2012 en valores prácticamente iguales de 2,5 euros por título. Las de clase A siempre estuvieron un poco por encima, unos pocos céntimos, debido a su menor movimiento y a que siempre tuvieron un cierto halo de mayor poder por ser las históricas, las que daban el mando a las familias fundadoras.
En etapas de incertidumbres financieras, o cuando Abengoa se lanzaba a la búsqueda de recursos para no disparar su deuda, la diferencia se ampliaba algo, pero nunca como a partir del inicio de la crisis actual. En los meses previos a la declaración de preconcurso de acreedores las A llegaron a costar en Bolsa entre 1,5 y dos veces lo que las B. Y a partir del momento de entrar en los juzgados, las A valen cuatro veces lo que las B.
Movimientos raros
Tras las ventanas de canje abiertas trimestralmente desde octubre de 2012, la composición del capital de Abengoa está compuesto actualmente (a 22 de enero pasado es la última fecha oficial) por 83.421.690 acciones de clase A (se han convertido 7.047.990 acciones A en B) y 858.146.181 acciones de clase B. La participación actual de los Benjumea es del 51,235%, representado por 45.822.076 acciones A que les dan el 49,805% de los derechos de voto y 131.593.866 acciones B que les confieren el 1,43% de los derechos de voto.
Hasta llegar aquí ha habido tres pasos, de los que uno entraba dentro de la normalidad y los otros dos, un poco menos. Las ventanas de canje han supuesto siempre una reducción del capital social porque las acciones A que se cambiaban por B suponían reducir el nominal de cada una (primero de un euro a un céntimo y luego de dos céntimos a un céntimo).
Además, dado que desaparecían acciones con cien derechos de voto y se cambiaban por otras con un derecho, quienes mantenían intacta su cantidad de acciones A veían aumentada su participación en los derechos de voto sin hacer nada. Este es el caso de los Benjumea, que hasta el pasado 30 de octubre mantuvieron en su poder los 50.699.906 títulos A que tenían en la posición de partida.
Entre medias hubo una ampliación de capital, en octubre de 2013, que introdujo 250 millones de nuevas acciones de clase B, destinadas a inversores institucionales (se eliminó el derecho de suscripción preferente). La sociedad inversora de los Benjumea, Inversión Corporativa (IC), que ya era accionista y de los significativos, entró sin embargo entre quienes adquirieron títulos y de hecho compró 35 millones de acciones B, por los que desembolsó 63 millones de euros. La ampliación tenía como objetivo recaudar 450 millones de euros para reducir deuda y lo logró.
El tercer episodio es un auténtico misterio. Entre las dos últimas comunicaciones oficiales a la CNMV (30 de octubre de 2015 y 5 de febrero de 2016), las acciones de Abengoa en poder de los Benjumea han sufrido un serio bajón. En concreto, las de tipo A han descendido en 4.877.830 títulos, que suponen el 5,275% de los derechos de voto y también han bajado en otras 89.855.223 acciones de clase B que otorgan el 0,975% de los derechos de voto.
A los precios de cotización de ese período, estas acciones podrían haber sido vendidas por cantidades que oscilan entre los 12 y los 93 millones para las de clase B y los 1,7 y 6,7 millones para las de clase A. Sin embargo, al no existir comunicaciones oficiales, se desconoce cómo, cuándo y a cuánto se han vendido estos títulos. Dentro de sus investigaciones por demandas de algunos bonistas, la Audiencia Nacional ha pedido a la CNMV un listado de todas las operaciones con las acciones de los Benjumea en Abengoa desde julio de 2015.
El preacuerdo
Y ahora llega el preacuerdo con parte de los acreedores para dar una salida a la sociedad. Si la firman una mayoría, será ratificado y entonces, según fijan las cláusulas, los actuales accionistas de Abengoa se quedarán únicamente con un 5% del capital, que podría llegar al 10% si se cumplen una serie de calendarios de pago de deuda. Ello a cambio de que los bancos y los bonistas inyecten entre 1.500 y 1.800 millones de dinero líquido para mantener a Abengoa en funcionamiento, además de convertir parte de la deuda antigua en capital. Por el dinero nuevo, los acreedores se quedarían con el 55% del capital y por la conversión de deuda se harían dueños de otro 35% adicional.
Además, “se prevé que se unifiquen en una sola las dos clases de acciones existentes en la actualidad”, según reza el comunicado del preacuerdo. Esto quiere decir simple y llanamente que lo más probable es que cada acción A se convierta en cien B y se sumen todas las acciones en un único grupo que tenga, como pasa normalmente en las sociedades anónimas, un derecho de voto por cada acción.
Los propietarios de acciones B que comenzaron a entrar en Abengoa tras la ampliación de 2012 han visto desplomarse su cotización hasta el punto de que, a pesar de las últimas revalorizaciones propiciadas por los anuncios de acuerdos con los acreedores, valen diez veces menos que cuando comenzaron a cotizar hace tres años y medio.
Y para remate verán cómo sus títulos, aunque hasta que dejaron de repartirse cobraban los mismos dividendos que los de clase A, en realidad valdrán mucho menos. Ambos títulos, los A y los B, gozan de los mismos derechos económicos, pero la diferencia de derechos de voto decidirá al final su valor real, ya que cuando los acreedores se hagan con la propiedad del grupo lo que importan son los votos y no los dividendos."