"Años de represión financiera
En cuanto a los mercados, su visión es un tanto tenebrosa para el inversor medio: "
Estamos entrando en una etapa de represión financiera estructural que se mantendrá durante 15 o 20 años". Esto quiere decir que los inversores en bonos y acciones perderán dinero en términos reales (descontando la inflación), salvo que logren posicionarse en activos concretos que pueden ganar en este tipo de entornos. Esto también forma parte del cambio de paradigma, un cambio que los gobiernos necesitan para mantenerse a flote con unas deudas que de otra forma serían insostenibles.
"La represión financiera significa robar dinero a los ahorradores y a las personas mayores lentamente.
La parte lenta es importante para que el dolor no se haga demasiado evidente. Ya estamos viendo a respetados economistas y banqueros centrales argumentando que la inflación debería permitirse en un nivel más alto que el objetivo del 2% que establecieron en el pasado. Nuestro marco de referencia ya se está desplazando hacia arriba", advierte este experto.
"El BCE y, definitivamente, el Banco de Inglaterra y el Banco de Japón se encuentran ahí. Estos países ya están bien encaminados hacia la represión financiera. Ocurrirá también en EEUU, pero tenemos cierto retraso allí", explica.
La represión financiera es muy dura para el ahorrador y buena parte de la población, pero si se profundiza en su impacto se puede entender por qué bancos centrales y gobiernos están permitiendo esta situación. La respuesta es clara, la represión financiera favorece a unos gobiernos altamente endeudados. La inflación va a echar una mano muy grande a reducir la deuda sobre PIB de las economías europeas y de EEUU.
Por otro lado, la represión financiera también supone un incremento de los ingresos públicos salvo que se adopten medidas de deflactación. A medida que suben los precios, los impuestos recaudados se incrementan en términos absolutos y a veces también en términos relativos (como ocurre con el IRPF gracias a los tramos). Los gobiernos están logrando acaparar mucho poder, no solo a través de un mayor gasto público crónico, sino también a través del control del propio dinero. Esto último es un cambio de paradigma, desde el libre mercado hacia el dirigismo o estatalismo, asegura Napier.
En este entorno, la inversión se complica sobremanera. Superar a la inflación ha sido sencillo durante años, pero ahora resulta casi imposible. Napier da algunos consejos: "En primer lugar: evite los bonos del gobierno. Los inversores en deuda pública serán atracados lentamente. Dentro de la renta variable, hay sectores a los que les irá muy bien. Los grandes problemas que tenemos (energía, cambio climático, defensa, desigualdad, nuestra dependencia de la producción de China) se resolverán con inversiones masivas. Este auge del gasto de capital podría durar mucho tiempo. A las empresas que estén orientadas a este renacimiento del gasto de capital les irá bien. Al oro le irá bien una vez que la gente se dé cuenta de que la inflación no bajará a los niveles anteriores a 2020, sino que se ubicará entre el 4 y el 6%", sentencia este experto."