Llamarle "broker de bolsa" o es una cagada del periodista o simplemente un engaño para atraer novatos al rebaño
Josef Ajram. Barcelona, 1978. Broker de Bolsa, triatleta, conferenciante y autor de la serie de los pequeños libros de superación personal (Planeta), que ahora llega a su tercera entrega. Esta vez contesta desde su casa. ¿Qué casa?
¿Cuando dice casa se refiere a...?
Ibiza. Conservo un sitio en Barcelona pero mi casa está en Ibiza.
¿Y cuánto tiempo pasa en casa?
Ahora una barbaridad. Igual dos tercios de este año los he pasado aquí. Ibiza me ha enseñado que soy de pueblo.
Entiendo que eso, hace años, no pasaba...
Es lo que ha ido surgiendo. Encontré el sitio que quería y las cosas encajaron.
Lo que cuenta en el libro es que cumplió 40 años y se puso meditabundo.
Fue acojonante. Se lo contaba antes a un amigo: cumplí 40 años y empecé a hacer limpieza de todo y de todos, me quité todo lo que no me aportaba nada y me salió el mejor año de mi vida pese a tener los mayores marrones de mi vida. Y lo tranquilo y contento que estoy ahora.
¿Le da rabia pensar en su vida de antes?
Rabia tampoco, pero sí pienso en la cantidad de errores que debí evitar. Qué pasa: que a los treintaytantos, si tienes la vida ordenada y ahorras dinero, te metes en cosas que no sabes hacer... Entonces es la década de las hostias. Pero rabia no, es como esa relación que no sale bien, hay que rectificar.
Es que con 32, si te va un poco bien, es fácil volverse medio idiota.
Sí que era medio idiota: llevaba nueve años en la bolsa, la vida me había puesto en ese sitio demasiado pronto y no es fácil gestionarlo. Pierdes la perspectiva, se te olvida concentrarte en lo que eres bueno, lo que de verdad te gusta... Mire todos los deportistas que pierden su patrimonio.
¿Por qué gustan estos libros?
Gustan muchísimo. Supongo que la gente necesita referentes, aunque sean microrreferentes, que la guíe en un mundo hipercompetitivo. La gente ya no lee, pero necesita cosas rápidas, ideas, imputs... Este libro es para no lectores, lo sé, pero es barato, es bonito y tiene 100 titulares que entran directamente y se pueden aplicar a la vida.
La felicidad es el tema principal.
Sin duda. Es una de mis obsesiones. Tengo 40 años, le he dado la vuelta al jamón y es de lo que me tengo que preocupar.
¿Y no le da un poco de grima la palabra felicidad? Esa cosa un poco vaga...
La felicidad, para mí es: estabilidad familiar y emocional, ingresos suficientes a través de algo que me apasiona en la vida y poder dormir con la conciencia tranquila.
Y la gente a su alrededor, ¿dónde encalla?
La gente se apalanca. Veo a mi grupo de amigos, a los que conozco desde los seis años y son señores aburridos. A lo mejor son felices profesionalmente, de eso no se quejan, pero tienen un problema de conformismo emocional. Lo veo muy potentemente. Fíjese que me salí del grupo de Whatsapp y se los dije: uno a uno me aportáis muchísimo, pero como grupo, me enterráis en vida. Tíos, no sé, que la muerte nos coja bien vivos.
La muerte no sale en el libro, ¿verdad?
No es algo que me preocupa. En cambio, me aterra el dolor.
Seguro que algún psicoanalista le habrá dicho que su manera de vivir es una manera de negar la muerte, algo así.
A esta gente les desoriento mucho siempre. No saben qué hacer conmigo.
¿Conecta bien con sus colegas en Bolsa?
Fatal. Soy el antibroker. Cuando salía en Salvados contando cosas me reñían. Pero había que contarlo. ¿De qué me sirve que me vaya bien si el mundo se va a la mierda?
LA ÚLTIMA PREGUNTA: Usted siempre habla del tiempo de libertad. ¿Dejaremos de trabajar para ganarnos la vida?
El ser humano se ha vuelto prescindible para muchas cosas, es verdad. Pero para llegar a ese nivel, España debería plantearse muchas cosas antes. Por ejemplo, que debemos un billón de euros, casi el 100% del PIB.