En cierta campaña local latinoamericana, un candidato se enteró de que su máximo rival estaba directamente comprando votos. De modo que se dirigió a cada sobornado con el siguiente argumento irreprochable
- Cuánto te ha dado mi rival para que le votes?
- 3 pesos, señor
- Está bien. Démelos, tome 5 y vóteme a mi
Viene esto porque estas historias pueden derivar en un esquema fácil de estafa. Broker con sede en isla de Caribe contacta Sr Chang gran gurú (es ficción) como potencial emisor de señales. Fabrica un track record (ni siquiera tiene por qué ser real, por cierto, Sr Chang nunca entendió eso de los track records, pero ese es otro tema). Gurú promociona en redes sociales. Sistema de emulación requiere seguir apalancamiento en broker de cocotero y roncito, seguidores deben inscribirse, mover ahí su plata. Gurú comienza a aplicar estrategia. Con mucho riesgo , pues se trata de generar números deslumbrantes, con posible éxito (las estrategias alocadas están condenadas al hundimiento pero tienen fases -no es tan complicado- de gran deslumbre visual, de cifras animosas).
Estafa consiste en: broker no solo gana con comisiones (spreads), gana porque estrategia está destinada a fallar, a hundir todas cuentas. Gurú puede salvarse (consciente de que abismo delante, él no se tira) o puede que no (consciente de que siempre cabe repetir maniobra, nueva identidad, ahora Sr Chung, nuevo broker, o incluso redención con mismo nick, estrategia 2.0, ahora sí infalible, aquello fue excepcionalidad de mercado).
Ya saben. Desde antigüedad pre-histórica siempre tuvieron mucho predicamento señales. Señales de humo.
Y por humo se sabe (se debería saber) dónde está fuego.