Re: Me voy a Lisboa
Sí, Soldier sí, era un amago de coulant, bastante mal hecho por cierto, un tanto gomoso. Vamos, no precisamente el de Michel Bras, ;-)
No es tanto lo que era, sino, lo que no era. Ni tampoco es solo el precio.
Si pido una mandarina de postre y me traen un melón, pues será más grande, quedaré más saciada, comeré más kilos y pagaré menos de lo que vale, pero NO me habrán traído lo que he encargado.
Me lo planteo con el ejemplo de ir a comprar una falda y me saquen un pantalón vaquero monísimo. A ver, si quiero una falda, que me enseñen faldas...
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En cuanto a las habas en un vaso de agua, me quedé de piedra, bueno, nos quedamos. Si voy a una tasca y me sueltan un platito de habas, estupendo, me las como y tan campante y feliz, pero, por favor, que no me intenten colar semejante insulto a los restauradores que de verdad, luchan con orgullo -no vanidad- por mejorar día a día en su profesión, el plantar -solo les faltaba tierra como bien ha dicho Antíoco, jajjaaa- un par de habas en la mesa con mantel. ¡Es que no pega ni con cola! Y por todo ya no paso.
Y que conste que las probé, la foto es prueba de ello y estaban tiernas y dulces, pero las comimos entre risas... también te lo digo...
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También mis padres sacaban las llaves cuando un restaurante les decepcionaba y simulaban en el aire un giro de muñeca como si cerrasen una puerta imaginaria, la del local, claramente. Mi marido modernito que es él, en lugar de mover la muñeca, hace como que aprieta el botón de un mando a distancia, jjajjaaa. La forma de cerrar los garitos va modernizándose, pero el resultado es el mismo.
Allí no volveremos en tiempo, en muuuuuucho tiempo. Quizá nunca más.
Besos
Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.