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Versos sueltos

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#4849

Re: Versos sueltos

.

 

 VENZO

¿No ves que el contralor
destruido te acecha?
En el Caribe mismo
su gloria está deshecha.
¿No ves que el caminante
de la ciega lumbrada;
quiere hacerte desprecio,
insolvente, en la nada?
La belleza pletórica
del jardín se hace mía
ya que la nieve ignota
sucumbe y se descría
en tu atalaya excelsa
de mar hecho fanales.
Nadie puede gozar
si niega los zorzales,
las abejas con ecos
de loor. Colibrí,
no te entienden las águilas.
Y yo soy para ti
el medido universo,
la persona cristiana,
el deslumbre premioso
que se da en la mañana.
Muere el correveidile
de Améríca. Me pienso
en la en la urdimbre de rosas
de este jardín. Y venzo.

Francisco Matos Paoli

 

 

 

¡¡Sed muy felices!!

 

 

 

 

 

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#4850

Re: Versos sueltos

. Cuando has vivido o visitado durante meses, años varios países te vas dando cuenta de que hay ciudades diurnas, vespertinas y nocturnas.

 

    LOS PAÍSES NOCTURNOS

A Manuel A. Benítez Reyes

Hay una geografía de la mente.
Hay paisajes nocturnos, igual que hay territorios
en donde un sol dichoso se eterniza.
Hay países de sombra que regresan
en el maldito tren de largo recorrido
con parada en nosotros.
Hay un desierto de la inteligencia,
y he navegado océanos sin luz
al fondo de unos ojos
que no tenían fondo.

No es una nueva dimensión del mundo.
El primer hombre ya exploró la tierra
en su vastedad negra; le bastó un instante
de auténtico dolor, para haber fatigado
los trenes, los desiertos, las selvas y los ojos.

Estas desordenadas palabras en la niebla
no pretenden servir, ahora ni nunca,
de acta fundacional de ninguna ciudad.
Estas ciudades han sido desde siempre
y viven en el alma,
alzadas en un aire enrarecido,
callejón neblinoso por donde ya anduvimos,
extrarradio feroz al que nos condenaron.

Explorador sin suerte,
viajero del mundo que has perdido
el Sur y el Norte, y el avión de regreso
hacia una patria un poco más amable.
Hermano equivocado que estuviste
el día equivocado
en el equivocado centro de tu vida,
equivocando el modo de escaparte.

Hay una geografía de la mente.
Hay un teatro donde se representa
nuestro viaje hacia nosotros,
desde nosotros mismos.
Y en la escena final del acto último
hay un barco que se hunde en un hielo brumoso,
mientras en los salones
una orquesta fantasma
acomete un vals para los muertos.

Adivina quién fue invitado a los salones,
adivina quién baila la música fantasma,
y adivina quién
se hundió con ese barco.

autógrafo
Carlos Marzal

 

 

¡¡Sed muy felices!!

 

 

 

 

 

 

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#4851

Re: Versos sueltos

Cuando más hablan de él, más ganas me entran de llegar a él...

 

 

 

 

  QUEVEDO

Aun en el mármol blanco se te ve, Don Francisco,
cual en tus epigramas y en tus estudios sabios:
tu amplia frente es severa, pero juega en tus labios
el pequeño demonio de brasa del mordisco.

Español, español de espada firme y justa
y de juicios que tienen el vigor de la mano,
tu sonrisa en flor fluye como un beso villano
que atempera el agravio de la mirada adusta.

(Sin embargo, esa facha de D'Artagnan bizarro
velaba un alma grave, deslumbrante y sencilla.
En su carne se dio la absurda maravilla
de las estrellas y las lámparas de barro).

autógrafo

Ezequiel Martínez Estrada

 

 

 

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#4852

Re: Versos sueltos

Jajjaaa, si fuera trol me cortaría un poco, 

 

 

Bueno, si fuera trol, ni lo entendería...

 

 

ADMONICIÓN A UN POETA NOVEL CONTRA LA TENTACIÓN DE ESCRIBIR SÁTIRAS

    Sé dócil, Fabio, atiende a mis razones
Y no corras derecho al precipicio,
Sin ver el grave riesgo a que te expones.
    Eres mozo y honrado; ves al vicio
Alzar impune la soberbia frente,
Y a su aspecto no más, sales de quicio;
    Sin reparar, oh joven inocente,
Que con vano sermón nada se alcanza,
Si se va contra el viento y la corriente.
    ¿No es mejor que a la insípida alabanza
Consagres tus vigilias y sudores,
Ganando para ti lucro y holganza?
    Celebra a los magnates y señores;
Por Mecenas elige al mas menguado,
Y derrama a dos manos tus loores;
    Que aunque en lugar de incienso regalado
Mezcles inmunda pez, resina y brea,
Y al ídolo en su altar dejes ahumado,
    Verás cuál se entumece y pavonea
Con el tributo vil, y paga ufano
Cuanto su necio orgullo lisonjea.
    Si es de mal corazón , llámale humano;
Si pródigo, galán y generoso;
Sabio y modesto, si ignorante y vano:
    Miente y adula a roso y a velloso,
Seguro que ninguno te desmienta,
Cierto de hallar aplauso numeroso;
    Y en un año, en un mes, por mí la cuenta
Si has menester Apolo ni Pegaso
Para lograr honores, fama y renta.
    No traigo  a la memoria un solo caso
En que el decir verdad premio consiga;
Y antes por ello vi más de un fracaso:
    Así, no es de extrañar que el tropel siga
La senda más trillada y espaciosa,
Que al término conduce sin fatiga;
    En tanto que apocada y temerosa
Se esconde la virtud bajo la tierra,
Y aun allí el vicio con furor la acosa.
    Mas si vivir no quieres siempre en guerra
A sombra de desván, pobre y desnudo,
A Persio y Juvenal con llave encierra;
    Deja el veraz estilo, áspero y rudo,
Y alambica un elogio almibarado
Que cuele blandamente sin embudo.
    Yo no he visto en mi vida potentado
Que un Licurgo no fuese en su alto asiento,
Y de todas virtudes fiel dechado;
    Ni uno tampoco he visto que, al momento
Que por tierra cayó, no mereciera
Servir, cual otro Luna, de escarmiento.
    No he visto un general que no pudiera
A César y a Pompeyo dar lecciones,
Y que no esté atrasado en su carrera;
    Ni un asentista, henchido de doblones,
Que no fuese columna del Estado,
Del pueblo entre las crudas maldiciones.
    ¿Quién halló un juez venal en alto estrado?
¿Quién no encontró talento a un palaciego?
¿Quién conoce un bribón condecorado?...
    Pues en la corte estás, y no eres ciego,
Díme si, aunque demonio te volvieras,
Halláras leña en que cebar tu fuego.
    Juro y rejuro, hablándote de veras,
Que falta material a la censura,
Como mentir y calumniar no quieras:
    Y si debiste al cielo por ventura
Musa festiva, alegre y burladora,
La diestra armada de manopla dura,
    Hazle amansar su furia azotadora,
O procura que pague el escudero
El encanto fatal de su señora.
    Este es el medio, Fabio, que prefiero;
Que no es nuevo pagar el inocente,
Y ostentarse el culpable erguido y fiero:
    Y si lanzar no puedes de la mente
La viva comezón de incuba Musa,
Que ni paz ni reposo te consiente,
    De aquel feliz arbitrio al menos usa,
Y en posadera ruin descarga recio,
Sin tener que pedir perdón ni excusa.
    A un alcalde pedáneo llama necio;
Di que roba a mansalva un boticario;
Trata a un pobre cornudo con desprecio;
    Saca a plaza un poeta perdulario;
Empluma alguna vieja Celestina,
O acusa a un fiel de fechos de falsario...
    Mas cuenta que la misma ventolina
No te engolfe después en mar bravia;
Do el piloto más diestro halla su ruina.
    Regla sin excepción: en viendo usía.
Hermanadas están virtud y ciencia,
Y las debes tratar con cortesía;
    Y si asomos vislumbras de excelencia,
O de una placa atisbas los reflejos,
Ya les puedes hacer la reverencia.
    Mas si infundados juzgas mis consejos,
Por norma elige al cazador prudente,
Que audaz persigue a liebres y conejos;
    Y cura bien no echarla de valiente
Con los soberbios tigres y leones,
De corva garra y de aguzado diente.
    Del mar en las undívagas regiones
El pez mayor embiste al pequeñuelo,
Y huye de los hambrientos tiburones;
    Y en las aves alígeras del cielo
Tras la paloma arrójase el milano,
Y del buitre rapaz no turba el vuelo.
    Tan natural y propio al ser humano
Es perseguir al débil y abatido,
Y evitar aun el riesgo más lejano ,
    Que no verás rapaz recién nacido
Que al flaco gozquecillo no atormente,
Y de robusto can no huya al ladrido.
    Lo mismo debe hacer hombre prudente;
Que lo demás son pláticas de antaño,
De que se burla ya la culta gente.
    Y si tal vez creyeres que te engaño,
A salvo pongo el ánima y conciencia
Con prevenirte a tiempo de tu daño:
    Haz por juego siquiera la experiencia;
Mas no te quejes del rigor del hado,
Cuando sufras la dura penitencia.
    Yo por mi parte huiré de tal pecado,
Aunque Apolo me ofrezca su corona:
Que es lícito en el mundo ser malvado;
Mas decir la verdad no se perdona.

autógrafo

Francisco Martínez de la Rosa

 

 

 

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#4853

Re: Versos sueltos

A mi compañero de juegos foriles

 

 

   DISCURSO MORAL
      SOBRE LA PAZ DEL ÁNIMO

¿Oyes ese rumor de ciega plebe,
Que inquieta hierve en pórticos y plazas,
Mientras la envidia, el odio y la calumnia
Para saciar la sed, sangre demandan?...
Del tribunal las puertas se estremecen,
Del tropel a las recias oleadas;
¡Y hasta en los mismos templos de los Dioses
Con ahullidos se invoca su venganza!...

En tanto reclinado sobre el lecho,
Reflejando en la faz la paz del alma,
A sus caros discípulos y amigos
Por la postrera vez Sócrates habla.
Uno en el manto la cabeza envuelve,
Para ocultar sus lágrimas amargas;
Mira otro al cielo y su injusticia acusa;
Y otro los ojos en la tierra clava.

Solo él tranquilo, plácido discurre;
La ingratitud perdona de su patria;
Y a sus fieles amigos aterrados
Consuela con dulcísimas palabras:
Mas allá del sepulcro ve un reflejo,
Que de su pecho alienta la esperanza.
Y con sereno rostro y labio puro
A la copa fatal la diestra alarga.

No son, Delio, los hierros más pesados
Los que ajena crueldad tal vez forjara;
Que libre el alma en la prisión respira,
Y al justo los suplicios no acobardan:
Las cadenas más graves y enojosas 
Son las que el hombre con su mano labra,
Y esclavo de sus míseras pasiones
Con lento paso por el cieno arrastra.

Aquel mortal que aclama afortunado
El ciego vulgo en la soberbia estancia,
De mármoles bruñidos las paredes,
Los ricos muebles de luciente plata;
Tal vez envidia en la medrosa noche
El hondo sueño y la profunda calma
En que yacen sus siervos sumergidos,
Mientras a nuevo afán los llama el alba.

Sobre lecho de sándalo y de rosas,
En los brazos se mece de su amada
El muelle Sibarita: en sus oídos
Resuena el eco de lejana flauta;
Y en vaga nube aromas de Oriente
Al rededor los aires embalsaman...
Mas solloza infeliz: las mismas flores,
Si se doblan sus hojas, le maltratan;
Y al apurar la copa del deleite,
Prueba las heces en el fondo amargas.

¿Imaginas acaso más dichoso 
Al que respira del favor el aura;
Y del poder alzándose a la cumbre 
Una turba de esclavos ve a sus plantas? 
¡Qué ciego error! como traidora sierpe,
Para encumbrarse el pérfido se arrastra;
Y hasta en el seno que le diera abrigo,
Asecha el corazón y el dardo clava:
Suspira, teme, gime, se estremece;
Su propia sombra cual rival le espanta;
Y hasta en los muros mismos del palacio 
Su sentencia de muerte ve grabada.

¿Dónde presumes se encontró el modelo
De los rudos tormentos, penas, ansias, 
Que del mortal la ardiente fantasía
En el profundo Tártaro soñara?...
La imagen de la tierra copió el hombre;
Y con pavor y asombro retratadas
Vio en vez de Furias las pasiones mismas
Que con eterno yugo le avasallan.
Este a colmar aspira con metales
Ancho tonel sin fondo; junto al agua,
De sed espira aquel; voraz envidia
Está royendo a esotro las entrañas;
Mientras con vano afán a la ardua cumbre
Los más conducen la pesada carga.
¡Cuán pocos, de su estado satisfechos,
Exentos de temor y de esperanza,
La paz del alma conservar procuran,
Cual sumo bien a que ninguno iguala!...
Solo en fácil y grata medianía
Disfruta el hombre dicha tan colmada,
Sin que el hado propicio le embriague,
Ni le rinda vilmente la desgracia:
En el lóbrego seno de honda mina,
De la tierra en las íntimas entrañas,
El esclavo infeliz alienta apenas,
Y su existencia, cual la luz, se apaga;
Mas si osado el mortal remonta el vuelo,
Y en leve globo por los aires vaga,
En la etérea región se desvanece,
La vista pierde, el respirar le falta.

Yo también, ¡ay de mí! débil juguete
Una vez y otra de la suerte varia,
Subí a las nubes y bajé al abismo,
Cual frágil nave en áspera borrasca;
Y al verme, Delio, solo y sin amparo,
Perdido el rumbo entre las ondas bravas,
La vista alzaba al cielo, y le pedía
Tranquilo puerto, venturosa calma.

autógrafo

Francisco Martínez de la Rosa

 

 

 

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#4854

Re: Versos sueltos

No puedo estar más de acuerdo con él...

 

 

 

     DISCURSO MORAL
  SOBRE LOS LÍMITES DE LA RAZÓN HUMANA

¡Cuán grande, Aurelio, se presenta el hombre
No de indignas pasiones vil esclavo,
Como el cautivo en la africana costa
AI suelo con cien grillos amarrado,
Sino libre y audaz, con noble orgullo
Las alas de su mente desplegando,
De recorrer ansioso en raudo vuelo
La tierra, el cielo, el tiempo y el espacio!...
Al par abarca la creación inmensa:
Sigue veloz el curso de los astros;
Puebla el mar, surca el aire, el globo mide;
Nueva senda al oriente busca osado:
Y apenas la descubre, otra ambiciona,
Y encuentra un mundo en el opuesto ocaso.

Aun aquellos estudios, caro amigo,
Que el ignorante vulgo juzga vanos,
Quizá en su seno la semilla encierran
De los frutos más ricos y preciados;
Cual nacer suele corpulenta encina
De ruin bellota que arrojó el acaso.
El que observó la fuerza y el impulso
De impalpable vapor encarcelado,
Las alas de los vientos dio a la industria,
Movió sin ellos las pesadas naos;
Y otro débil mortal, en pobre albergue
De la ciega Fortuna desdeñado,
Al sacar de un cristal leve destello,
Desarmó al cielo y le arrancó su rayo.

¡En nuestra propia edad, con nuestros ojos
Tales portentos vemos: asombrados
El campo contemplamos recorrido
Desde la infancia del linaje humano;
Y otro mayor, sin límites, inmenso,
Mas allá de los siglos columbrarnos!

¿Te envaneces, Aurelio?... Un breve instante
Repliégate en ti mismo; y si te es dado
Un misterio sondar, uno tan solo
De tantos y tan íntimos arcanos
Como en el hombre mísero se encierran,
De tu débil razón muéstrate ufano.
¿Quién piensa en tu interior? ¿Qué fuerza mueve
Tu voluntad, tu cuerpo, un solo brazo?
¿Dónde se alberga tu memoria? ¿En dónde
Su imagen graban los objetos varios
Que te circundan? La vejez, los males,
¿Cómo van el reflejo amortiguando
De ese ser inmortal, hijo del cielo;
Que no cabe del mundo en los espacios?
¿Dó estaba al nacer tú? ¿Cómo a tus miembros
Unirse pudo en tan estrecho lazo?
¿Quién lo desata luego? ¿A dónde vuela, 
Del sepulcro los límites salvando?...

Yo también, como tú, mancebo un día 
De altivo pecho y corazón hidalgo,
Mi incomprensible ser penetrar quise,
De mi ciega ignorancia sonrojado:
Demandé a la razón su opaca antorcha,
La empuñé audaz, precipité mis pasos;
Mas al bajar a tan profundo abismo,
Faltole el aire y se apagó en mi mano.

No empero desistí del loco empeño:
De mi flaca razón desconfiado,
Nueva senda tenté; recorrí ansioso
Las ruinas de cien pueblos celebrados;
Removí los escombros de los siglos,
El tesoro buscando de los sabios;
Y en pórticos, en templos, en liceos, 
Solo encontré ceniza y polvo vano.

Una noche... (recuérdolo ya apenas,
Y aún me infunde tristeza el recordarlo)
Libre dejé vagar mi fantasía
Por lejanas regiones: de los magos
La oscura ciencia, como el mundo antigua...
El saber del Egipto, al vulgo insano
Vedado siempre, y con tesón y audacia
Desde el Nilo a Grecia trasplantado... 
Roma pidiendo humilde a los vencidos 
Leyes, aras, doctrinas... de Bizancio
Hirviendo el seno en frívolas disputas,
Mientras sus puertas rompe el Otomano...
Error, delirio, vanidad, miseria,
El imperio del mundo disputando;
Y siempre el hombre, deslumhrado, ciego,
Corriendo tras un triste desengaño...
Al grave peso, a la mortal angustia,
Mi mente se rindió; torpe letargo
Se apoderó de mis cansados miembros;
Y aún zumbaba en mi oido un rumor vago,
Como al huir la horrísona tormenta 
Retumba el trueno en el confín lejano.
«¡Oíd la verdad, mortales!... ¡Calla, aleve!
¡Yo la encontré !... ¡Yo solo!... ¡Error!... ¡Engaño!... 
¡Seguidme!... ¡Vedla aquí!... ¡Muera el impío!...
¡Lejos, lejos del templo los profanos!...»
Y entre el ronco clamor gritos de muerte,
Y en la oscura tiniebla serpeando
Relámpago fugaz , que no alumbraba ,
Y abrasaba los pueblos y los campos. 

A las discordes voces y alaridos,
Al confuso tropel, a los estragos
Que con mis propios ojos ver creía,
Me faltó el respirar; secos mis labios,
En vano clamar quise: «deteneos;
Infelices, ¿qué hacéis? ¿No sois hermanos?» 
Ellos en su delirio proseguían;
Y al abismo bajaban despeñados 
Los unos tras los otros , cual las olas 
Se estrellan contra el límite vedado.

Mas al fin, en las márgenes del Sena
De clara aurora el resplandor brillando,
Una sonora voz anunció al mundo
De la razón el siglo fortunado:
Grata esperanza rebosó en los pechos;
Olvidó el hombre su penar amargo;
Y esperó ansioso libertad, ventura,
Cual blanda lluvia los sedientos campos.
¡Vana ilusión! Usurpan las pasiones 
De la razón el cetro soberano;
Y apiñando cadáveres y escombros, 
En vez de altar le erigen un cadalso.
De víctimas culpadas o inocentes
Allí corre la sangre en holocausto;
Y los mismos verdugos se proclaman
De la razón pontífices sagrados:
«No hay Dios —gritan impíos—; en la tumba
La nada envuelve al justo y al malvado...»
Y al descargar la bárbara cuchilla,
Feroz sonrisa horrorizó en sus labios. 

Déjame al menos, deja que respire... 
¡Ay!, ¡Tú no has sido, Aurelio, desdichado;
No sabes, no, qué bálsamo es al alma
El consuelo de un Dios, que seque el llanto
De tus ojos, que escuche tus suspiros, 
Cuando te ves del mundo abandonado!
¿Gimes solo? Él te ve; su acento es ese
Que responde a tu acento; él con su mano
Tus hierros aligera, él te sostiene
En el mismo suplicio... Y si al amago
De la muerte vacila tu constancia,
Y atrás vuelves el rostro con espanto,
Él ofrece piadoso a tu inocencia
Eterna paz, inmarcesible lauro,
Una patria mejor... donde no alcanza
El brazo ni la voz de los malvados.

autógrafo

Francisco Martínez de la Rosa

 

 

 

 

¡¡Sed muy felices!!

 

 

 

 

 

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#4855

Re: Versos sueltos

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  VINO DE CHIANTI

                            Hay un derecho
Natural al amor: ¿reside acaso,
Chianti, en tu áspera gota, en tu mordente
Vino, que habla y engendra, o en la justa sabia
Unión de la hermosura y el deseo?
Cuanto es bello, ya es mío: no cortejo,
Ni engaño vil, ni mentiroso adulo:
De los menores es el amarillo
Oro que entre las rocas serpentea,
De los menores: para mí es el oro
Del vello rubio y de la piel trigueña.
Mi título al nacer puso en mi cuna,
El sol que al cielo consagró mi frente.
Yo sólo sé de amor. Tiemblo espantado
Cuando, como culebras, las pasiones
Del hombre envuelven tercas mi rodilla;
Ciñen mis muslos, y echan a mis alas,—
Lucha pueril, las lívidas cabezas:—
Por ellas tiemblo, no por mí, a mis alas
No llegarán jamás: antes las cubro
Para que ni las vean: el bochorno
Del hombre es mi bochorno: mis mejillas
Sufren de la maldad del Universo:
Loco es mi amor, y, como el sol, revienta
En luz, pinta la nube, alegra la onda.
Y con suave calor, como la amiga
Mano que al tigre tempestuoso aquieta,
Dorna la sombra, y pálido difunde
Su beldad estelar en las negruzcas
Sirtes, tremendas abras, alevosos
Despeñaderos, donde el lobo atisba,
Arropado en la noche, al que la espanta
Con el fulgor de su alba vestidura.

autógrafo

José Martí

 

 

 

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#4856

Re: Versos sueltos

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  POEMA SIN TÍTULO

En una tierra que amasan potros de cinco años 
el olor de tu piel hace llorar a los adolescentes.

Yo sé que tu cielo es redondo y azul como los huevos de perdiz 
y que tus mañanas tiemblan, 
¡gotas pesadas en la flor del mundo!

Yo sé cómo tu voz perfuma la barba de los vientos...

Por tus arroyos los días descienden como piraguas. 
Tus ríos abren canales de música en la noche; 
y la luna es un papagayo más entre bambúes 
o un loto que rompen a picotazos las cigüeñas.

En un país más casto que la desnudez del agua 
los pájaros beben en la huella de tu pie desnudo...

Te levantarás antes de que amanezca 
sin despertar a los niños y al alba que duerme todavía. 
(El cazador de pumas dice que el sol brota de tu mortero 
y que calzas al día como a tus hermanitos).

Pisarás el maíz a la sombra de los ancianos 
en cuyo pie se han dormido todas las danzas.

Sentados en cráneo de buey 
tus abuelos fuman la hoja seca de sus días: 
chisporrotea la sal de sus refranes 
en el fuego creciente de la mañana.

(Junto al palenque los niños 
han boleado un potrillo alazán...)

En una tierra impúber desnudarás tu canto 
junto al arroyo de las tardes. 
Tú sabes algún signo para pedir la lluvia 
y has encontrado yerbas que hacen soñar.

Pero no es hora, duermen 
en tu pie los caminos.

Y danzas en el humo de mi pipa 
donde las noches arden como tabacos negros...

autógrafo

Leopoldo Marechal

 

 

 

 

¡¡Sed muy felicesa!!

 

 

 

 

 

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.