El primer principio inamovible de mi religión es no comprar lo que no me gusta o cualquier cosa en la que no crea. A partir de ahí mis opciones son la abstención, el voto en blanco o el nulo. Para mí las tres son válidas.
Aquí llega el segundo principio inamovible de mi religión: Ir pa na es tontería.
¿Serviría para algo una abstención masiva? Pienso que no. Se la pela. Ya hemos visto ejemplos en elecciones europeas y algún que otro referendum.
Además tienen una clientela fija muy nutrida: los que agitan las banderas en las reuniones sectarias de las plazas de toros. Son de tres clases: los que reciben algo, los que esperan recibirlo y los tontainas que se creen cualquier gilipollez que suene bien a sus oídos.
Los que reciben y los que esperan recibir tienen cónyuge, hijos, padres, suegros, nietos... que también piensan que que les puede tocar algo de todo eso directa o indirectamente. Hasta algún primo puede esperar recibir. Súmalos todos y te dará el mínimo de votos de sus peores momentos. Con todo eso sa van apañando.
La única situación límite que puede hacer cambiar algo es el hambre. Un salvapatrias puede prometer erradicarla y lo creerán porque es lo que todos querrán escuchar. Luego lo hará o no. Y el hambre que lo trajo también se lo puede llevar por delante. Recuerda que los que encumbraron a Mussolini fueron los que finalmente lo terminaron apaleando.
Y después de la miseria se empieza a subir porque más abajo ya no se puede caer y el expolio volverá. Es historia de la humanidad y su condición. Lo que somos.
Siempre habrá un humano, o más, dispuesto a retorcer una buena ley en su propio beneficio.