Artículo de Mercedes Serraller:
Ganadores y perdedores de la tasa global a multinacionales
El histórico acuerdo que cerró el G7 el sábado para crear una tasa global a multinacionales entra ahora en la recta final de negociaciones sobre sus detalles, que pueden implicar diferencias de miles de millones para las agencias tributarias. Años de complejos análisis de la OCDE que parecía que nunca llegarían a buen puerto se concretan por el impulso de EEUU, el principal ganador de este proceso, al que ha conseguido dar la vuelta. Una tasa digital global dirigida a Silicon Valley y miles de tasas Google nacionales se han convertido en un gravamen a las multinacionales de todos los sectores de todo el mundo, que además enriquecerá a los países donde éstas tienen su cabecera, ránking que encabeza Estados Unidos. También ganan las economías más potentes, el G7, pero con muchos matices. La posición de países más alejados del pódium como España es más compleja y pueden salir menos beneficiados de este gravamen global que de una tasa Google nacional.
En lo que no parece haber muchas dudas es en quiénes pierden. Territorios de baja tributación como Irlanda, con un tipo nominal del 12,5% e incluso del 6,25% para la innovación, Luxemburgo y Holanda, con porcentajes más altos pero con toda clase de exenciones, acuerdos con multinacionales y de mecanismos para reducir lo tributado a la mínima expresión. Y los paraísos fiscales.
El tipo mínimo pactado de al menos el 15% no obliga a los países a que sea su tipo nominal. Pero las multinacionales que operen en un país con un tipo por debajo de un 15%, o en realidad, que tengan un tipo efectivo por debajo de un 15% –está por determinar cómo se calculará este tipo efectivo–, deberán pagar la diferencia hasta el 15% al país donde tienen su matriz, lo que desincentivará las jurisdicciones con tipos bajos y los paraísos fiscales. Es decir, Irlanda perderá atractivo para Apple o Google, ya que aunque mantenga sus tipos vigentes, la diferencia se la deberán pagar a EEUU. Y no podrán llevarse allí los beneficios obtenidos en el resto de la UE: al menos un 20% de su margen se repartirá entre los países donde venden, a tipos más altos. Todo esto podría llevar a que los gigantes estadounidenses abandonen la isla como sede en la UE, y con ellos, sus miles de trabajadores, a los que Dublín grava con un IRPF elevado, y las inversiones y sinergias que generan.
En este punto, no se debe olvidar que la mayoría de países con tipos altos y promotores del acuerdo global, entre ellos, Reino Unido, por ejemplo, mantienen relaciones contradictorias con hubs de inversión con impuestos bajos y con paraísos. “Muchos países se enfrentan a dilemas y contradicciones internas sobre cómo abordar estos temas históricamente bloqueados. Está el caso paradigmático de Reino Unido, por su especial relación comercial y económica (y, por ende, tributaria) con ciertos paraísos fiscales caribeños que antaño fueron colonias y son territorios británicos de ultramar, como Islas Vírgenes Británicas, Caimán o Bermudas. La nueva realidad exige de un cambio cultural muy agudo, en un debate hasta la fecha escaso o acallado por los tabúes propios de quien se halla en su zona de confort de seguir como siempre”, advierte Albert Mestres, socio de Toda & Nel-lo. Consideraciones parecidas pueden hacerse sobre EEUU.
En cualquier caso, Reino Unido es un ganador claro como sede de grandes multinacionales que deberán pagarle la diferencia de lo que tributen de menos del 15% en otros países. A esto se suma la otra parte del acuerdo, relativa a la redistribución de beneficios donde se han obtenido, el Pilar 1 de la OCDE. De entrada, el acuerdo del sábado habla de que afecta a las multinacionales que tengan un margen de beneficios del 10% o más, y de éste, deberán tributar al menos un 20% en los países donde venden. Esto desincentiva de nuevo la elección de cabeceras de la UE como Irlanda donde llevarse los beneficios. Y favorecerá a los grandes mercados que recibirán el reparto, el caso de Reino Unido, Alemania o Francia.
El escenario que se abre para Alemania o Francia es contradictorio. Como muestra, las declaraciones del ministro de Finanzas galo, Bruno Le Maire, de que va a intentar que suba el tipo del 15% a toda costa, para lo que dice contar con la oposición de Alemania. A Francia le compensa una subida de tipo. Al país germano, gran exportador, no, y teme el impacto en sus multinacionales del automóvil, señala Raúl Salas, socio de Roca Junyent. Esto le llevó en el pasado a sostener una postura reticente entre bambalinas sobre la tasa Google, ya que impactaba en el negocio digital del automóvil.
A esto se suma que habrá que determinar qué empresas están obligadas por el nuevo sistema. La OCDE pone el umbral de multinacional en las que facturan más de 750 millones. Biden planteó que el Pilar 1 sólo afecte a las 100 mayores empresas del mundo por facturación y beneficios. La OCDE, además, preveía eximir a las de industrias extractivas, minería, gas o petróleo, porque trabajan sobre el terreno y les resultaría más complicado trasladar beneficios. Se ha barajado que estén exentas las de infraestructuras e, incluso, la banca.
Lo que están viendo las grandes economías del mundo es que esto afecta a muchas de sus multinacionales. Entre las 100 mayores empresas por ingresos del mundo, según Fortune 500 sólo hay 38 de EEUU y, por ejemplo, no está Facebook. Y Amazon no entraría en el cupo, que sólo afecta a empresas con márgenes del 10% o más y Amazon está por debajo. El resto, chinas, coreanas, japonesas, británicas, alemanas, francesas, italianas y holandesas. “Va haber una pugna intensa por qué empresas están afectadas, siendo el ejemplo de Amazon el más llamativo”, explica Ignacio Box, socio de Deloitte Legal, quien señala que algunas voces plantean rebajar el corte a ingresos de 20.000 millones, lo que aumentaría notablemente el número de contribuyentes.
España se sitúa a la cola de estos parámetros. De hecho, ganaría unos 700 millones con un tipo del 15%, según el Observatorio de Fiscalidad de la UE, mientras que el Gobierno estima que la tasa Google recaudará 968 millones. A la espera de ver si la tasa global supera las negociaciones y es ratificada por los Parlamentos, incluido el reticente Senado de EEUU, lo que puede llevar años, la gran pugna en el corto y medio plazo se va a lidiar respecto a la tasa Google. Washington ya ha exigido que una vez que se cierre el acuerdo político, lo que alude a la cumbre del G20 de julio, las tasas deben ser suprimidas. Los países se niegan a hacerlo mientras la tasa global no esté implementada. El primer pago de la tasa española, en vigor desde el 16 de enero, se ha ido retrasando por motivos técnicos de falta de preparación de plataformas informáticas.
La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, admitió en febrero que la dilación era también táctica, para evitar los aranceles de EEUU y a la espera de que la OCDE acordara la tasa global. Llegado el momento de la verdad, Biden mantiene la amenaza de aranceles y España dice que cobrará la tasa en julio. El Reglamento del impuesto se esperaba que se aprobara en el pasado Consejo de Ministros, pero no fue así.