Cuando era pequeña me gustaba mucho sentarme en el suelo debajo de la higuera a leer. Una de mis poesías favoritas y que aún tengo en la memoria es esta dedicada a la higuera:
Porque es áspera y fea,
porque todas sus ramas son grises,
yo le tengo piedad a la higuera.
En mi huerta hay cien árboles bellos,
ciruelos redondos,
limoneros rectos
y naranjos de brotes lustrosos.
En las primaveras,
todos ellos se cubren de flores
en torno a la higuera.
Y la pobre parece tan triste
con sus gajos torcidos que nunca
de apretados capullos se viste...
Por eso,
cada vez que yo paso a su lado,
digo, procurando
hacer dulce y alegre mi acento:
«Es la higuera el más bello
de los árboles todos del huerto».
Si ella escucha,
si comprende el idioma en que hablo,
¡qué dulzura tan honda hará nido
en su alma sensible de árbol!
Y tal vez, a la noche,
cuando el viento abanique su copa,
embriagada de gozo le cuente:
¡Hoy a mí me dijeron hermosa!
Cuando llegué a esta casa todo mi interés era conseguir una higuera. Primero transplante una higuera de una maceta que me dieron en el huerto y se heló, después planté otra que compré en un vivero en el patio pensando que estaría más protegida de las heladas y también se heló.
Cuando ya había desistido de tener una higuera en casa ¡oh, sorpresa! entre la tapia del vecino y la mía, que no hay ni un metro de separación, apareció una higuera sin que nadia la hubiese plantado. Me pareció un regalo del cielo y no he cortado una sola rama desde el día que apareció asomando por la tapia, hace ya 3 años, y aunque parezca una cosa de brujas las ramas se dirigen a mi patio. La higuera está en terreno de nadie y yo creo que la riego cuando riego las hortensias que están en el arriate pegado a esa pared.
Si me da tiempo mañana haré unas fotos para que compruebes el "regalo del cielo" de la higuera.
Un beso