El Ibex 35, la excepción de las grandes Bolsas: continúa un 54% por debajo de sus máximos
Una composición orientada a la vieja economía y la caída del número de cotizadas sacan al mercado español del radar de los inversores. Solo Italia, Portugal o Grecia arrojan comportamientos similares
Una tendencia de la que ha quedado al margen el Ibex 35. El selectivo español continúa estando un 54% por debajo de los máximos registrados en 2007. En noviembre de hace 17 años la Bolsa española coqueteaba con los 16.000 puntos, cota que llegó a superar en niveles intradía, y en la actualidad pelea por mantenerse en positivo en el año y superar los 10.300 puntos. Si se incluyen la aportación de los dividendos el Ibex sí cotiza en zona de máximos históricos, en este caso en los 34.562 puntos. Pero en términos homogéneos, todos los demás grandes índices se calculan sin incluir el dividendo, salvo el Dax alemán. No obstante, en su versión sin dividendos también supera los máximos de 6.266,19 vistos en el 2000, aunque con menos margen.
La situación de la Bolsa española es comparable a la de otros mercados del área mediterránea, que sin recuperarse de la crisis de 2008 sufrieron la crisis del euro y las dudas sobre la sostenibilidad de la deuda. El Mib italiano mejora al Ibex, pero no mucho: está a un 50% de los récords registrados a comienzos de siglo. Aún peor desempeño muestran el PSI 20 portugués, también sujeto a la sangría de cotizadas y que debería subir 140% para batir los máximos registrados en el año 2000, y el ASE griego. La Bolsa de Atenas cotiza en el entorno de los 1.426 puntos, frente a los 6.355 que llegó a marcar en 1999.
“La clave del pobre desempeño de la Bolsa española es su composición”, afirma Filipe Aires, analista de Afi. El experto señala que en el Ibex 35 los valores que más pesan son en su mayoría bancos, eléctricas y las firmas de telecomunicaciones. Es decir, cotizadas que pertenecen a la vieja economía y que a diferencia de las tecnológicas tienen tasas de crecimiento más bajas. “Se trata de industrias que no han parado de caer desde 2008″, subraya Aires. Alfredo Jiménez, director de estudios del Instituto Español de Analistas, señala que el inversor se mueve porque las expectativas de crecimiento que tiene los agentes del mercado y por el dividendo que espera recibir. “La rentabilidad por dividendo de las empresas del Ibex 35 es buena, pero no suficiente. Es necesario que el inversor vea oportunidades de crecimiento para decidir invertir en las compañías”, apunta.
El mejor ejemplo de esta corriente son los bancos. Aunque la subida acelerada de los tipos ha permitido a las entidades registrar unos beneficios récord, la cotización de Santander y BBVA, dos históricas del selectivo, está lejos de los niveles registrados en 2007. La entidad que preside Ana Botín lucha por cerrar por encima de los cuatro euros, nivel que no consolida desde 2019 pero que, de todos modos, está a años luz de los 12,86 euros de noviembre de 2007. Debería subir un 221%. Y, aunque BBVA ya ha eliminado el descuento respecto a su valor en libros, los títulos de la entidad están un 46,3% por debajo de los 18,55 euros de hace 17 años. “Los bancos no se han terminado de recuperar en Bolsa desde la crisis financiera, a pesar de que sí lo han hecho en los últimos años en rentabilidad y resultados”, remarca Juan José Fernández Figares, director de gestión de Link Securities. Según dato de Bloomberg, Santander ha restado 544 puntos al selectivo de los más de 5.000 que ha perdido desde los máximos de 2007. A ello se suman los 703 puntos que le quitaron los desaparecidos Popular y Bankia.
Junto a los bancos, los expertos destacan el negativo comportamiento de Telefónica, que en 2007 pesaba el 17,9% del Ibex y, junto a Santander y BBVA, concentraba el 43,69% del selectivo. Con las acciones de la teleco por debajo de cuatro euros, la que llegó a ser la cotizada más importe de la Bolsa española pierde un 82,2% y evaporado 949 puntos. Es decir, el 16,8% del total.
En el inicio de este año el castigo que ha recibido el sector de las utilities ha actuado de lastre. Al repunte del coste de financiación derivado de la subida agresiva de las tasas se ha sumado la caída de los precios energéticos. Cotizadas como Iberdrola, Endesa o Enagás son firmas muy endeudas que en los años de tipos cero vivieron su época dorada. Además de captar recursos a precios muy reducidos, las rentabilidades por dividendo eran un gancho para los pequeños inversores. Con la deuda a muy corto plazo llegando a pagar hasta un 3,7% como es el caso de las letras a tres y seis meses, son muchos los inversores los que han rotado sus cartea hacia la renta fija, un activo menos volátil que la Bolsa. Este hecho cobra un protagonismo especial en el caso de los pequeños inversores. Si por algo se caracterizan los minoristas en España es por su marcado perfil conservador. La inversión inmobiliaria y la apuesta por la deuda son sus opciones preferidas.
Patricia García, socia directora de Macroyield y directora del máster en finanzas de ESIC, indica que, aunque en el selectivo español cotizan muy buenas compañías, no son muchas las grandes firmas conocidas a nivel internacional y con capacidad para competir en igualdad de condiciones en los índices sectoriales internacionales. A ello se añade que el selectivo carece de representantes de sectores como el tecnológico y más concretamente de la IA. En un arranque del año en el que los resultados de Nvidia han sido uno de los catalizadores de las Bolsas, en el mercado español los representantes del sector tecnológico se limitan a Amadeus e Indra. Aunque ambas compañías tienen cierto componente tecnológico no pueden considerarse tecnológicas puras.
El Ibex también carece de representantes del lujo o compañías líderes en el sector de la salud. Junto al tecnológico en el arranque de año, cotizadas como LVHM o Novo Nordisk han acaparado la atención de los inversores. Ambas cotizadas son las únicas firmas europeas que han superado el medio billón de capitalización, una cifra que resulta simbólica si se compara con el club del billón de EE UU. En el selectivo español, la empresa que más podría acercarse a uno de estos dos sectores sería Inditex. Aunque no pertenece al lujo, sí ofrece tasas de crecimiento más propios de la nueva economía. A la espera de que el miércoles se publiquen las cuentas de Inditex de su último ejercicio fiscal, en los nueve primeros meses su beneficio creció un 32,5% y las ventas un 11,1%. Esto ha sido suficiente para que la compañía marque récords, llegando a superar los 41 euros por acción. En los últimos 17 años, el grupo textil se dispara un 814,5% en Bolsa, ascenso que se traduce en 2.000 puntos.
Mientras en Wall Street han sido los siete magníficos los que han registrado las mayores subidas ampliando su peso el S&P 500 al 30%, la mayor concentración en 50 años, en el caso de la Bolsa europea fueron las automovilísticas (12%), tecnológicas (11,87%) y las turísticas (10,1%) las cotizadas más alcistas. Como quedó patente durante los momentos más duros de la pandemia, el turismo fue uno de los lastres de la Bolsa española. Aunque estas firmas han logrado subirse al carro de la recuperación, en los dos primeros meses del año Amadeus se dejó un 16,1% e IAG, un 3%. Meliá repuntó un 10,57%, pero como señala Alfonso de Gregorio, director de inversiones de Finaccess Value, su peso en el selectivo se limita al 0,22%. Los expertos también apuntan a la inestabilidad política como uno de los lastres de la Bolsa española. “Los cambios regulatorios en sectores como la banca o las eléctricas (los negocios con mayor peso) tampoco han ayudado a recuperar la confianza en la Bolsa español”, destaca Figares.
Javier Hombría, profesor del Máster en Bolsa y Mercados Financieros en el Instituto de Estudios Bursátiles (IEB), afirma que la caída del número de empresas cotizadas en España hace que los inversores institucionales no tengan a España en su foco de atención. A la sequía de salidas a Bolsa (desde 2022 el mercado no acoge ningún debut) se suma el hecho de que el 26% de los estrenos de la última década han sido excluidas a raíz de movimientos corporativos, casi siempre con el capital riesgo como comprador. “Al no haber esas manos fuertes, tampoco hay subidas sostenibles en el tiempo que atraigan los flujos del inversor minorista”, subraya Hombría.
Según datos de Inverco, los fondos de renta variable nacional pasaron de tener un patrimonio a finales de 2014 de 6.193 millones, a los 3.105 millones de finales de 2023, una caída del 50% aproximadamente. De Gregorio va un paso más allá y sostiene que solo un 0,9% del patrimonio en fondos de inversión en España está invertido en Bolsa nacional. Con la debilidad que muestra el mercado doméstico, los minoristas que tienen un mayor apetito por el riesgo optan por invertir en otros mercados en busca de valores y sectores que no encuentran en la Bolsa española. La aparición de brókeres ha democratizado la inversión y ya los costes no son vistos como un obstáculo.
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